Con sus aliados, PT y el Verde, la 4T se apunta al “carro completo” con las posiciones al Senado que le corresponden a San Luis Potosí. Ejercicio de diseño para presentarse a las urnas, falta lo que diga el electorado.
Irán separados a la Cámara Alta Morena y el partido del gobernador, el Verde. El cálculo no atiende lo que a morenistas potosinos les gustaría que ocurriera, en su relación tirante con el gobernador y jefe real del Verde, sino al acomodo por lastres curules en juego por estado: Verde, Morena y PT.
Las cúpulas de las dos formaciones en alianza, Sigamos haciendo Historia y Fuerza y Corazón por México, afianzaron los primeros lugares tanto para los dirigentes como para su primer círculo. Luego, se asignaron las entidades, se entiende que con criterio de votos obtenidos en la pasada elección. El barnizado final al reparto lo puso la cuota de género. Cosa de cúpulas también es el acuerdo para las curules federales, las pluris, se entiende.
Te podría interesar
La expectativa para la cúpula cuatrotra es que el gobernador aliado consiga las curules de mayoría y la tercera sea de Morena como primera minoría. Están segurísimos que en San Luis no quedará espacio al Senado para la oposición, así haya ganado ésta en la ocasión anterior, con la alianza PAN-PRD y el ahora senador por MC Marco Gama tiró del carro con una candidata “bulto” de la gallardía por compañera de fórmula, hoy alcaldesa de Soledad de Graciano Sánchez por el partido Verde.
La fórmula del PVEM la definirá a su completo gusto el gobernador Ricardo Gallardo Cardona. Puede, sin mayor dificultad, postular a su esposa, Ruth González, en la primera posición. Así, la curul se queda en su casa y no abre la posibilidad de plataforma para un aspirante a sucesor desde la mitad de su sexenio, sabido como lo es que no hay más reflector que para él.
El PRI había pedido llevar mano en Colima en las fórmulas al Senado, pero al parecer la cuota de género le complicó las cosas a la designación deseada y el dirigente nacional pidió cambio por San Luis y la candidatura primera de la formación aliada será una mujer panista.
El cambio en el género elimina la posibilidad al Senado del alcalde capitalino, Enrique Galindo Ceballos, a la Cámara Alta, aunque es el priista mejor posicionado. Parece que don “Alito” sigue enojado por el tormentoso desayuno, en septiembre pasado, en el que priistas locales, entre ellos el alcalde, le hicieron saber su inconformidad con asignación de la dirigente estatal, Sara Rocha Medina.
A la cabeza de la fórmula al Senado de Fuerza y Corazón podrían ir la dirigente estatal, Verónica Rodríguez; la diputada local Aranza Puente Bustindui y la panista de cepa Lidia Argüello. Cuando el PAN cede por fin el primer espacio al Senado para una mujer en San Luis, lo hace en el contexto de una elección a esa curul muy complicada de ganar. Parece una revisitación de cuando el PRI ponía mujeres candidatas a diputadas federales por el distrito V, a sabiendas del dominio que el PAN tenía en esa demarcación.
A las dos formaciones aliancistas ya sólo les queda ponerle nombres y cara a sus cartas en el reparto al Senado. El tercer jugador, Movimiento Ciudadano, ya los tiene, los dos expanistas: Marco Gama Basarte y Josefina Salazar Báez. Para el primero sería la búsqueda de la reelección. Los dos son políticos de pie a tierra. Su baza es la gorda cuota de descrédito y caída libre de PRI y PAN en San Luis.
Las candidaturas a diputados federales no deparan mayor esperanza. También será cosa de cúpulas, locales y nacionales. Por un tercer periodo anotan al diputado federal Xavier Azuara Zúñiga, cercano a Marko Cortés y ahora también promotor de la candidatura de su hermano, David Azuara a la presidencia municipal capitalina. Motivo de muchas renuncias panistas, acusado de haber convertido su pasada dirigencia del partido en un sólido cacicazgo, genera mucho ruido que Azuara y su facción se presente por el oro, el moro, la chancha y cinco reales.
Fuera de las pluris, no hay nada alentador para el PRI y el PAN en la disputa por San Lázaro. El PRI no ganó una sola de mayoría; el PAN sólo retuvo el quinto distrito, con un primo de Xavier Azuara que se apunta para reelección. Ni uno ni otro formaron cuadros, al contrario: a las derrotas siguieron las apropiaciones ventajosas y las sangrías de militantes desencantados.
Verde y Morena se lo llevan todo, pero no por eso presentan mejores cuadros, al contrario. El gobernador Gallardo privilegia las lealtades, nada que crezca políticamente más allá de dónde él lo permita. Y las figuras emergentes que Morena ha llevado a curules federales han sido caras nuevas, sí, pero anodinas, de botadero, sin una sola idea propia y absolutamente dependientes del voto en cascada. Discreto, no muy en el ánimo de la acomplejada y recelosa morenada local, Juan Ramiro Robledo es la excepción al paupérrimo molde.
Montadas en el barullo histórico de postular mujeres a la presidencia, las dos formaciones aliancistas repiten el plato a su electorado para la renovación de las cámaras. Van a las seguras los jefes de clanes de siempre, las aves de difícil acomodo que no pueden ganar un distrito, los dóciles y los adocenados.
La que gane, Sheinbaum o Xóchitl, hará historia, pero tendrá las cámaras legislativas de siempre, lejanas a los ciudadanos, fuera de la realidad cotidiana de los electores, en manos de oportunistas con capacidad para obtener poder y nada más. Y en el caso particular de San Luis, de esas catervas saldrán los aspirantes a la gubernatura en tres años.
Muy jodido.
Rollos sueltos
Creó el gobierno gallardista para 2024 un impuesto “ecológico” a las empresas por emisión de contaminantes, con meta recaudatoria. Querétaro lo tiene pero deja una opción de pago más constructiva y enfocada al tema ambiental: la reducción de fuentes de contaminación con proyectos como energías limpias, reutilización de residuos o reforestación. Acá queda en simple pago por contaminar.
Los empresarios además temen que tal y como lo dejaron, sin reglas claras, sin protocolos, el nuevo impuesto sólo sirva como arma extorsiva…
El nuevo fiscal electoral, concesión firmada desde Palacio de Gobierno a Morena y oportunidad de zafarse de un jurídico que “no daba una” en el Congreso del Estado. Los hay con suerte.