ELECCIONES

Recesión democrática

El grupo en el poder ha sabido ocultar en formas democráticas la nueva versión del dedazo presidencial. | Marco Adame

Escrito en OPINIÓN el

Nuestro país vive una prolongada crisis política, una recesión democrática que se agrava ante el deterioro del sistema político electoral, a unos meses de las elecciones más grandes y complejas de nuestra historia.

El montaje de simulación democrática que instaló Morena para dar a conocer las candidaturas a las nueve gubernaturas que estarán en disputa en las elecciones del próximo año, es una muestra de la degradación de los valores democráticos. El grupo en el poder ha sabido ocultar en formas democráticas la nueva versión del dedazo presidencial, apoyado en una narrativa que apela a la voluntad popular, un millonario despliegue publicitario para posicionar a los aspirantes y un sofisticado método de encuestas que convalida la decisión presidencial.

Decisiones incomprensibles e inaceptables, acreditan la tensión a la que se ve sometido el paradigma democrático, aún entre quienes pretenden sostenerlo con malas prácticas. El saldo de este deterioro pone en riesgo el consenso que se ha logrado en temas de democracia, igualdad, solidaridad, seguridad y prosperidad -como lo afirma Ben Ansell en su ensayo ¿Por qué fracasa la política?- cuando aflora la contradicción entre la claridad con la que vemos lo que deseamos para mejorar la convivencia social y política, con lo que estamos dispuestos a hacer para lograrlo.

Así, gobiernos autoritarios o democracias donde avanza la deriva autoritaria, se escudan en formas democráticas para mantenerse en el poder al precio que sea. Dominados por una agenda puramente electoral, los políticos y los gobiernos -como lo sostiene Anthony Downs- compiten para ser electos, para ganar una elección, no para maximizar los intereses del bien común; se olvidan que la democracia no solo es una forma de gobierno, es, ante todo, un sistema de vida, de organización social y política y de trabajo en sociedad.

El informe Latinobarómetro 2023, constata que “el declive y la vulnerabilidad a la que han llegado los países de nuestro región después de una década de decadencia continúa y sistemática  de la democracia, lo que nos ha llevado a la recesión democrática en Latinoamérica”. El informe consigna índices que marcan tendencia en: el bajo apoyo al sistema democrático, el aumento de la indiferencia, la simulación democrática, el aprecio por las formas autoritarias, el bajo desempeño y resultados de los gobiernos democráticos y el desprestigio de los partidos políticos.

Para evitar daños mayores, es necesario atender los llamados en favor de la preservación y defensa de la democracia. Pepe Mujica, expresidente uruguayo recordaba a los argentinos hace un par de años que “Hay que cuidar la democracia, que no es perfecta, no puede serlo, porque los humanos no somos perfectos, pero hasta ahora no hemos encontrado un sistema mejor”. En el mismo sentido Ursula van der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, defendió a los regímenes democráticos en la Cumbre Mundial de la Democracia, al sostener ante el crecimiento de las autocracias y populismos, que “sin bien la democracia no es un sistema perfecto, si es perfectible a diferencia de las dictaduras”.

En 2024, los demócratas enfrentaremos una elección de estado, una contienda desigual sostenida desde el poder con recursos ilimitados y métodos antidemocráticos; sin embargo, podemos superar esta adversidad, si concretamos un gran movimiento social con la mayor participación ciudadana, con los mejores candidatos y las mejores propuestas de desarrollo para que las familias y comunidades vivan mejor, para que nadie se quede atrás.

 

Marco Adame

@MarcoAdame