Empecemos por lo obvio: es poco probable que Movimiento Ciudadano gane las elecciones presidenciales. No importa la candidata o el candidato que postule. Las tendencias de los últimos años y los números de las encuestas recientes así lo revelan.
Sin embargo, sus posibilidades de crecimiento y la influencia que podría alcanzar en el Congreso convierten al partido en un objetivo fundamental para las dos futuras candidatas que se perfilan para llegar a la recta final.
Las decisiones tácticas que deberá tomar Dante Delgado en el corto plazo serán decisivas, entonces, no solo para el futuro del instituto político que dirige sino para la nueva geografía política que tendrá el país al término del mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador.
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La magnitud del reto que tiene dependerá de la confiabilidad de las encuestas que esté considerando para alimentar sus procesos de toma de decisiones. Si hace caso a las publicadas en los últimos días, sobran razones para que no esté tan optimista.
El ascenso de Claudia y la caída de Xóchitl dificultarían sus posibilidades. Cierto es que las encuestas recientes encendieron los focos amarillos y rojos para la campaña de Xóchitl. Pero también lo es que aún faltan ocho meses para las elecciones.
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En el escenario de hoy, Morena no necesita a MC y Dante Delgado ya decidió públicamente no ir con el PRI y el PAN. Tampoco se ve estrictamente necesaria una negociación para que Morena y sus aliados logren la mayoría calificada en el Congreso.
La mayor ventaja posible para MC está en que se cierren las tendencias entre Claudia y Xóchitl. La otra opción consiste en que, si construye una candidatura competitiva, la batalla final se lleve a tercios. Pero eso está muy complicado.
Con el fin de que se reduzca el margen entre las aspirantes principales, el Frente Amplio por México tendría que reencauzar muy pronto su estrategia. También sería conveniente mantener polarizadas las campañas, porque un escenario de tres no le conviene.
En contraste, MC está obligado a subir su valor y eso dependerá en buena medida del reconocimiento público y el carisma de su candidato. Para algunos, la experiencia y trayectoria del elegido es muy importante. Para otros, la edad sí importa porque el margen de maniobra crece si se abre el espacio a las nuevas generaciones.
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El principal obstáculo para que MC tenga un candidato altamente competitivo está en los contextos que enfrentan los personajes más viables. Unos, por que ya cerraron las puertas. Otros, por las adversidades de la situación política que ellos mismos construyeron.
En la primera situación están Luis Donaldo Colosio y Enrique Alfaro. En la segunda, Marcelo Ebrard y Samuel García. Aunque ya dijo una y otra vez que no, Dante Delgado se presentaría, entonces, como el último recurso.
Al excanciller no le han cerrado la puerta, todavía. Él sería, sin duda, una opción atractiva y tal vez necesaria para el cumplimiento de algunos de sus objetivos. Pero de ahí a cumplir la misión de ganar la presidencia desde este espacio parece una misión imposible.
En contraste, si Ebrard y MC deciden llevar la elección a tercios, la mejor posibilidad que tienen es a partir de un rompimiento estruendoso con Morena, en el que una parte importante de su base decidiera abandonar el movimiento de la 4T. De no ser así, el repunte en las encuestas solo podría ser a partir de un pacto ganar-ganar con Claudia Sheinbaum.
En cuanto al gobernador de Nuevo León, lo primero que debe vencer es la resistencia del Congreso estatal para que obtenga la licencia. Si decide presentar renuncia, tampoco es una buena alternativa, porque tiene poco tiempo en el cargo y provocaría un gran descontento en la ciudadanía.
Con base en lo sucedido, todo indica que Samuel García se perfila como el ganador de la contienda interna. Si supera los obstáculos, Claudia y Xóchitl tendrán un adversario que pondrá más interesante la contienda. La capacidad de comunicación que tienen él y la empresaria e influencer Mariana Rodríguez Cantú, su esposa, logrará llamar la atención, como pocos personajes lo hacen, de los medios convencionales y sobre todo de las redes sociales.
El rango que Samuel García marca en las encuestas va de los 2 a los 7 puntos. Sobre esta base se tendrían que sumar las y los candidatos prioritarios de su estrategia. La meta principal no solo está en convertirse en el factor determinante de la elección presidencial, sino en cumplir la meta que fije su partido en el Congreso.
A diferencia de Marcelo Ebrard, quien sin duda se mostraría como un estadista capaz y experimentado, Samuel garantiza una verdadera campaña disruptiva, provocadora y cargada de emociones. Por eso surgen dos preguntas de difícil respuesta: ¿Qué está dispuesto a ganar y perder el gobernador con una campaña que, a final de cuentas, operaría en favor de Claudia? ¿Cómo afectará el futuro político del excanciller?
Recomendación editorial: Luigui Villegas Alarcón y Gema N. Morales Martínez (coordinadores). Innovación en elecciones: experiencias internacionales. México: Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana Nuevo León (IEEPC), 2022.