Una luz blanca violenta la oscuridad. El vaivén del autobús se detiene a la mitad de la carretera. La brisa fría de la madrugada se cuela hasta los huesos al abrirse la puerta del vehículo. Casi a gritos se les exige a todas las personas viajantes mostrar una identificación oficial con la que se acredite su nacionalidad mexicana. Para quienes “tienen cara de guatemaltecos, salvadoreños u hondureños”, la revisión es muy exhaustiva hasta que puedan comprobar que no tienen alguna de esas nacionalidades o si las tienen, que están legalmente transitando por el país.
Cada vez resulta más complicado viajar del sur o sureste del país hacia el centro o el norte de la República. A lo largo de las carreteras se colocan retenes por parte del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional para verificar la legalidad del traslado de las personas. Una medida ampliamente cuestionada por organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de las personas migrantes debido a que, por lo regular, México no es el destino final de las personas en tránsito, pero con ello, se evita que lleguen hasta la frontera mexicoamericana e intenten internarse en territorio estadounidense.
La medida acarrea también otros abusos de autoridad. A la altura de La Tinaja, en Veracruz, han reportado el montaje de operativos por parte de policías de investigación sin un respaldo legal, pues carecen de oficios u otras medidas que respalden la posibilidad de detener un autobús e inspeccionarlo. Testimonios compartidos para esta columna muestran que quienes dicen ser policías de investigación, en realidad, nunca logran acreditarlo pues tapan la foto de las credenciales con las que pretenden subir al autobús.
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Tampoco acreditan el porqué del operativo, pues en un primer momento, mencionan que van a revisar la posible presencia de migrantes, después que para ver si no se están transportando drogas o armas. De ahí, la solicitud de orillarse para abrir todos los compartimientos del autobús.
Los operadores de las unidades que suelen utilizar ese tramo de pasajeros denuncian que si se detienen y abren los compartimientos, suelen desaparecer algunas de las pertenencias de los pasajeros, además de que los supuestos policías intentan cometer arrestos sin la presencia de autoridades migratorias o del INM. La única medida para frenar esta situación es la negativa de quienes van manejando para abrir la puerta y llamar a personal de tierra de sus líneas de transporte para notificar el suceso.
A varias semanas de haberse cerrado las rutas de ferrocarril de la frontera sur hacia el centro del país, las terminales de autobuses se han convertido en campamentos de personas en situación de movilidad buscando un boleto para poder trasladarse a otras zonas de la República Mexicana. Situación que ha provocado una sobredemanda de pasajes para camiones foráneos y un aumento de retenes en las carreteras.
El panorama migratorio está cambiando rápidamente. Los permisos actuales para transitar por el país tienen una vigencia de 45 días, cuando anteriormente eran de 90 días. Sin pasaporte, no se pueden abordar autobuses, aviones u otro medio de transporte. Quienes solicitan asilo en Estados Unidos deben esperar en territorio mexicano a que se les envíe una respuesta. Se están reforzando los muros en la franja mexicoamericana. Se debate la posibilidad de ampliar el número de aviones disponibles para deportar personas a Guatemala, El Salvador y Honduras e iniciar rutas hacia Venezuela, Ecuador y Colombia. Los albergues están desbordados y se ha planteado que el bloqueo del paso de migrantes inicie en la frontera entre Chiapas y Guatemala.
Una crisis humanitaria es lo que se está viviendo a partir de la implementación de políticas migratorias restrictivas en suelo mexicano. No se les ofrecen condiciones dignas de vida a quienes esperan en el país la solución a sus trámites de asilo. Por el contrario, las acciones que se están desarrollando permiten abusos como el denunciado, en el que hay quienes aprovechan las incertidumbres y vacíos para vulnerar aún más a quienes ya han sido vulnerados.
Anteriormente, se reconocía a México por su apoyo a quienes enfrentaban situaciones de riesgo, por abrir sus puertas para iniciar una nueva vida u ocuparle como trampolín hacia otro país. Ahora, su visión humanitaria está siendo puesta en duda.