#ENLAMIRA

Acapulco, la devastación

Será cosa de paciencia, imaginación y fuerza para levantar el puerto de Acapulco de la devastación, eso sí, su belleza natural quedó intacta, nadie se robó su atardecer. | Ulises Castellanos

Créditos: Ulises Castellanos
Escrito en OPINIÓN el

En medio de un océano de escombros, basura, árboles, palmeras, cristales, lámina y fauna en descomposición, el puerto de Acapulco entra en shock. El 90% de su infraestructura hotelera, residencial y de suministros quedó devastada. No hay comida, ni agua, ni luz, ni gas, ni combustible, menos comunicaciones. Por la noche el terror sube de categoría, para evitar robos, saqueos o atracos, la gente de las colonias se turna para cuidar sus barricadas y vigilar las calles, armados con lo que pueden. Por las noches se escuchan balazos al azar. Es un desastre.

A una semana del huracán Otis, lo peor está por venir, si bien es cierto que la ayuda empieza a llegar, parece insuficiente frente al tamaño de la tragedia. Estuve unos días en la zona y esto es lo que vi.

Desde Diamante hasta la Quebrada, la destrucción es desoladora, primero el huracán y luego la furia y la desesperación social acabaron con todo. Otis arrasó con todo, cristales, muebles, departamentos, hoteles, restaurantes, tiendas, agencias de autos, supermercados, alumbrado, postes, semáforos, palmeras y ceibas volaron por los aires o aplastaron vehículos y plazas. El zócalo de Acapulco está irreconocible.

Foto: Ulises Castellanos

La Marina es un cementerio naval. Los barcos de fiesta se hundieron, las lanchas de fondo de cristal flotan de cabeza entre Caleta y la Isla de la Roqueta. Incluso a un kilómetro de la costa vimos un barco de Pemex encallado en las rocas. Los yates y botes de extranjeros y locales terminaron en la arena o en las calles de la zona. Vimos peces muertos a cientos de metros del mar.

Dos horas de furia huracanada por la madrugada mató al menos a 50 personas y otro tanto se encuentra desaparecida. Si bien, las pérdidas humanas fueron bajas comparadas con el huracánPaulina” de 1997 que cobró la vida de unas 300 personas, Otis se ensañó con la infraestructura

Hoy en el puerto no se puede encontrar ni una coca, ya no digamos agua o insumos esenciales, nada. La gente lo saqueó todo en 24 horas, primero por necesidad, luego por rabia y oportunismo. Robaron igual comida que motos y computadoras. Refrigeradores o colchones. Vamos, hasta los estantes del Oxxo se llevaron. Eso será otro tema para analizar en el futuro, hoy lo que importa es la supervivencia de su gente. 

Los enfermos crónicos se los llevan a Chilpancingo, allá se cargan gasolina y despensas, los moteles de paso se llenan de gente del puerto y funcionarios de distintas dependencias. Acapulco se debate entre la debilidad del Estado para responder a estas emergencias y el crimen organizado que lo aprovecha todo.

Las noches sin luz, ni agua, ni señal celular son tierra de nadie, la gente de ahí se encierra apenas cae el Sol, atranca la puerta de su casa y suelta a los perros. Temen atracos o abusos de malandros en busca de algo extra.

Foto: Ulises Castellanos

Hoy los periodistas no sólo tenemos que contar las cosas como son, sino que también toca decir lo que no es cierto. Vamos por partes, es falso que el ejército decomisa la ayuda, al contrario, vimos decenas de convoyes de la Sedena en ruta, llevando, comida, agua, gasolina y plantas potabilizadoras. El tercer ejército son los trabajadores de la CFE, decenas de camiones llevan ya miles de postes y transformadores nuevos, trabajan ya, las 24 horas del día tratando de restablecer la luz, y lo logran por sectores, pero los edificios ya no tienen equipos para recibir la energía. La gente de Telcel también trata de recolocar sus torres.

Vimos una docena de camiones de basura de la Ciudad de México y sus cuadrillas limpiando la costera, obvio no se dan abasto, son toneladas de escombro y basura, la idea es prevenir ahora enfermedades y un problema adicional que impacte en la salud de la población. Sólo se escucha una estación de radio, el resto del cuadrante está en silencio. Se imponen los rumores.

El 100% de las palapas, sillas y mesas de Puerto Marqués desaparecieron, la playa se impuso. Los botes y motos acuáticas terminaron en el techo de su gente. En Diamante, todavía hay rapiña y despojos, la gente local se lleva todo, colchones, sillas, carreolas, cajas de seguridad, botellas de los bares, lavadoras, refrigeradores, ropa, chanclas, todo es todo. Algunos dueños llegan con escoltas armados a ver qué quedó en sus departamentos.

La primer gasolinera que abrió por Caleta la custodia la Guardia Nacional, los bancos fueron arrasados, se llevaron hasta los cajeros, las agencias de motos como Suzuki lucen vacías, en la BMW, Nissan o VolksWagen entre otras, amanecieron con los autos destruidos o vandalizados, se robaron hasta los espejos, el daño patrimonial por el huracán y parte de la población que se aprovechó del desastre, son difíciles de calcular. No quedó nada. 

Se llevaron pantallas planas que no pueden conectar en sus casas porque no hay energía, la comida que tenían se la terminaron o se pudrió con el calor. La calle apesta, los animales muertos llenan la costera, y no hay perros callejeros, por ahí un gato busca comida.

Foto: Ulises Castellanos

En la Quebrada un auto voló por los aires, quedó de cabeza sobre un mirador y en minutos se robaron hasta las llantas. El orden apenas se está haciendo presente, miles de soldados de la Guardia Nacional, empiezan a patrullar, a custodiar plazas vacías y bancos saqueados. Es el día después de mañana. Serán años y miles de millones de dólares para levantar Acapulco.

¿Cuándo volverá el turismo? No pronto. ¿Qué falló? La soberbia y la ignorancia. Es increíble la falta de preparación del municipio y el gobierno del Estado, no tienen alertas para huracán, no hay refugios preestablecidos. No hay una cultura de prevención, no hay normas para los hoteleros ni las constructoras, no hay requisitos, no todo tienen seguros para desastres, nadie se los pide, al que construye nadie los vigila, colocaron cristales de 3mm donde deberían ser de una pulgada, privilegiaron lo “estético” frente a la seguridad. Lo de siempre, lo barato sale caro y la corrupción se impone.

En Acapulco hay cerca de millón y medio de habitantes, la mitad vive en la miseria, vendrá el desempleo y la escasez de suministros, los supermercados dicen que abrirán en una semana, pero en lo que las rehabilitan no hay refrigeradores para guardar leche. Todo debe ser reconstruido.

El Barbaroja en la costera despareció, a los costados solo hay escombro. Ayer se llevaron las tres ranitas del Señor Frogs que habían sobrevivido heroicamente como los músicos del Titanic. 

Foto: Ulises Castellanos

Acapulco tiene que ser reinventado, nuevas normas y protocolos, los túneles del puerto deberían habilitarse como refugios temporales para su gente. Se confiaron, el Estado tardó en reaccionar pero finalmente lo hizo.

Será cosa de paciencia, imaginación y fuerza para levantar el puerto, eso sí, su belleza natural quedó intacta. Nadie se robó su atardecer.

 

Foto: Ulises Castellanos

Foto: Ulises Castellanos

Foto: Ulises Castellanos

Foto: Ulises Castellanos

Foto: Ulises Castellanos

Foto: Ulises Castellanos

 

Foto: Ulises Castellanos

Foto: Ulises Castellanos

Ulises Castellanos

@MxUlysses