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Jorge Zepeda Patterson • “Presidenta”

La victoria de una mujer en un país de hombres.

Escrito en OPINIÓN el

Por primera vez en 200 años México eligió a una mujer como presidenta. El reconocido periodista y escritor, Jorge Zepeda Patterson, construye la narración más completa y documentada sobre la vida personal y política de Claudia Sheinbaum: el activismo de sus padres en el 68, su temprano compromiso social, su educación humanista y la pasión por la ciencia que la llevó de la UNAM a Berkeley; y de diseñar estufas de leña en la zona purépecha a desarrollar un sistema de vacunación idóneo en tiempo récord. La crónica relata desde los días en su infancia cuando visitaba con su madre a presos políticos en Lecumberri hasta el día en que los mexicanos la  convirtieron en la primera presidenta del país.

Fragmento del libro de Jorge Zepeda PattersonPresidenta”, editado por Planeta, © 2024,. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.

Presidenta | Jorge Zepeda Patterson

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EDUCARSE EN LA TRADICIÓN

Claudia vivió una adolescencia de clase media ilustrada. Aprendió ballet, a tocar la guitarra, charango, arpa, maraca y bombo argentino, afición que aún mantiene. Participó en un grupo folclórico musical llamado Pilcuicatl (Los niños que cantan), en el que tocaba varios instrumentos y cantaba, entre otros, con el hoy actor Daniel Giménez Cacho.

En internet circula un video de una presentación de una Claudia adolescente en el grupo musical, tocando varios instrumentos.1 La descripción del video dice:

Un talentoso grupo de niños, su director musical y un sonidista, todos ellos mexicanos, envueltos en la grabación de un disco de música latinoamericana. El escenario es un viejo teatro de la Ciudad de México […]. Programa grabado en 1972 en el auditorio de una escuela privada en la col. del Valle de la Ciudad de México y fue editado y presentado en 1977.

Al comienzo del video, un niño abre con la pieza «La Tatita». Enseguida se ve, en segundo plano, a otro niño inclinado sobre su instrumento de cuerdas y, en primer plano, a una niña de perfil: dos coletas, raya en medio, camisa rosa, también con su instrumento de cuerdas, pero ella parece abrazarlo y recostarse sobre este. Comienza el niño a tocar, la niña suspira y levanta el rostro justo cuando inicia su participación, es Claudia; a los pocos segundos, se puede ver a quien llegará a ser presidenta electa de México rasgar con intensidad y una concentración absoluta las cuerdas de su instrumento.

Entre los integrantes del grupo «Pilcuicatl» pueden advertirse, además de Claudia y su hermano Julio, a Eduardo Gamboa, Yuriria Contreras, Daniel Giménez Cacho, Andrés Melo e Ildana Contreras.

De aquellos años Claudia recuerda los viajes familiares: «Recorrimos el país desde muy chicos. Conocimos muchísimos pueblos de Oaxaca, Guerrero y Chiapas porque mi mamá iba buscando textiles mexicanos. Mis papás siempre fueron así, de la idea de que nosotros somos mexicanos y queremos la tierra donde nacimos».

El amor por México y su rica cultura se manifestaba en cada viaje familiar, desde visitar pequeños pueblos artesanos hasta explorar las majestuosas ruinas prehispánicas. «Visitamos prácticamente todos los sitios arqueológicos de México y tomamos cursos de verano en el Museo de Antropología e Historia», continúa Claudia. Estos cursos no solo les brindaban conocimientos académicos, sino también una exposición a la diversidad cultural y la historia del país. La familia Sheinbaum creía en las virtudes de una educación vivencial.

