¿Cuándo dará comienzo el futuro de la Humanidad? es la pregunta con la que el poeta sirio, Adonis, cierra su poema “El cielo es ahora la misma muerte”, escrito al calor de los sucesos en Palestina en los que se han visto cegadas millares de vidas ante bombardeos e invasiones armadas en la región bajo el pretexto de erradicar el terrorismo aunque las medidas y las tácticas para hacerlo sean aún más drásticas y violentas.
El año cierra con varios conflictos armados en distintas latitudes, algunos de ellos muy mediatizados, y otros no tantos, siendo una realidad que en estas fiestas decembrinas el mundo no está en paz, espíritu propio de las fechas. Nuestra realidad es la de un mundo enemistado, contrapunteado, fanatizado, confrontado e intolerante.
Realidad descrita poéticamente por el artista como “la conducente a los caminos de la libertad”, “sueño que no visita ni hace amistad más que con los párpados durmientes”, “flor más marchita en el jardín de las palabras” o preguntándose hasta dónde es capaz de llegar su alcance. Motivos por los cuales, descifra la situación actual a través de los versos.
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Siendo su última creación, un cuestionamiento a la situación en que vivimos, al panorama ofrecido por nuestro sistema actual, la crisis derivada de un modelo cada vez más desgastado e insuficiente para las necesidades de la humanidad. Por eso, su primera reflexión es sobre la tierra, nuestro planeta, lo que hay en ella y lo que le rodea.
En su hilación de versos continúa con las preguntas por el origen de muchas cuestiones, de la luz, de la semilla, así como el intento de respuestas a aspectos muy ontológicos y complejos, éticos y morales, todos ellos desatados por una cierta incertidumbre, pero muy válidos en estos momentos críticos. ¿Cuándo y cómo se nos aparecerá el cielo? Se cuestiona a sí mismo.
Algunas líneas más adelante implora a la historia, a la puesta del sol y de la luna, para marcarnos los días y las noches, el transcurrir del tiempo, la diversidad de lenguas para contarnos los sucesos de lo terrenal, la emergencia de la razón para dar una explicación de los acontecimientos mundanos.
Colocándose dentro de su propia reflexión, duda sobre su papel dentro la misma, sobre la autoridad que tiene para plantear sus preguntas a la vez de considerar que la pura apreciación de nuestro entorno, del alrededor, de la interacción entre los seres vivos podría ser insuficiente para los requerimientos actuales del mundo.
No hasta el final, pero en sus líneas intermedias, Adonis plantea un punto de inflexión, muy necesario de tomar en cuenta a propósito de estas fechas en las que necesitamos pensar en el viraje del devenir del mundo, encaminarnos de este panorama de confrontación y de extremismo hacia uno de concordia, diálogo y paz. Implora hacia el cielo, hacia el infinito, la siguiente pregunta ¿acaso debo aprender a leer el libro del universo al revés?
Una forma de leer al mundo que deberíamos plantearnos todas las personas ante el cambio climático, la violencia de género, la creciente desigualdad social, la prevalencia de una visión antropocéntrica, la explotación de personas y de recursos, la escasez de nuevas propuestas y el planteamiento de otros futuros posibles, más esperanzadores para todas las personas.