La Basílica de la Virgen de Guadalupe, en la ciudad de México, de acuerdo con la revista Forbes, es el templo católico más visitado del mundo. Cada año llegan a este santuario un promedio de 20 millones de personas, dejando atrás al Vaticano, que según la publicación neoyorquina, recibe 18 millones de visitantes anuales. Un récord que fue superado el año pasado, con motivo de la celebración del Día de la Virgen, tras la pandemia, que registró 12.5 millones de peregrinos que llegaron a la Basílica.
Las procesiones y peregrinaciones de la Antorcha Guadalupana no sólo se realizan en más de 7 mil parroquias y casi 13 mil centros pastorales que hay en las 74 diócesis católicas de México, sino que éstas se replican en Nueva York, Chicago y Los Ángeles, ciudades estadounidenses en donde hay grandes comunidades de fieles guadalupanos.
A finales de 1962, durante el sexenio de Adolfo López Mateos, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, y su esposa Jackie, visitaron la Basílica de Guadalupe y lo mismo han hecho otros mandatarios, como Joe Biden en 2012 cuando era vicepresidente.
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En los orígenes del nacionalismo mexicano (1973), el historiador David Brading señala que el clero novohispano del siglo XVII “descubrió a Nuestra Señora de Guadalupe”. Una vez que fue publicado el primer relato en 1648, el significado místico de la aparición de la Virgen María en el Tepeyac al indio Juan Diego, así como la milagrosa impresión de su imagen en el sayal, pronto se convirtieron en tema de extasiados sermones y disquisiciones para alentar su culto y lograr que tanto criollos como indígenas se unieran a su veneración, proporcionando un “fundamento espiritual autónomo” de la Iglesia mexicana.
Brading también destaca el famoso sermón de 1794 de fray Servando Teresa de Mier que convirtió a la Guadalupana en un símbolo de resistencia criolla frente a la dominación de los peninsulares y posteriormente, Miguel Hidalgo la consagraría como estandarte de la Independencia.
Con más de cuatro siglos de tradición, el culto a la Virgen de Guadalupe no sólo es expresión dominante de la religión católica en México, sino que ha trascendido lo religioso para convertirse en un símbolo de identidad cultural e histórica de los mexicanos, en tanto que la devoción guadalupana se ha extendido a gran parte del mundo.
Existen altares a la Virgen de Guadalupe en la Basílica de San Pedro en Roma; la Catedral de Notre Dame en París; la Catedral de San Patricio en Nueva York; la Iglesia de la Esperanza de la Macarena en Sevilla y en Filipinas, donde el español ha sido sustituido por el inglés como lengua oficial, se mantiene la devoción guadalupana en la Catedral de Cebú y en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Manila.
El Papa Pio X la proclamó como patrona de América Latina en 1910 y Pío XI, en 1935, la reconoció como patrona de Filipinas. El Papa Juan Pablo II, en su primer viaje internacional, visitó la Basílica de Guadalupe en 1979. Once años después, al restablecerse las relaciones del gobierno de México con el Vaticano, el pontífice regresó a la Basílica para visitar otra vez “a la madre de todos los mexicanos” y beatificar al indígena Juan Diego.
Su sucesor, el Papa Francisco ofició su primera misa, al llegar a México en 2016, en la Basílica de Guadalupe y todos los años, el 12 de diciembre, celebra en la Basílica de San Pedro el aniversario de la Virgen de Guadalupe, destacando en sus homilías que es “una mujer, madre y mestiza”, que está “en medio de ese pueblo americano amenazado en su identidad por un paganismo salvaje y explotador, herido por la predicación activa de un ateísmo práctico y pragmático”.