La dedicación de su madre a coleccionar huipiles y otros textiles indígenas les permitió conocer de cerca las tradiciones y técnicas de las comunidades locales. Este interés por el patrimonio cultural mexicano inculcó en Claudia el respeto y la admiración por las diversas culturas y sus expresiones, y una aproximación a los matices y peculiaridades de distintas etnias y regiones, no siempre discernibles para muchos mexicanos de origen urbano. Esta conexión profunda con sus raíces y la vivencia directa de la riqueza cultural de México fueron elementos fundamentales en su formación y una poderosa influencia en su manera de estar frente a la realidad del país.

A los 17 años Claudia cruzó el Periférico para cursar el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), plantel Sur, dependiente de la unam. Hasta entonces, Sheinbaum había sido descrita como una alumna aplicada, traviesa y muy activa, y aunque nunca abandonaría una actitud responsable frente a lo que asumió como deberes, la unam comenzó a transformarla.

Tres años más tarde se inscribió en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Sería la época más bohemia de Sheinbaum. Su incorporación al campus universitario, al inicio de los años ochenta, constituyó una exploración en muchos sentidos. Largas tertulias sedimentadas por el humo, la música, la puesta al día sobre libros y películas que no formaban parte del menú familiar, los debates políticos o las relaciones amorosas.

Las actividades extracurriculares de la facultad la llevaron a hacer trabajo en comunidades purépechas en Michoacán. A lo largo de varios años, dentro del equipo del maestro Marco Martínez Negrete regresaría una y otra vez a la zona de Cheranástico para co­laborar en el diseño y fabricación de estufas de leña. Una experiencia de inmersión en el México indígena y rural que, como ella afirma, la marcaría profundamente.

Mientras tanto en Los Pinos…

Si bien para Claudia Sheinbaum los procesos sociales arrancados en 1968 fueron determinantes en su crecimiento personal, para hablar del México en el que se formó como ciudadana con un criterio propio, es necesario remitir al periodo presidencial de Carlos Salinas de Gortari.

Este sexenio priista (1988-1994) fue una etapa crucial en la historia de México, marcada por la introducción de reformas económicas y políticas significativas. Salinas implementó una política que tenía como fin la modernización económica a costa de privati­zar empresas estatales, la desregulación de mercados y la apertura comercial con otros países, en especial EUA. El proceso terminaría con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1992. Estas reformas buscaban integrar a México en la economía global y atraer la inversión extranjera.

Sin embargo, el sexenio de Salinas también estuvo marcado por una serie de eventos controvertidos y críticos que influyeron en la percepción pública de su gobierno. El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 expuso la persistente desigualdad y marginación en el país, particularmente en las comunidades indígenas. Además, el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio en 1994 y del secretario general del pri, José Francisco Ruiz Massieu, generaron una crisis política y de seguridad.

En el ámbito económico, el final del sexenio de Salinas estuvo marcado por la crisis financiera conocida como el «Error de Diciembre», que provocó una devaluación del peso y una recesión económica que afectó gravemente al país. Esta crisis fue en parte consecuencia de políticas económicas implementadas durante su administración y de factores externos. El rescate bancario, a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), generó un gran descontento social debido al costo que implicó para el erario.

Las políticas salinistas sentaron las bases para el México contemporáneo, pero también dejaron una herencia de desigualdad, corrupción y desconfianza en las instituciones: una combinación de reformas económicas ambiciosas y una serie de crisis políticas y sociales que modificaría la historia reciente de México. Esa toma de poder de los tecnócratas representó en la práctica un cambio de régimen. Aunque en ese momento Claudia experimentaba el trascendente paso de la vida estudiantil a la profesional, de la soltería a la vida en pareja y la maternidad (el sexenio de Salinas es, para Claudia, paralelo al tramo que va de sus 26 a 32 años), las conse­cuencias del salinismo a la postre modificarán su biografía. La deriva tecnocrática neoliberal provocó la ruptura de la corriente progresista del pri, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y, entre otros, un inquieto tabasqueño. Una corriente que, unida a las muchas variantes de la izquierda urbana a las que Claudia pertenecía o conocía, convergería en el movimiento social que hoy la lleva a Palacio Nacional.

