El llamado “síndrome de la Chimoltrufia” está de regreso. Se trata de una epidemia recurrente que afecta en mayor medida a los personajes políticos en tiempos electorales. Los síntomas de quienes lo padecen siempre se manifiestan con gran nitidez.
“Yo como digo una cosa, digo la otra” o “Como puede que sí, puede que no, pero lo más probable es que quién sabe”, fueron las frases que utilizaba con frecuencia el personaje de la Chimoltrufia, creado por el escritor, guionista y comediante Roberto Gómez Bolaños.
Aunque los mensajes contradictorios, impensados o mal improvisados a veces parecen una broma, burla o agresión, lo cierto es que son armas de doble filo. Cambiar de opinión es algo normal y sin duda un derecho, pero también suele ser un problema de comunicación.
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La decisión de Samuel García, gobernador de Nuevo León, de solicitar licencia temporal para separarse del cargo y convertirse en el candidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia, es el mejor ejemplo de los efectos negativos que puede provocar el síndrome.
En un contexto en el que destacan las crisis de seguridad y agua que enfrenta la entidad, por mencionar las más importantes, los ataques en su contra incrementarán sus puntos negativos, sobre todo por la contundencia de varias declaraciones que hizo en fechas recientes.
Además, parece haber un error de cálculo por parte del gobernador al subestimar el conflicto que tiene con el Congreso local, por las pocas ventajas que le representa una probable competencia con Marcelo Ebrard y ante la misión casi imposible de ganar la presidencia.
Al pretender crear un nuevo paradigma en el escenario político, Samuel García parece confirmar que su decisión va por tres grandes objetivos: convertir a MC en el factor determinante de la candidatura de Claudia Sheinbaum, subir la presencia de su partido en el Congreso federal y proyectarse como una auténtica figura nacional.
En suma: no hay nada que no se supiera desde hace varias semanas. Además, es probable que el gobernador haya evaluado en su entidad —y a nivel nacional— los efectos que tendría desviar la atención sobre las crisis que enfrenta.
Por si fuera poco, Samuel García ha debido sopesar las consecuencias políticas del retraso anunciado por Elon Musk en la mega inversión que hará en la Gigafactory de Tesla. Y todo esto sin contar las duras críticas que le harán por terminar mostrándose como los políticos de siempre.
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Todo indica que la decisión está tomada. Si el escenario esperado por el gobernador es que no se apruebe su licencia, se trata de una estratagema que lo podría victimizar y llevar a otro cambio de opinión. Lo malo de estos giros es que se presentan a dos años de haber iniciado su gobierno. Lo bueno, es que tiene mucho tiempo para corregir.
Samuel García sabe que cambiar de opinión en forma drástica no significa necesariamente mentir. También debe tener claro que no se justifica un linchamiento para quienes modifican una postura política, un compromiso o una propuesta. Y tal vez esté consciente que modificar el rumbo no siempre es resultado de un error.
A final de cuentas, el pragmatismo del gobernador y sus aliados se impuso. El anuncio de contender por la presidencia de la República no se le chispoteó. Se trata —seguramente— de un riesgo calculado, con una fórmula en la que podría ganar perdiendo con cualquier escenario.
Lo que falta por ver es si sus bandazos dañarán algunas de las cualidades que ya había posicionado: juventud, carisma, empuje y capacidad para innovar. O si, al final de cuentas, retomará el rumbo de la credibilidad y congruencia, cumpliendo las promesas que hizo a la ciudadanía de Nuevo León.
Recomendación editorial: Kathryn Shulz. En defensa del error. España: Editorial Siruela, 2015.