El 21 de agosto de 1842 falleció Leona Vicario, una de las figuras más emblemáticas de la Guerra de Independencia de México. Nacida como María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México, Leona se destacó por su valentía y compromiso con la causa insurgente, convirtiéndose en una de las primeras mujeres periodistas del país.
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Leona provenía de una familia acomodada; su padre, un comerciante español, le proporcionó una educación privilegiada, algo poco común para las mujeres de su época. Tras la muerte de sus padres en 1807, quedó al cuidado de su tío, Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, quien, aunque la dejó vivir sola, vigilaba de cerca su bienestar.
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En 1811, Leona conoció a Andrés Quintana Roo, un joven yucateco que trabajaba en el despacho de su tío. Ambos se enamoraron profundamente, pero el tío se opuso al matrimonio debido a la pobreza de Andrés. Esta separación no detuvo a Leona, quien decidió involucrarse aún más en la lucha por la independencia.
Desde 1810, Leona formó parte de una sociedad secreta llamada "Las Guadalupes", una red de mujeres que apoyaban activamente la insurgencia, enviando información y recursos a los líderes del movimiento, como Miguel Hidalgo y José María Morelos. En 1813, uno de los correos que Leona enviaba fue interceptado, lo que llevó a su arresto. Aunque su tío logró evitar que fuera encarcelada, fue recluida en el Colegio de Belén de las Mochas. Sin embargo, su espíritu indomable la llevó a escapar con la ayuda de insurgentes disfrazados de oficiales virreinales, tras lo cual se refugió en Michoacán, donde finalmente se casó con Andrés Quintana Roo.
Leona Vicario no solo contribuyó económicamente a la causa insurgente con su fortuna, sino que también continuó su labor periodística y política tras la independencia. Junto con su esposo, fundó y escribió en "El Federalista", un periódico que se convirtió en una voz importante para la nueva nación.
El 25 de agosto de 1842, cuatro días después de su muerte, el Congreso de la Unión le otorgó el título honorífico de "Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria", reconociendo su invaluable aporte a la independencia. Hasta hoy, Leona Vicario es la única mujer que ha recibido funerales de Estado en México, y su nombre está inscrito con letras de oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados.
Sus restos fueron trasladados en 1900 a la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores y, posteriormente, en 1925, a la Columna de la Independencia. En 2010, fueron llevados al Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec para su conservación y análisis, y luego, en agosto de ese mismo año, se trasladaron a la Galería Nacional en Palacio Nacional, donde permanecen como testimonio de su legado.