Este 22 de octubre, Argentina irá a las urnas en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. La delicada situación económica del país caracterizada por la hiperinflación, el desplome cambiario y una fuerte deuda pública, han marcado la retórica entre las propuestas de las y los candidatos.
Llegarán a la boleta cinco opciones. Myriam Bregman del Frente Izquierda-Unidad, diputada que enarbola la defensa de los derechos laboristas denunciando al capitalismo explotador. Juan Schiaretti, Gobernador de la provincia de Córdoba, quien aboga por sacar la política de la lógica porteña (es decir, de Buenos Aires).
No obstante, la contienda se centra en tres figuras. Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio; Sergio Massa, de Unión por la Patria; y Javier Milei, de La Libertad Avanza.
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Bullrich fue Secretaria de Seguridad de la Nación durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019) y, entre sus propuestas, está regresar a la Argentina a ser un “país normal” y “con orden”, así como construir una prisión de nombre “Cristina Kirchner”, en alusión a los presuntos delitos que ha cometido la actual vicepresidenta.
Del lado oficialista está Sergio Massa, de Unión por la Patria, Ministro de Economía en funciones y cercano colaborador del kirchnerismo desde hace décadas. Para disminuir el impacto inflacionario del 139% que lleva el país este año, Massa ha hecho malabares para obtener el triunfo presidencial reduciendo impuestos y ampliando el gasto social.
Mas el verdadero fenómeno de la elección se llama Javier Milei, de La Libertad Avanza. Diputado, economista, presentador de medios, histriónico y provocador, Milei se asemeja a un vástago imaginario entre Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Religioso del libre mercado en guerra santa con el estado intervencionista, su propuesta es simple: reducir la administración pública, terminar con subsidios excesivos y abrazar la agenda neoliberal.
La irrupción de Milei en la escena política no es asintomática, pues refleja una visión que ha ido creciendo entre la población argentina sobre los excesos de la élite política: corrupción, ineficiencia, lujos, y reproducción de condiciones de pobreza que conlleva al asistencialismo placentero.
No es difícil caminar por Buenos Aires y escuchar quejas hacia el mito peronista y los arrebatos del kirchnerismo. Pero también es verdad lo contrario: encontrar devotos fervientes del sistema actual, que agradecen a Santa Evita haber salvado a Cristina del atentado. Así de complicado es el imaginario político.
Si las encuestas aciertan, Milei ganaría la primera vuelta, seguido por Massa. Ambos pasarían al balotaje del 19 de noviembre en donde el ganador será quien absorba los 25 puntos que, en promedio, tiene Bullrich entre el electorado.
La pregunta está si, en el momento argentino, los votantes apostarán por un viraje brusco hacia la fe de mercado que puede provocar duros episodios. O, por el contrario, decidan continuar en la nave kirchnerista con una inercia hacia quién sabe dónde. Difíciles escenarios.