Las tecnologías contemporáneas y la experiencia de años en nuestro país lidiando con fenómenos naturales han favorecido la construcción de un sistema nacional de protección civil ejemplo a nivel internacional.
Las lecciones que han dejado los terribles daños y sufrimiento por huracanes, sismos, inundaciones, sequías, trombas, tormentas, entre otros, dejaron lecciones y aprendizaje.
En mi experiencia personal en mi natal Yucatán, en la península de Yucatán en general, el paso de huracanes como Isidoro, Gilberto y en otra medida Dean, fueron duros golpes que nos hacen tener cuidados sobre estos fenómenos.
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Así en otros lugares la naturaleza ha enseñado qué hay que estar preparados para cualquier eventualidad y prevenir siempre, porque como decía el eslogan: es mejor que remediar.
Estas lecciones aprendidas a lo largo de los años, sin embargo parecen haber pasado de noche para el gobierno federal en el terrible caso del huracán Otis y su senda de destrucción en Guerrero.
Claramente no hubo prevención suficiente, como lo evidencia el hecho de que incluso funcionarios estatales de primer nivel estaban en pleno Acapulco en eventos concurridos en pleno paso del meteoro.
La población llevó la peor parte por la falta de alerta, miento serio y oportuno, ni qué decir de los turistas y las empresas, la infraestructura que se perdió totalmente dejando sin sustento a miles.
Fue desconsolador observar cómo las personas se vieron sin nada, agravado por la total ineficacia de un gobierno cuya cabeza, el presidente del país, intentó llegar por tierra a sabiendas de que las vías estaban cerradas. Error tras error tiene a los guerrerenses en la incertidumbre del alimento diario y del sustento futuro. Sin duda hay que poner manos a la obra para remediar ambos temas, para que no haya más sufrimiento.
Por eso llama la atención la persistente negativa del bloque oficial en el Congreso federal a destinar recursos específicos para la reconstrucción en el presupuesto y sí en cambio utilizar la tragedia para amagar al Poder Judicial.
La tragedia ha enlutado a Guerrero, la ineptitud agravó la desgracia y la mezquindad insiste en utilizar la tragedia como arma política. Seamos solidarias y solidarios, no caigamos en el garlito de los oportunistas. Y no olvidemos a los que ni previnieron ni ayudaron ni supieron atender la contingencia.