Un 3 de septiembre de 1884, en el pequeño pueblo de Tingüindín, Michoacán, nació Francisco José Múgica, un hombre que se convertiría en una figura clave de la Revolución Mexicana y en el mentor ideológico de Lázaro Cárdenas. Múgica, conocido por su radicalismo, fue uno de los más destacados líderes revolucionarios, ocupando importantes cargos como gobernador de Tabasco, Michoacán, y del entonces territorio de Baja California Sur. Además, fue un constituyente influyente en la creación de la Constitución de 1917, donde sus posiciones firmes y su visión ideológica dejaron una huella imborrable.
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A lo largo de su vida, Múgica participó activamente en la lucha revolucionaria, uniéndose a las fuerzas de Pascual Orozco y convirtiéndose en lugarteniente de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Fue en Michoacán donde conoció a un joven Lázaro Cárdenas, quien se convertiría en su alumno y, eventualmente, en uno de los presidentes más importantes de México.
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Sin embargo, la relación entre Múgica y Obregón se deterioró, lo que llevó a un intento de asesinato del revolucionario, del cual logró escapar gracias a la intervención de Cárdenas. Múgica nunca alcanzó la presidencia. Aunque muchos, incluido el propio Cárdenas, lo veían como el sucesor ideal para consolidar las reformas sociales y económicas del cardenismo, su radicalismo lo convirtió en una figura polarizante.
En 1939, con un país profundamente dividido y bajo la presión de Estados Unidos, Cárdenas optó por apoyar a un candidato más moderado, Manuel Ávila Camacho. Múgica, reconociendo la realidad política, declinó su candidatura y se unió al equipo de Ávila Camacho, quien eventualmente se convertiría en presidente de México.
El día que Cárdenas exilió a Calles por entrometerse en su gobierno
Tras la muerte de Álvaro Obregón en 1928, la figura predominante de la política mexicana fue Plutarco Elías Calles; sin embrago el destino político del llamado “Jefe Máximo de la Revolución” cambio hace 89 años, el 10 de junio de 1935, el general Calles convocó a un grupo de senadores a su casa en Las Palmas, en Cuernavaca para atender la situación de crisis laboral que aquejaba a la nación.
En esa reunión habló con franqueza y sin titubeos, las declaraciones de Calles hicieron eco, al otro día Ezequiel Padilla publicó en El Universal un resumen de la visita de los políticos a Las Palmas; en su largo texto se resaltaba que Calles aseguraba que los obreros no tenían derecho a la huelga, que había divisiones en ambas cámaras por la enemistad entre el presidente y el "Jefe Máximo", y que no estaba de acuerdo con las acciones en material laboral del general Lázaro Cárdenas. Como era de esperarse la nota sacudió a la política nacional.
Al día siguiente, el general Calles tuvo que desmentir lo que se decía de él. En un mensaje publicado aseguró categórico “no hay nada ni nadie que pueda separarnos al general Cárdenas y a mí”. El político sonorense hizo alusión a los lazos que lo unían al presidente: “Conozco al general Cárdenas. Tenemos 21 años de tratarnos continuamente y nuestra amistad tiene raíces tan fuertes para que haya quien pueda quebrarla”. Después, arremetió contra sus enemigos y los culpó del malentendido de sus declaraciones.
Para el 14 de junio fue publicada una carta del presidente Cárdenas en que anunciaba la renuncia de todo su gabinete “con el propósito de orientar la marcha del gobierno federal”, y con ello romper con el callismo y un día después tuvo en su escritorio la renuncia de Pascual Ortiz Rubio, presidente del Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del actual PRI, fundado por Calles. Tres días después integró uno nuevo gabinete sin elementos del callismo y con Emilio Portes Gil en la presidencia del Comité Ejecutivo del PNR.