Roberto Salcedo llegó a la Secretaría de la Función Pública cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador se percató que Irma Eréndira Sandoval no sólo había fracasado en el combate a la corrupción, sino que ya tenía claridad de que esa bandera que enarboló desde su primera campaña por la Presidencia de la República en 2006 sería un fracaso. Afirmaba que por el caño de la corrupción se iban 500 mil millones de pesos y que de pararse esa sangría alcanzaría para muchas cosas que hacen falta a México. Pero todo fue un espejismo, en engaño del mejor prestidigitador del país: Andrés Manuel López Obrador.
Roberto Salcedo estuvo casi 18 años en la Auditoría Superior de la Federación, esa instancia que siempre ha sido un fiasco y que en la era 4T con AMLO se convirtió en tapadera de la corrupción rampante. Al menos desde la ASF salieron elementos para documentar la Estafa Maestra, cuya narrativa hoy ha tropezado con la exoneración de Rosario Robles, pero esa es otra historia.
Roberto Salcedo ha sido un secretario de la Función Pública que bucea en el mar de la corrupción sin sacar la nariz para respirar. No se le ve. De pronto se le ve en el Congreso para comparecencias, si acaso participa en algún foro. Medio lo sacuden legisladoras, pero nada más. Irma Eréndira era un Alka-Seltzer en un vaso de agua. Pero era más el ruido que las nueces.
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Roberto Salcedo fue el primer contacto del presidente Carlos Salinas de Gortari con el Subcomandante Marcos. Cuentan que cuando llegó a la selva estuvo esperando por varias horas a que apareciera el insurgente y cuando se le apareció lo hizo por la espalda con un arma. Palabras más, palabras menos, Salcedo le dijo que sabía que sabía que era cobarde, pero no que atacara por la espalda. En ese momento, enero de 1994, Salcedo andaba en sus 50 años. Hace unas semanas cumplió 80 años de edad.
Roberto Salcedo estudió para profesor de educación primaria, es licenciado en ciencias políticas por la UNAM y fue auditor Especial de Desempeño de la Auditoría Superior de la Federación durante 18 años. Desde el 21 de junio de 2021 es secretario de la Función Pública. Se le ubica como próximo a Marcelo Ebrard, que en aquellos años de irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), fue Manuel Camacho Solís, ya fallecido, el negociador público con el Subcomandante Marcos. Polvos de aquellos lodos.
Roberto Salcedo tiene enfrente una tarea descomunal. Tapar los huecos de la corrupción de este sexenio va a ser harto complicado. Por ejemplo, ¿cómo le va a hacer para que no testereen a Ignacio Ovalle, director de Segalmex, en donde el propio López Obrador ha admitido que la corrupción alcanzó los 15 mil millones de pesos? Ovalle y Salcedo son contemporáneos. Pero Ovalle es el amigo de López Obrador.
Roberto Salcedo tiene toda la experiencia para tapar lo que sea necesario. No es una exageración decir que Segalmex es el asunto de corrupción más grande del gobierno de López Obrador… conocido. Porque hay más corrupción en el sector salud, no sólo con las medicinas, sino en el ISSSTE, o en la Secretaría de Energía. Incluso más que en el AIFA o en el Tren Maya. El prestidigitador nos entretiene con esas obras, pero la gran corrupción está en otro lado. Y salpica incluso a la familia presidencial.
Roberto Salcedo es el personaje a seguir en esta trama. Más allá de que no lo veamos en reyertas en X antes Twitter o en las redes sociales, habría que preguntarse qué está haciendo el zar anticorrupción de Andrés Manuel López Obrador. Porque si bien es cierto que ha aumentado el número de sanciones, todo sin aspavientos y sin andar presumiendo, a lo que habrá que arrojar luz es a lo que no estamos viendo y que es el encubrimiento de la corrupción. Porque no debemos esperar nada de la ASF que apenas les tronaron los dedos cuando salió algo en contra del AIFA y lo ajustaron a gusto de Palacio Nacional. O como cuando decidieron echar hielitos a la evaluación del sistema educativo, el cual PISA demostró esta semana que es un rotundo fracaso.
Roberto Salcedo debe estar preocupado con lo que va a entregar a quien suceda a Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de la República. Qué llaves va a esconder, qué puertas secretas o pasadizos de corrupción deberán tener a la mano. A sus 80 años ya ha hecho mucho en su carrera profesional. Y si no se asustó con el Subcomandante Marcos, quizá no haya muchas cosas que le asusten o le quiten el sueño.
Punto y aparte. Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez no han expuesto nada en torno a la corrupción. Para no perder de vista…