La escuela

La educación para Sheinbaum siempre ha sido piedra angular de su manera de ver y actuar en el mundo. Para ella, desde la educación es posible transformar el mundo, y en esta ecuación los profesores son determinantes. Claudia se expresó sobre la importancia de sus propios profesores en su carrera profesional —mentores, figuras a seguir— durante una entrevista que le hizo José Manuel Posada de la Concha en 2010 para el sitio web de la Facultad de Ingeniería de su alma mater:

Desde chica siempre me gustaron las matemáticas y tuve un excelente profesor de física en el CCH Sur. En este sentido, es bueno decir que es muy conocida la aversión que tienen muchos estudiantes por las matemáticas, debido a la mala enseñanza del tema en nuestro país; un buen profesor puede ser fundamental para que te agraden las diferentes disciplinas, y yo lo tuve.

Me gustó mucho la carrera, pero yo quería cosas más aplicadas. En la Facultad de Ciencias (FC) tuve un profesor brillante: Marco Antonio Martínez Negrete, que daba un seminario muy bueno sobre energía; por eso mi interés en el área de energéticos, en la que actualmente me sigo desarrollando y que nunca dejé, ni como estudiante, ni como investigadora. En esas épocas estuve en un grupo de la FC donde hacíamos trabajo en comunidades rurales. Solicitamos un financiamiento y fuimos a Michoacán a promover tecnologías apropiadas, de tal forma que hicimos un estudio que hasta la fecha es el más completo en el país sobre el consumo de energía en una comunidad rural. Esto fue publicado en un cuadernillo del Colmex por ahí del 85. Nuestro trabajo se centraba en estufas eficientes de leña.

Salí de la carrera y de inmediato, sin recibirme, vine a hacer la maestría aquí, a Ingeniería, específicamente a la Facultad de Ingeniería (FI). Hice el posgrado en ingeniería energética mientras impartía ayundantías en la FC. A la par de estudiar la maestría, realicé mi tesis de licenciatura sobre un estudio termodinámico de una estufa eficiente de leña. En la maestría tuve la fortuna de tener como profesor al Ing. Jacinto Viqueira y como tutor al Dr. Gauntam Dutt, investigador hindú que actualmente trabaja en Argentina. Él es reconocidísimo a nivel internacional en temas de eficiencia de energía. Mi tesis de maestría fue sobre ahorro de energía en iluminación en los sectores residencial y comercial.

Cuando dio esa entrevista, Claudia tenía más de 10 años de investigación en su área y había sido la «supersecretaria» de AMLO cuando fue jefe de Gobierno en el entonces Distrito Federal (2000 a 2006). Era vista como una profesionista con una experiencia que sobresalía en cada área en la que se dedicaba a trabajar. Para ella, su éxito profesional está inextricablemente unido a su formación escolar y a la dedicación con la que abordó sus estudios.

Una modelo para las niñas

En su documental homónimo, Claudia Sheinbaum da un mensaje a las niñas del presente y a las mujeres que definirán el futuro:

Hay que decirles a las jóvenes: «Sigan luchando porque nunca más “calladita te ves más bonita”, nunca más». Falta hacer muchas más cosas,­ pero que las mujeres, las niñas y las jóvenes sepan que hay un gobierno que no las deja solas.

Yo veo cómo me miran las niñas. Me han dicho: «De grande yo quiero ser jefa de Gobierno». Ven a una mujer que fue jefa de Gobierno, gobernadora; hoy somos nueve gobernadoras en el país… Yo creo que eso a las niñas les abre un panorama que antes no tenían.

Al ser Claudia Sheinbaum una científica, egresada de facultades de ciencias «duras», también es un referente profesional para otras niñas y jóvenes en un mundo donde solo el 12% de los miembros de las academias científicas son mujeres, según datos de la Unesco.

