“El Diablito Rojo” fue un impreso cuya segunda época se publicó de febrero de 1908 a noviembre de 1910. Se trató de un semanario combativo en términos políticos, que se posicionó como opositor de las autoridades. A través de sus páginas, y en particular valiéndose de las caricaturas, denunció la explotación del pueblo trabajador por parte de los empleadores, así como su sometimiento por el “fanatismo” provocado por la religión católica. Criticó también las acciones y decisiones gubernamentales, tanto en lo local, como lo nacional y aun lo que tocaba a lo internacional. Especialmente se ocupó de las relaciones de México con Estados Unidos, de la actuación del Congreso de la Unión, de los grupos políticos y sus pretensiones –en particular de las electorales–, así como del papel desempeñado por los integrantes de la prensa. Hizo una particular y muy sostenida defensa del obrero y del pueblo en general; denunció el descontento popular y dio cuenta del desarrollo de la lucha armada.
Y, aunque no era tema de su principal interés, se ocupó también de las mujeres, del feminismo y del voto de las mujeres, entre otros asuntos. Con tono jocoso y ánimo burlón hizo alusión en imágenes y textos a esas cuestiones. “¡Ya tenemos sufragettes!”, fue un poema satírico que apareció el 4 de julio de 1910, firmado por “Miau”, seudónimo que puede aludir simplemente al maullido del gato –animal reconocido por su astucia, pero también por taimado–, o referir al título de la novela homónima de Benito Pérez Galdós. En sus versos, alude socarronamente al fenómeno, buscando, con la primera estrofa, generar expectativas:
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“Pues señor: esta ciudad,
de los Palacios llamada,
ya se encuentra amenazada
con otra calamidad.”
Y la amenaza sobre la que advertía y pregonaba no era otra que la presencia de sufragistas en la capital del país. Esto es, mujeres que reclamaban derechos políticos y su participación en la vida pública; espacios, hasta entonces, reservados exclusivamente para hombres.
Unos meses después encontramos “Bien por las hembras templadas”, poema satírico publicado el 7 de noviembre de 1910, bajo el seudónimo “El mismo”, que constituye una abierta mofa con respecto al feminismo:
“quién dice que el feminismo
entre nosotros no avanza
y es tan solo
pura guasa
de una pocas
viejas damas”.
Paradójicamente, al ironizar su menosprecio por el movimiento y pretensiones feministas, va dando cuenta de la presencia del fenómeno y de la importancia que iba cobrando en la sociedad mexicana; así como de la manera en que el mismo se había extendido entre los diversos sectores, atravesando las diferentes clases sociales:
“los progresos alcanzados
por las faldas,
no se reducen ahora
a la gente encopetada
[…]
Hoy el feminismo cunde por las esferas más bajas,
y se adueña de las hembras
de pelo en pecho, de enagua
de percal y de rebozo,
que allá por los barrios andan
[…]”
Esas mujeres atacadas de feminismo, poseídas por él, empoderadas –diríamos en términos actuales–, eran capaces de contemporizar con los hombres, de plantarse en cualquier sitio y exponer sus principios y sostener sus causas. Aunque su causa fuera de dudosa honorabilidad, como la de una mujer supuestamente acusada de robo por otra fémina, que en medio del proceso judicial solicitó la palabra para hacer el alegato de su defensa:
“serena, sutil, impávida,
[…]
hizo su propia defensa
como un Castelar con faldas!”
Su alocución fue tal, ironiza “El Diablito Rojo”, que no quedaba otra que “absolverla y libertarla”. Y concluye el poema señalando:
“Y ahora que cuenten las crónicas
que el feminismo no avanza!”
Varias cuestiones se desprenden de aquellos versos, pero la más importante es, sin duda, la constatación de que el feminismo era un tema instalado en el debate público que cobraba mayor fuerza cada día.
Conforme transcurría el tiempo y la publicación fue sumando números a la par que la situación política se fue tensando, las referencias a las mujeres ganaron un poco de seriedad. Así, en el último número que se conserva en la Hemeroteca Nacional, y que corresponde al 28 de noviembre de 1910, la imagen de portada es una caricatura en la que en plena noche el personaje de “El Diablito Rojo”, observa y vitorea desde un extremo del recuadro a una mujer que en el lado contrario asesta, con determinación, una trompada en el rostro de un caballero. La sátira visual se titula: “¡Vivan las heroínas mexicanas!” y va acompañada de unos versos en los que, entre otras cosas, se lee:
“¡Oh, la mujer mexicana!
[…]
y en las lides de heroísmo,
ejemplo de patriotismo
[…]
porque en Leona Vicario
y en la Gran Corregidora
toma ejemplo a toda hora.
Y si por suerte traidora
México ha de contender
con el yanki: gran mujer,
heróica hasta lo increíble,
harás al hombre invencible
contra cualquier poder!”
Sin hacer un estudio sistemático del semanario es difícil precisar la posición de sus redactores en cuestiones como el derecho de las mujeres al voto, por ejemplo; pero lo que sí se puede señalar es que al darles espacio en sus páginas visibilizó los problemas y a sus protagonistas. Aun suponiendo que el énfasis fuera descalificador y desacreditador, que no les resultaba a sus redactores posible sacudirse la visión machista de época, al abrir sus columnas para discutir la presencia del sufragismo en el territorio mexicano o aludir a la participación destacada de algunas figuras en episodios fundantes de la nación, esto es, al detenerse en la actuación de las mujeres en el espacio público, les reconocía, tácitamente, su papel como protagonistas de la vida política.
Profesora e investigadora del Instituto Mora e integrante del SNII. Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes. Entre sus publicaciones más recientes se cuentan el libro “Caricatura e historia. Reflexión teórica y propuesta metodológica” (2023); “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892” (2020, coautoría); así como la co-coordinación de “Un siglo de tensiones: gobiernos generales y fuerzas regionales. Dinámicas políticas en el México del siglo XIX” (2024) y “Emociones en clave política: el resentimiento en la historia. Argentina y México, siglos XVIII-XX” (2024). Autora también de “Herencias. Habitar la mirada / Miradas habitadas” (2020) y “Dos Tiempos” (2022).