ENCUESTADORAS

De las encuestadoras como NPC

Se recurre a cualquier artilugio para intentar reducir la incertidumbre. | Ricardo de la Peña

Escrito en OPINIÓN el

Definamos: llámese encuestadoras a las instancias que diseñan, realizan y/o analizan y se asumen como responsables de estudios mediante encuestas por muestreo, a diferencia de quienes son entrevistadores, personas que hacen entrevistas que pudieran formar parte, o no, de encuestas por muestreo.

¿Qué son los NPC?

¿Y qué es un NPC? Estas son las siglas en inglés de non playable caracter o personaje que no puede ser jugado, por las que en algunos videojuegos se describen identidades que no están bajo el control directo de los jugadores y suelen tener una actitud neutral hacia ellos. Estos personajes no alineados tienen un comportamiento que se supone es automático y ajeno a los designios de los contendientes, aunque por lo general son requeridos para el desarrollo de la historia. Actualmente, los NPC hacen uso de nuevas tecnologías para que sus diálogos sean generados de manera dinámica, permitiendo que se proyecte en ellos esa creatividad e independencia que parece, y debiera ser, propia de las encuestadoras serias en el juego electoral (aunque, claro, eso no se cumple para firmas que venden sus datos al mejor postor y juegan un rol subsidiario al de algún participante directo en la competencia).

Del debate por venir

Durante la próxima campaña electoral van a haber, como suele ser costumbre, dos grupos de encuestadoras claramente diferenciadas: uno que va a mostrar una contienda cerrada y otro que va a reflejar una amplia distancia o, en caso que la brecha entre quienes compiten se cierre, un grupo reflejando ventaja para alguien y el otro para su opositor. Esa división no será consecuencia directa de intereses políticos, dado el carácter neutral de los personajes que encuestan, sino que va a ser producto de las propias mediciones. Desde luego, al final del camino, un grupo estará próximo al resultado y otro distante, pero cuál será el más certero no se sabrá sino hasta una vez que se haya votado y ello no será algo propiciado por el rigor técnico o la calidad del trabajo realizado por las encuestadoras, sino por otros múltiples imponderables, que aparecerán a la encuestadora e incluso al público como generadores de un “cisne negro”.

Y mientras se sabe dónde están realmente las preferencias ciudadanas, cada político, analista, periodista y ciudadano escogerá a cuáles encuestadoras creerles en razón a sus muy personales preferencias y a la afinidad con sus expectativas de los datos que publiciten. Las mediciones que se alejen de ellas serán (des)calificadas como propaganda interesada, resultante de financiamientos oscuros desde la casa de enfrente.

Eso ha ocurrido cada seis años y, por demás, los que han aproximado mejor en una ocasión no han sido necesariamente los que lo hacen en otra, y las encuestadoras que integran uno y otro grupo no son las mismas cada vuelta de tuerca, pues en cada ocasión se dan reacomodos que empatan a encuestadoras previamente distantes entre sí y producen desencuentros entre quienes en el pasado dieron datos concurrentes.

Y algo relevante: para superar este conflicto es impertinente tomar el promedio de las encuestas como estimador idóneo de la votación, como muchas veces se dirá, a partir del supuesto de que al agregar las estimaciones de las distintas encuestas se neutraliza el sesgo de unas con el de otras y se aproxima mejor el resultado. No, así no ocurre en la realidad: históricamente las mejores estimaciones en cada elección han estado en una de las colas de la distribución y la tendencia central de las encuestas ha estado más alejada del resultado que aquellas mediciones que a fin de cuentas resultan ser las más exactas. Pero ya sabemos que se recurre a cualquier artilugio para intentar reducir la incertidumbre.

 

Ricardo de la Peña

@ricartur59