Con la aprobación de las coaliciones electorales para las elecciones del próximo año, estarán frente a los electores dos visiones distintas de país, el dilema del 2024 será entre autoritarismo y democracia. No será una elección más, los ciudadanos definirán con su voto el rumbo de México para los próximos años y, quizá, para las próximas décadas.
La visión autoritaria está en curso, se ha fortalecido durante el sexenio del presidente López Obrador, la concentración del poder económico y político que se ejerce desde el gobierno le da impulso y el grupo en el poder aspira a la continuidad con las consignas que repite la candidata del oficialismo.
Es la propuesta autoritaria de la desaparición de los pesos y contrapesos democráticos, la de los otros datos, la de la simulación, la manipulación y la corrupción; la de la utilización del pueblo como “mascaron de proa” para justificar sus acciones, la que promueve la polarización como estrategia política para mantenerse en el poder.
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Los reiterados ataques a las instituciones democráticas se han recrudecido en los últimos meses, el debilitamiento y los intentos de cooptación del INE, del Tribunal Electoral y de la Corte son la punta de lanza de la estrategia de control y de dominio absoluto que ha puesto en marcha el gobierno. La desestabilización del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pretende asegurar desde ahora la decisión final de las próximas elecciones. Trampear las elecciones, acabando con la imparcialidad y autonomía del máximo tribunal en materia electoral es el objetivo.
En ese sentido, es de atenderse la exigencia que se ha hecho a los magistrados del tribunal electoral para dejar de lado sus pugnas y divisiones, evitar cambios sorpresivos y garantizar la confianza y credibilidad en las autoridades electorales.
La visión democrática está en marcha, luego de importantes movilizaciones ciudadanas y la apertura de las fuerzas democráticas de la oposición, se eligió a Xóchitl Gálves, una precandidata con la convicción y la fuerza para encabezar el cambio de rumbo que exige el país y se conformó la alianza Fuerza y Corazón por México. Es la propuesta que apuesta por rescatar y consolidar la democracia y la defensa de las libertades.
Es la alternativa que reconoce que México merece más, que se conduele y compromete con el dolor que lastima al país por la violencia, el crimen y la inseguridad; que pugna por la apertura y el crecimiento económico para generar los empleos y oportunidades que demandan las familias mexicanas, en especial las mujeres y los jóvenes.
Elegir la mejor opción hará la diferencia para la presente y futuras generaciones. El centro de la deliberación y decisión en 2024, más allá de las personalidades y estrategias publicitarias de las aspirantes, será apostar por quien tome en serio la constitución, con quien respete la división de poderes y tolere la pluralidad democrática; con quien se comprometa a trabajar por el bien del país y el de las familias por encima de apetitos e ideologías.
Por su algo faltara, el anuncio que ha hecho el presidente de presentar iniciativas para desaparecer a los órganos autónomos es la última página de su trama autoritaria. Afirmar sin fundamento que el INAI, la COFECE, el IFT y la CRE no sirven para nada y proponer su desaparición en defensa del pueblo y del país es la confirmación de la deriva autoritaria.