A lo largo de más de doscientos años de existencia como país, México ha sido gobernado por una larga sucesión de presidentes varones, jamás una mujer. Eso, sin embargo, está por cambiar: el 2 de junio de este 2024, los mexicanos nos iremos a dormir con la noticia de quién será la primera presidenta de nuestra historia.
Ante este parteaguas en la vida nacional y sus potenciales repercusiones para todos los habitantes, pero muy especialmente para las mujeres de nuestro país, la periodista Yuriria Sierra seleccionó a un grupo de 112 mexicanas destacadas en su área —políticas, periodistas, intelectuales, activistas, artistas, científicas, influencers, todas de distintas edades y tendencias ideológicas— y las invitó a contestar la pregunta:
¿Qué esperas de la que será la primera presidenta de México?
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En sus respuestas podemos encontrar una gran diversidad de emociones y posturas, pero en todas permean los anhelos, las esperanzas de millones de mexicanas que constantemente sufren violencia e injusticias; que se esfuerzan día a día por sacar adelante a un hijo, a un padre enfermo, un trabajo mal pagado y un hogar; que luchan valientes e incansables contra los pisos pegajosos y los techos de cristal. Pero además de sugerencias, peticiones y consejos para nuestra futura presidenta, hay más de una advertencia ante la inimaginable traición que significaría adoptar el modelo masculino de gobernar.
Fragmento del libro de Yuriria Sierra “Presidenta: Más de 100 mujeres te escriben” con autorización de Editorial Océano.
Yuriria Sierra | Periodista. Titular por diecisiete años de la emisión televisiva de mediodía de Grupo Imagen, primero en Cadenatres y posteriormente, los últimos ocho años, en la cadena nacional de Imagen Televisión. En radio conduce el programa Ya cierra, en Imagen 90.5. Escribe la columna editorial Nudo gordiano en el periódico Excélsior. Es colaboradora en Puntos de quiebre, suplemento anual coeditado con The New York Times. En las elecciones de 2018 fue moderadora del segundo debate presidencial organizado por el INE.
Presidenta: Más de 100 mujeres te escriben | Yuriria Sierra
El prólogo es ella
Yuriria Sierra | Periodista
Que seas la líder que México necesita. Que seas nuestra madre, hermana, mentora. Que tengas sabiduría, lucidez y templanza, pero que seas valiente, que seas guerrera, que seas audaz y que seas estratega. Una mujer que entienda el pasado y recupere mítica y místicamente la raíz, pero suficientemente astuta para librarte de sus maldiciones. Que seas la restauradora del presente y la arquitecta de su resiliencia. Y también la visionaria y constructora del futuro. Que seas al mismo tiempo rebelde y sanadora… Mujer águila, mujer jaguar… Nahual y tejedora… Ellos no pueden. Tú sí. Tú podrás todo lo que ellos no pudieron. Tú querrás. Tendrás que. Y tendrás con qué.
Ponte la piel todopoderosa de Coatlicue, el vestido sagaz de la Malintzin, el inteligente y desafiante manto de Sor Juana, el retador e irrepetible pincel de Frida Kahlo, la indómita carrillera de las Adelitas… Haz la revolución. No, mejor deshazla. No: invéntanos una nueva.
Los arquetipos femeninos de México y de Occidente se nos funden y se nos confunden. Todos ellos nacidos, siempre como excepción, en un universo y con una narrativa casi exclusivamente masculinos. Arquetipos femeninos que han tenido que autogenerarse entre la maleza patriarcal. Los arquetipos de “mujer poderosa”, si bien son pocos, existen. La épica de “la mujer al mando”, por otro lado, es algo parecido a lo inexistente. Y de ahí partimos.
México atraviesa un escenario que no sólo es histórico en sí mismo; es un escenario que se antoja irrepetible en el corto plazo: dos mujeres contienden por el cargo más alto de la jerarquía político-social: la presidencia. Por lo tanto, lo que sabemos con grado de certeza es que el 2 de junio los mexicanos iremos a dormir con la noticia de que una mujer será nuestra nueva presidenta.
¿Y qué esperamos las mujeres mexicanas de quien será la primera entre nosotras? Decidí que había que preguntárselo a ellas. ¿A quiénes, si no a mujeres que han tenido que luchar y romper varios techos de cristal en sus respectivas disciplinas? ¿A quiénes, si no a mujeres que han enfrentado estructuras patriarcales que no tenían todas sus puertas abiertas? ¿A quiénes, si no a mujeres que han tenido que adaptar y reinventar las reglas de su propio juego? Políticas, periodistas, intelectuales, activistas, artistas, científicas. Todas las generaciones, todas las posturas, todos los lentes para mirar este inédito horizonte. Y así nació el libro que tienes entre las manos… Más de cien mujeres, brillantes todas, sobresalientes cada una de ellas en su respectivo quehacer, nos cuentan qué es lo que esperan de quien será la primera mujer en portar la banda presidencial en México.
Con muchísimo entusiasmo recibí la respuesta. Sí, de quienes trabajan en la arena política (en ambos lados de la cancha), pero también la periodística, la intelectual, la creativa, la científica, la artística, el activismo y la empresarial. Todas ellas escribieron y mandaron su texto con una alegría que puede entenderse y explicarse desde la certeza de encontrarnos ante un hecho histórico absoluto: tendremos una mujer al mando.