En sus discursos, Sheinbaum insiste en que ella, como política y científica, piensa objetivamente que «un mundo mejor es posible». En ese tenor, ofreció una conferencia en la Cumbre de Ciudades de las Américas, celebrada en Denver, Estados Unidos, el 27 de abril de 2023. En esa ocasión, habló desde su experiencia al frente de la capital del país:

La Ciudad de México, como muchas otras del continente, creció con graves problemas de desigualdad económica, social y territorial; además, con modelos de desarrollo sustentados en la sobreexplotación de los recursos naturales. Frente a estos históricos retos, se suma la necesidad de contribuir a la disminución de los gases de efecto invernadero y la adaptación a sequías y otras consecuencias del cambio climático.

En este marco, nosotros enfrentamos estos desafíos no con pesimismo, sino con el optimismo de que otra realidad y otro mundo es posible, siempre y cuando no olvidemos que los retos ambientales no se enfrentan solo con políticas ambientales, sino con la visión de que el desarrollo humano —ojo, dije desarrollo y no crecimiento económico— y la justicia social y ambiental siempre van de la mano.

Esto significa concebir que las personas y las sociedades debemos enfrentar los viejos y nuevos retos con una visión de derechos socia-les, no todo puede tasarse con valor de mercado; es decir, el derecho de todos y todas a la educación, a la salud, a un salario y trabajo digno, a una vivienda digna, a la cultura; el derecho a un medio ambiente sano, a la justicia para los pueblos originarios y también el derecho de las mujeres a la igualdad sustantiva.

Ciencia y mujeres

La primera mujer en México y América Latina titulada en la universidad fue la dentista Margarita Chorné y Salazar, en 1886, disciplina que heredó de su padre, lo cual ayudó para que le fuera otorgado el título profesional. En 1887, Matilde Montoya se convirtió en la primera mujer médica.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde), en 2017 se graduaron con un docto­rado 9?300 personas en México, de las cuales el 52% eran mujeres. De este grupo, el 38% obtuvo su grado en el campo de la educación, lo cual evidencia una fuerte inclinación hacia áreas que tradicionalmente han contado con mayor participación femenina. Para 2018, había cerca de 250?000 estudiantes de posgrado en el país, de los cuales el 52% eran mujeres, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Sin embargo, el efecto acumulado tras décadas caracterizadas por la inequidad de género es palpable. En 2022, de los 183 investigadores e investigadoras eméritos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), solo 38 eran mujeres. Científicas que demostraron una trayectoria sobresaliente en sus respectivas áreas de especialización e hicieron contribuciones fundamentales para la generación de nuevo conocimiento científico, humanístico o tecnológico.

Lo cierto es que persisten fuertes desafíos en el campo laboral en el que Claudia Sheinbaum se desenvolvió. Aunque las mujeres y los hombres tienen un número similar de investigaciones, y ellas pro­ducen una cantidad comparable de artículos científicos y académicos, tienden a ser menos promocionadas a las categorías más altas de la Academia. Este fenómeno subraya la necesidad de políticas y medidas específicas para garantizar que las mujeres no solo accedan a la educación superior en igualdad de condiciones, sino que también puedan avanzar en sus carreras profesionales al mismo ritmo que los hombres y consigan una representación equitativa en los niveles más altos de la investigación y la Academia.

De acuerdo con datos del Instituto de Estadística de la Unesco, las mujeres representan el 33.3% de las plantillas de investigadores a nivel mundial. En México, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2022 se registraron 494?753 mu­ jeres que estudiaban algún programa relacionado con la ciencia y la tecnología.

En México, las profesiones en las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (stem, por sus siglas en inglés), ofrecen salarios por encima del promedio nacional, y presentan una menor brecha salarial entre hombres y mujeres, de acuerdo con el IMCO. Una oportunidad­ significativa para impulsar la equidad de género y mejorar las condiciones laborales en sectores clave para la economía del país.

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