La crisis energética derivada de la guerra ruso-ucraniana ha acelerado una configuración geopolítica que ya se veía venir y cuya fragmentación se observa en una serie de batallas comerciales por las materias primas utilizadas para la transición energética y que desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la seguridad nacional de un país.
Con la búsqueda de la independencia energética, Estados Unidos no sólo alcanzó la autosuficiencia con una combinación de fuentes convencionales y renovables de energía, también se convirtió en uno de los mayores productores y exportadores de petróleo de esquisto que le dio un papel que nunca había tenido en el mercado energético. Aun así, Estados Unidos no ha podido reducir su fuerte dependencia a los combustibles fósiles.
China, al producir la energía que consume, redujo su dependencia de las importaciones de combustible y disminuyó fuertemente los riesgos de padecer una interrupción de energía al tiempo que con el impulso de las energías renovables el coloso asiático se ha posicionado como el líder mundial en energéticos bajos en carbono y exportador de tecnología, así como el monopolista de la extracción y procesamiento de los minerales críticos, lo que en conjunto le ha dado una ventaja en el comercio internacional y una muy buena posición geopolítica.
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Si bien los polos de poder chino y estadounidense están bien definidos en el mercado energético, en el resto del mundo han aumentado las preocupaciones sobre interrupciones en las cadenas de suministro y el aumento de precios, por lo que muchos países han comenzado a invertir en su propia producción de materiales críticos, así como a diversificar sus fuentes de abastecimiento; esto, sin embargo, ha llevado a una mayor competencia para asegurar el acceso a estos recursos, pero también confirma que la energía, o mejor dicho, los materiales para su producción, seguirá manteniéndose como una herramienta de presión y disuasión internacional.
En este escenario, ¿China podría utilizar su monopolio sobre los minerales críticos como una herramienta de poder internacional? La respuesta es sí. En 2010 los chinos impusieron restricciones a empresas japonesas a la venta de tierras raras por disputas sobre las islas Senkaku que Japón gobierna y China reclama; en 2012 la posición dominante china en el mercado de tierras raras resultó en quejas por parte de Japón, Estados Unidos y la Unión Europea ante la Organización Mundial del Comercio por restringir las exportaciones argumentando sólo razones ambientales, y en 2023 impuso un régimen de licencias sobre las exportaciones de galio y germanio, dos minerales utilizados para la producción de energía solar y aparatos electrónicos, y de los que China monopoliza la producción.
Una de las características relevantes de las tierras raras es que casi todas contienen elementos radioactivos, por lo que su aplicabilidad se extiende a usos militares de ahí que también China las utilice como un factor de presión a la usanza tradicional. Por ejemplo, el 80% de las tierras raras que se consumieron en Estados Unidos entre 2014 y 2017 fue chino, por lo que el gobierno estadounidense las excluyó de los aranceles a las importaciones provenientes de China en 2018. Esto resalta el hecho de que en 2022 el Departamento de Defensa de Estados Unidos puso en marcha un programa para garantizar la producción de tierras raras a nivel nacional, así como también subraya la visita que el presidente Joe Biden realizó a Vietnam en septiembre pasado para firmar un acuerdo sobre inversión en las reservas de tierras raras en ese país y con el que cabe señalar, dejó clara la fuerte presencia estadounidense en esa región de Asia y en Vietnam, país que cuenta con el segundo depósito más grande del mundo de tierras raras.
Por su parte, Japón y la Unión Europea están trabajando para contar con el suministro de materiales para la producción energética renovable. Por ejemplo, la Japan Organization for Metals and Energy Security ha invertido en la empresa australiana Lynas para garantizar el abasto de tierras raras en el mercado japonés, mientras que la Unión Europea está en proceso de establecer una planta de imanes de tierras raras en Estonia.
Sin duda, los riesgos que crea el monopolio chino sobre las tierras raras son grandes, no sólo por ser fundamentales para la transición energética, también porque son esenciales para otros sectores, como el de la salud, el militar, el informático, el electrónico, entre otros. La creciente demanda de minerales si bien podría apoyar a la minería a nivel mundial, también está comenzando a incentivar la creación de un sistema depredatorio de recursos como el de los hidrocarburos, enmarcado de una nueva Guerra Fría en la que la competencia por el suministro es igualmente férrea. Esto hace preguntar ¿Será que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador hizo bien en nacionalizar el litio a pesar de que México no pinta entre las grandes reservas de esa tierra rara?