CINE MEXICANO

Cine, cuerpos y géneros

El cine también es un documento social en el que se introyectan diferentes aspectos ideológico culturales, biopolíticos, socioeconómicos y de muchas otras índoles. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Sobre el cine se han escrito interminables páginas de análisis con respecto a múltiples aspectos abordados en las tramas fílmicas, desde las temáticas, las tramas, el manejo de la cámara, la fotografía, el símbolo de las imágenes, la interacción entre sonidos, imágenes y textos, entre muchos otros elementos. Pero, pocas veces se estudia y se analiza el rol de los cuerpos, su significación genérica y la traducción de ambos elementos a la pantalla grande.  

Bajo esta premisa, Jesús Alberto Cabañas Osorio, investigador en comunicación e historia del arte en la Universidad Iberoamericana, se pregunta sobre el impacto del capitalismo y la modernidad en el cuerpo, y encuentra que, en los sectores populares, la traducción corporal de la situación es el uso del cuerpo como una herramienta para poder lograr cierto ascenso social, cuerpos marginales, resignificados a través de actividades como los deportes o el baile y aquellas propias de la vida nocturna.

Como parte de esta lectura, el también coreógrafo retoma dos temáticas concretas: el box y la vida de cabaret, así como la expresión de ambas en uno de los medios de difusión más amplios de nuestra época, el cine. El resultado son dos publicaciones “El box en el cine mexicano. Una práctica moderna y nacionalista, corporal y simbólica  en la representación cinematográfica (1940-1983)” y “El cine de ficheras. Un orden simbólico escrito en el cuerpo y la imagen de la mujer (1974-2000)”. 

Dentro de la cinematografía nacional, el llamado “cine de ficheras” ha sido ampliamente cuestionado por sus contenidos, por su impacto en la industria filmográfica nacional, por el rompimiento con una estética de la pantalla grande dadora de cierto prestigio al cine mexicano, por la calidad de sus argumentos y de actuaciones, entre muchos otros aspectos. 

Pero tal vez, como señala Cabañas Osorio, el principal argumento en contra de este tipo de cine es la aparición de la piel desnuda en las pantallas, el privilegio del cuerpo por sobre otros elementos, en particular, los cuerpos femeninos, que, si bien ya habían sido más enfocados y encuadrados en otros momentos, aquí son el centro de atención de la mirada de la cámara de cine.

La mayoría de las películas encasilladas dentro de este subgénero, muestran a la mujer como parte de un objeto de deseo, y a la par, sentencia a la moral mexicana, debido a que, en ellas, suele aparece como centro o como alguien desinhibida a la mujer extranjera asentada en el país, mientras que las nacionales siempre son más recatadas y con más valores.

Por lo tanto, en este tipo de cine se expresan los cuerpos a través del privilegio otorgado por la cámara, pero también al moverse como parte de las escenas de baile usualmente contenidas en los largometrajes. A la par de la sexualidad, expresada, en algunas ocasiones explícita, y en otras implícitamente, dentro de las tramas.

Un recorrido a lo largo de la instauración de este tipo de cine en el país, la filmografía hecha durante las décadas de los 70 hasta el año 2000, los diferentes tipos de tramas y de argumentos filmados, pasando de la sexicomedia a un porno blando, sin dejar de lado los albures y la picardía, y un extenso análisis sobre la construcción del discurso del cuerpo femenino por parte de una industria cultural ávida de recursos frente a las primeras grandes crisis económicas de finales del siglo XX son parte de los ejes de su libro.

Lo anterior, sin dejar de lado la problematización del machismo y la misoginia contenidos dentro de las propias películas, productos culturales en respuesta a una sociedad capitalista demandante de cuerpos para ser exhibidos y vendidos, y en plena transformación ante la apertura social a la sexualidad sin fines reproductivos. Abriendo ciertos cuestionamientos a las respuestas dadas a los cambios sociales de la época por parte de una de las más grandes industrias culturales del país, el cine

En el caso del box, establece como categorías de análisis a la masculinidad, el cuerpo, la violencia, la marginalidad, la construcción de una identidad nacional, la idolatría, el capitalismo y el mercado, en específico, el deportivo, y las maneras en que diferentes directores tradujeron esa combinación de conceptos en sus propias creaciones, varias de ellas, inmortalizadas en los imaginarios colectivos hasta el día de hoy.

Su planteamiento parte del presupuesto de los orígenes humildes de la mayoría de los boxeadores de mediados de siglo XX, originarios o asentados en los barrios duros de la ciudad de México, donde los golpes eran la forma de hacerse valer de respeto, pero con, cierta disciplina, no sólo servían para la defensa, sino para trascender socialmente a través del cuadrilátero. 

Esto último, como parte de una economía de mercado urgida de cuerpos dispuestos a ser desechados o moldeados ante su innegable miseria, pero cuya última oportunidad de sobresalir y gozar de otras oportunidades es por medio de los golpes. 

A la par, mediante el establecimiento de topologías, describe las formas en que a través del boxeador se delimitan los valores asignados al hombre; lo que se espera de él, su fortaleza y su capacidad para el ejercicio de la violencia, sus formas de construir relaciones con las mujeres. Así como, los cuestionamientos morales que podrían surgir de sus excesos y las oportunidades sociales del renacer.   

Ambos libros, con un corpus teórico bastante robusto sobre las lecturas del cine a través del cuerpo, una perspectiva innovadora en el abordaje de la imagen en movimiento, reflejo de que el cine también es un documento social en el que se introyectan diferentes aspectos ideológico culturales, biopolíticos, socioeconómicos y de muchas otras índoles. Lecturas necesarias en estos tiempos de predominio de las imágenes y de la visualidad, en los que vale la pena recordar cómo se han ido construyendo los discursos corporales a lo largo del tiempo y su asimilación contemporánea. 

Leonardo Bastida

@leonardobastida