La Universidad Iberoamericana, mejor conocida como la Ibero, se ha consolidado como una de las instituciones educativas más prestigiosas de México y América Latina. Fundada en 1943 por la Compañía de Jesús, esta universidad privada ha desempeñado un papel crucial en la formación de líderes comprometidos con la investigación y la excelencia académica.
Para comenzar a hablar de esta universidad, se debe comenzar con su historia. La Ibero nació con el objetivo de ofrecer una educación basada en los principios jesuitas de rigor académico, inclusión y responsabilidad social. Desde sus inicios, ha buscado formar profesionales no solo competentes en sus áreas de estudio, sino también comprometidos con la transformación de la sociedad. Su lema, "La verdad nos hará libres", refleja su compromiso con la búsqueda del conocimiento y la justicia con el que se fundó.
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Con campus en la Ciudad de México, Puebla y Tijuana, la Ibero ofrece una amplia gama de programas de licenciatura, posgrado y educación continua. Entre sus carreras más destacadas se encuentran Comunicación, Arquitectura, Ingenierías, Derecho y Relaciones Internacionales. Además, la universidad cuenta con centros de investigación reconocidos internacionalmente en áreas como derechos humanos, sustentabilidad, economía y tecnología.
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La Ibero ha sido clasificada consistentemente entre las mejores universidades de México y América Latina por rankings internacionales como QS y Times Higher Education. Con más de 80 años de historia, la universidad sigue innovando para enfrentar los retos del siglo XXI, incluyendo la digitalización de la educación y la adaptación a un mundo globalizado.
¿Quién es el dueño de esta famosa universidad?
La vida de la universidad Iberoamericana inició gracias a la visión de Enrique Torroella, S.J., y un grupo de jesuitas preocupados por la juventud mexicana. Apoyados por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Rodolfo Brito Foucher, este grupo fundó una universidad católica que no solo ha perdurado, sino que ha crecido hasta convertirse en la Universidad Iberoamericana que conocemos hoy.
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Vale la pena mencionar que Enrique Torroella, S.J., fue un sacerdote jesuita y uno de los principales fundadores de la Universidad Iberoamericana en México. Su visión y liderazgo, junto con el apoyo de un grupo de jesuitas hicieron posible la creación del Centro Cultural Universitario en 1943, que más tarde se convertiría en la Universidad Iberoamericana.
Torroella fue un impulsor clave del proyecto educativo que buscaba ofrecer una formación universitaria con un enfoque humanista y filosófico, alineado con los valores cristianos y los principios de la Compañía de Jesús. Además, legó una parte de su herencia personal para garantizar el desarrollo y sostenimiento de la institución en sus primeros años, lo que permitió la creación de becas para estudiantes con recursos limitados. Su legado permanece como una piedra angular en la historia de la Ibero.
Desde su fundación, la Universidad ha tenido siete sedes, comenzando en una casa en la avenida Hidalgo 120, en el centro de la Ciudad de México. Actualmente, su campus en Santa Fe, inaugurado en 1988, es el lugar donde se concentran todas las carreras. Este campus representa el periodo más largo de estabilidad espacial en la historia de la Ibero.
AJA
