Pocos son los que a estas alturas de la historia de México pueden seguir sosteniendo que nuestro país no es machista en todas las esferas de la cotidianidad, en las que el espacio político no ha sido la excepción. Sin embargo, todo parece indicar que México está por experimentar una transformación en su vida política, pues el hecho de que las campañas electorales se hayan anticipado y que Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum suenen para ser las candidatas a la presidencia, indica que México tendrá por primera vez a una mujer como primera mandataria.
Hasta ahora, la masculinización de la política mexicana ha hecho las reglas partidistas de competencia sin que éstas necesariamente hayan tenido un efecto igualitario de género ya que es innegable que dentro de los partidos políticos la mayoría de los roles femeninos están relegados a la participación organizativa más que a líderes con poder de decisión. Esto, no parece haber cambiado mucho con Gálvez y Sheinbaum, pues si bien es un gran avance que sus nombres encabecen las listas de candidatos presidenciables es evidente que durante sus respectivos procesos de elección no han sido ellas las que decidieron, sino la cúpula partidista que encabezarán, conformada en su mayoría por varones.
Por un lado, la coalición del Frente Amplio por México, liderado por Alejandro Moreno, escogió a Xóchitl Gálvez el pasado 31 de agosto, antes de que concluyera el proceso el 3 de septiembre, ya que los números en las encuestas le daban un amplio favoritismo frente a su rival en la coalición, Beatriz Paredes. Por su parte, Claudia Sheinbaum, aunque no es oficial pues faltan los resultados de las encuestas de Morena que se darán este miércoles 6 de septiembre, es casi un hecho que le arrebatará la designación a candidata presidencial al excanciller Marcelo Ebrard y buscará ser la sucesora de Andrés Manuel López Obrador el 2 de junio del próximo año, éste último porque la considera, quizá y hasta hoy, que le será leal si gana la carrera presidencial. En ambos casos, sin menosprecio de los méritos personales tanto de Gálvez como de Sheinbaum pues cada una son por sí mismas mujeres talentosas, existe una gran diferencia entre quién debería llegar por méritos a ser candidata presidenciable, y quién es designada por una coalición o partido políticos.
Pese a ello, sin duda las figuras de Gálvez y Sheinbaum llenan un espacio en la política mexicana en el que hoy se tiene certeza de posibilidades de triunfo, a sabiendas que históricamente la esfera público-política en México había sido uno de los privilegios masculinos. En su carrera hacia la presidencia, ambas serán duramente evaluadas, más que sus pares hombres en contiendas anteriores, y enfrentarán el reto de imponer su propia agenda a las cúpulas de poder político en manos de varones, y en las que por cierto aún es un enigma si estarán presentes las reivindicaciones feministas, aunque con certeza éstas darán un giro dentro de los debates de campaña, especial atención merecerán aquellas relacionadas con los feminicidios, cuyas cifras alcanzaron los 426 asesinatos de mujeres en el primer semestre de 2023.
Independientemente de quien llegue a la presidencia, México está viviendo un momento histórico en el que por primera vez dos mujeres se disputarán por ser la primera mujer presidenta del país. Es cierto que el 7 de septiembre empezará oficialmente la carrera hacia la presidencia, pero es innegable que las mexicanas y mexicanos estamos dispuestos a darnos la oportunidad de que mujeres como Gálvez y Sheinbaum, independientemente de sus trayectorias personales y profesionales, participen en la vida política del país en las mismas condiciones que los hombres, lo que lleva a suponer que la sociedad mexicana también está evolucionando en lo que a la política del país respecta y que ya queremos una democracia más plural, paritaria e incluyente.