MUJER QUE EDITA, SUPERVISIÓN NECESITA

Mujer que edita, supervisión necesita

Guadalupe Rojo y Guadalupe Rubic, asumieron roles de editoras y propietarias de periódicos en el México del siglo XIX y XX, desafiando las expectativas de la época y enfrentando críticas por su trabajo periodístico. | Fausta Gantús

Escrito en OPINIÓN el

Cuando alguien es editor o editora de un periódico, una revista, un libro o cualquier impreso, está claro que en esa persona recae la responsabilidad de la publicación. En general tiende a tener a su cargo gran parte del proceso en su conjunto, esto es, puede participar en la selección, composición y revisión del material que lo integra. Podemos asumir que tiene injerencia en las decisiones sobre lo que se incluye y lo que se deja fuera; aunque quizá no siempre sea el caso. Lo que no se pone en duda es que tiene influencia en la definición de la línea editorial.

En el caso de los periódicos de entre-siglo, del XIX al XX, es difícil saber hasta dónde, quién o quienes aparecían al frente de un impreso como editor/editora intervenía en la selección de los artículos y notas publicados; y más difícil es saber qué tanto se involucraba en la elaboración misma de los artículos y notas publicados cuando no llevaban nombre o estaban firmados por La Redacción o con seudónimos. Pero si se trata de las personas que dirigen o la que tienen a su cargo la edición podemos suponer que estaban íntimamente comprometidas en su realización. Así, no cabe duda de que Ireneo Paz, “director y editor propietario”, era quien estaba al frente de su periódico La Patria de México o que tomaba las decisiones de El Tiempo, su “editor propietario y director”, Victoriano Agüeros. Eso prácticamente no lo cuestionó nadie, en su época, ni lo cuestiona nadie, en la actualidad.

Hasta aquí quienes leen muy seguramente están de acuerdo conmigo. Ahora bien, hay que decir que tal conjetura parece no resultar válida para dos casos muy particulares y significativos de la prensa política mexicana de oposición al régimen, el de Juan Panadero y el de La Muela del Juicio. En efecto, esa convicción se desdibuja cuando se trata de Guadalupe Rojo y de Guadalupe Rubic (sí Rubic, aunque en la misma época y en la historiografía suelen sustituirlo por Robic y más comúnmente por Rubio), la primera “editora propietaria” y administradora de Juan Panadero desde 1899 y al menos hasta 1911, y la segunda “editora”, aunque también propietaria y administradora, de La Muela del Juicio en 1907, que, al parecer, tuvo corta existencia. 

Las vidas personales y el paso de ambas mujeres por el periodismo tienen algunos rasgos coincidentes, amén de ser tocayas: las dos mujeres quedaron viudas; las dos eran madres; las dos asumieron públicamente la responsabilidad de un impreso tras las muertes de sus esposos. Y lo digo así porque no es sencillo saber qué tan involucradas estuvieron antes de los decesos de sus cónyuges, pero es dado suponer que en alguna medida lo estuvieron o resultaría muy extraño que de improviso asumieran el reto de colocarse al frente de un impreso. Las dos optaron por editar periódicos que se caracterizaron por hacer franca y abierta crítica a las autoridades, incluidos gobernadores y aún el presidente Porfirio Díaz, y por tomar partido a favor de determinados personajes y causas. Y las dos fueron cuestionadas, cuando no de plano descalificadas por su labor como editoras. 

Guadalupe Rojo fue pionera en la labor del periodismo político, el suyo fue de los primeros, sino el primero, en ser editado por una mujer. Aunque no se conservan ejemplares de los años en que inició su labor, sabemos por la misma prensa que fue inmediatamente tras la muerte de su esposo ocurrida en octubre de 1899 que asumió la dirección de Juan Panadero. Y dos meses después se convirtió en la primera mujer periodista aprehendida y encarcelada. De la historia de Guadalupe Rubic sabemos menos, que era cercana al Partido Liberal, en el que militaba su esposo y muy probablemente ella, y que al enviudar emprendió su propia aventura periodística y creó La Muela del Juicio. Y por su labor trataron de desprestigiarla acusándola de delatar a los opositores al gobierno.

Cuando en 1904 Guadalupe Rojo era detenida de nueva cuenta, el amable colega El Diario del Hogar, inspirado de los mejores deseos, y lo anoto sin ironía, apuntó “Esta dama, que de ninguna manera interviene en la marcha política del periódico y sólo lo conserva como un elemento de subsistencia para ella y para sus hijos”; eso a pesar de que desde hacía varios años ella estaba al frente y había sufrido ya varias detenciones. En 1907 en las páginas del propio semanario La Muela del Juicio, en su número 13, se tenía que insistir a los suscriptores que “toda carta que envíen que se refiera a la administración de este periódico, la dirijan a las Sra. Editora Doña Guadalupe Rubic Vda. de Martínez Carrión, […] por ser ella la única que tiene injerencia administrativa”; ello a pesar de que desde el primer número en las “condiciones” se explicitaba claramente. Como es posible inferir, seguramente la correspondencia la dirigían a Leonardo Rafael Pardo, quien fungía como director.

Las referencias anteriores dejan ver claramente la prevaleciente convicción común en la sociedad, pero especialmente entre el sector masculino, de la incapacidad femenina. Si se era mujer y se estaba al frente de un impreso, seguramente la inscripción de su nombre en el mismo era en realidad sólo un ribete. Las mujeres estaban, pero no participan, menos aún se podría suponer que decidieran. No es cosa simple definir qué tanto influían estas dos mujeres en la elaboración de sus respectivos impresos, o en la definición de la línea política que asumían. ¿Estaban las editoras de adorno y eran los directores y redactores quienes definían el carácter y contenido? Es poco creíble que se mantuvieran al margen, aunque muchos periodistas, editores, redactores, directores y dueños de periódicos prefirieran que esas “señoras se dedicaran [mejor] a las labores del hogar doméstico”, como apuntaba un escritor en 1900. 

Más allá de las coincidencias apuntadas, las historias de esta dos mujeres son muy diferentes: mientras Guadalupe Rojo estuvo muchos años al frente de su periódico Juan Panadero y como responsable del mismo sufrió varios encarcelamientos, Guadalupe Rubic desapareció del mundo de los impresos tras la breve existencia de La Muela del Juicio, que quizá haya sido su única incursión en el periodismo.

*Fausta Gantús

@fgantus

Escritora. Profesora e Investigadora del Instituto Mora (CONACYT). Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes en Ciudad de México y en Campeche. Autora del libro Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888. Coautora de La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892. Ha coordinado trabajos sobre prensa, varias obras sobre las elecciones en el México del siglo XIX y de cuestiones políticas siendo el más reciente el libro El miedo, la más política de las pasiones. En lo que toca la creación literaria es autora de Herencias. Habitar la mirada/Miradas habitadas (2020) y más recientemente del poemario Dos Tiempos (2022).