Cada uno de los textos que componen este libro responde a lo que las 112 colaboradoras entienden como escenarios deseables, necesarios y urgentes desde, al menos, tres lugares distintos: la experiencia personal para abrirse, como mujeres, camino en terrenos mayormente dominados por hombres; el conocimiento de su campo laboral y de las puertas y estrategias que le pueden resultar útiles a quien será la primera mujer en presidir los destinos del país y, por último, desde un sorprendente respeto por lo que puedan ser o representar ambas candidatas. Y es que, en tiempos de polarización, las mujeres aquí escribientes parecen esperar, así sea sólo desde un lugar meramente intuitivo, que la violencia y la confrontación, pero también la desigualdad que las generan, disminuyan significativamente una vez que sea una mujer la que encabece la toma de decisiones en nuestro país.
Al leerlas me resultó inevitable regresar a los arquetipos, y todos, de una forma u otra, están presentes. Y es que así funciona el inconsciente colectivo. Destaco tres, presentes en la mayoría de los textos: uno, audacia y sensibilidad para resolver el peor problema que aqueja a México: la inseguridad, y particularmente en su más dolorosa expresión, la violencia de género, la desaparición forzada y el feminicidio. Dos, valentía para continuar o desechar lo que sirve y lo que no (en términos de políticas públicas). Y tres, una absoluta empatía para atender los problemas más sensibles de México que siguen pendientes en la agenda pública.
La primera mujer presidenta de México será la suma de todas ellas y ninguna. Porque justamente le tocará a ella encarnar ese lugar que le hable no sólo al presente sino al futuro de este país. Un lugar absolutamente virgen e inexplorado. Y su figura y su desempeño serán la piedra fundacional no sólo de su sexenio, sino del imaginario de todas las mujeres (y también de los hombres) en este país. Su elección marcará un hito en la historia de México, un parteaguas hacia una sociedad más justa e igualitaria. Será un símbolo de esperanza para las niñas y las mujeres, un faro que ilumine el camino hacia un futuro donde el género no sea un obstáculo para alcanzar el máximo potencial.
La primera mujer presidenta de México aún no tiene nombre, pero ya tiene rostro: el de todas las mujeres que han luchado por un México mejor. Y de todas las que lo siguen haciendo. Pero, sobre todo, de las que heredarán la posibilidad de aquello que ya habrá cambiado para siempre. Su victoria será la victoria de todas, de todos los estados, de todos los partidos y de todas las generaciones. Cuentas con nosotras para la construcción de esta nueva era.
Y espero que tú, lectora, lector, encuentres tanta inspiración como nosotras en todas las páginas que tienes a continuación.
Claudia Aguilar Barroso
Abogada constitucionalista
Setenta y un años después: una a la presidencia
Según cifras oficiales, en México desde 1953 (año en que se reconoció a las mujeres el derecho a votar y ser votadas) hasta 2023 se han elegido 360 personas para desempeñarse como titulares de los poderes ejecutivos locales; de ese total, el 98% han sido hombres y tan sólo el 2% mujeres. De suerte que tener hoy a dos candidatas mujeres a la presidencia de la República es, además de un hito histórico, el resultado y consecuencia de muchos años de lucha y activismo feminista. Sin embargo, la sola llegada de mujeres al poder no significa que haya disminuido ni el poder ni el pacto patriarcal; para eso es necesario que las dirigencias de los partidos cambien las dinámicas prevalentes de control jerárquico y sumisión. Tanto Xóchitl Gálvez como Claudia Sheinbaum llegan en un contexto en que los movimientos y los feminismos son tan importantes que han moldeado la agenda y la opinión públicas, y serán además ellas quienes provoquen otras conversaciones y generen cambios sociales que impacten directamente en la vida de las mujeres y del país en general.
Y así, setenta y un años después del reconocimiento del derecho del voto de la mujer en México, es casi un hecho que tendremos por primera vez a una mujer presidenta. Esto no es una cuestión meramente de género, sino de formas de ejercer el poder. Se trata de que las candidatas presidenciales, y desde luego la futura presidenta de México, asuman una verdadera agenda feminista. ¿Y cómo se vislumbra esta agenda feminista?
En primer lugar, como una agenda que incluya el sistema nacional de cuidados; una reforma integral del sistema de protección y seguridad social y salud para hacerlas universales; la disminución (erradicación) de las brechas salariales entre hombres y mujeres; mecanismos para acabar con la impunidad en el tema de deudores alimentarios y de violencia contra las mujeres, cuyo máximo indicador son los casi once feminicidios diarios; la pacificación del país; la reforma fiscal pendiente para revertir la desigualdad que genera la concentración de riqueza derivada del uso del poder político y económico; la urgente atención al cambio climático, entre otros.
Los retos de agenda y gobernabilidad sin duda son enormes, y para hacerles frente de manera efectiva se requieren equipos bien estructurados, pero sobre todo una nueva forma de ejercer los liderazgos. Hace falta un liderazgo colaborativo que convoque a los diversos niveles de gobierno y sectores, a las fuerzas políticas para llevar a cabo acciones coordinadas. Es tiempo de mujeres a cargo, pero sobre todo es tiempo de mujeres con agenda de género que apoyen políticas públicas que permitan que las mujeres se desarrollen en un plano de igualdad con los hombres. ¡Setenta y un años de sufragio femenino es un hito, ahora falta alcanzar la igualdad sustantiva!
Debemos hacer nuestra la convicción de que no puede hablarse de una sociedad verdaderamente democrática sino hasta que esté completamente asegurada la participación y voz de las mujeres. Ojalá que la llegada de la primera mujer a la presidencia, aunque sea de manera simbólica, sirva para lograrlo.