Alán Uriel Ruiz tiene 29 años y se desempeña como técnico de servicios B en el décimo tribunal laboral federal de Asuntos individuales. Como centenas de compañeros suyos que ahí laboran y actualmente están en paro, él aspira a ser juez, magistrado o ministro.
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Pero con la propuesta de la reforma judicial que propuso el presidente Andrés Manuel López Obrador en febrero pasado y cuyo dictamen presumiblemente será aprobado en la Cámara de Diputados en la primera semana de septiembre, Alán ve que su sueño y el de muchos compañeros podría esfumarse.
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“Yo quisiera llegar a ser juez, magistrado e incluso ministro. Todo lleva un proceso que es la carrera judicial, que es un punto muy importante en estos momentos, porque si desaparece con lo de la reforma acabaría con mis sueños y los de otras personas de mí mismo nivel. Queremos crecer dentro del Poder Judicial”, expresa.
Actualmente, Alán está en el escalafón más bajo del juzgado, ya que para poder ser juez debe ascender a oficial judicial, ser actuario, luego secretario y de ahí a juez.
¿Cómo se puede ser juez sin conocer la carrera judicial?
De acuerdo con el dictamen, para llegar a juez no será necesario contar con la carrera judicial, que sí se requiere en los puestos inferiores a ese cargo. Alán cuestiona cómo puede alguien llegar a ser juez si no conoce la carrera judicial ni ha recorrido los cargos anteriores.
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“Dónde queda esa experiencia que conllevan esos pasos de conocer a fondo al Poder Judicial y saber cómo apoyamos a la sociedad, llevar ese ciclo de entrar más a fondo en esta institución. Nos brincaríamos esos pasos y la experiencia de conocer los asuntos a fondo”, dice, entrevistado en las oficinas donde trabaja y se encarga de tareas como el mantenimiento del equipo, la mensajería y coser expedientes.
Estudiante de la Universidad Utel, donde cursa el cuarto cuatrimestre de la carrera de Derecho, entró a trabajar al juzgado en enero de 2023. Llegó ahí luego de que un compañero de la escuela le compartió que en los juzgados laborales federales buscaban personal. Él envió su currículo en septiembre de 2022 a los 17 juzgados.
Fue en el décimo del cual recibió respuesta. Fue entrevistado por el juez Rafael Carlos Quesada García. Alán llegó sin recomendaciones ni padrinazgos, solo fue evaluada su capacidad, voluntad y conocimientos.
Ingresó para forjarse una trayectoria y continuar sus estudios. Creyente de la cultura del esfuerzo, toma los cursos que ofrece el Consejo de la Judicatura, lo mismo los de primeros auxilios, que los de herramientas de igualdad de género.
Se le pregunta si hay corrupción dentro de los juzgados laborales. Afirma que no y menciona que incluso no se le cobra ni una copia a los litigantes. También se le consulta sobre si realmente todos los sueldos de los trabajadores del Poder Judicial Federal son elevados, como se ha llegado a decir en las redes sociales.
Su respuesta es una risa sarcástica y luego soltar una frase.
“Los invitaría a ver mis estados de cuenta”.
Lamenta desinformación
Alán forma parte de los trabajadores que están en las guardias en las instalaciones del PJF en Ajusco 200. Se turnan cada cuatro horas, y en la entrada los trabajadores con mantas y altavoces gritan consignas como “juez improvisado, fracaso asegurado”, “amigo diputado, trabaja en un juzgado” y “si tu patrón te despidió, el tribunal te reinstaló”.
Algunos automovilistas les tocan el claxon, pese a que no están sobre la vialidad, sino sobre la banqueta. Otros han ido más lejos, cuenta Alán.
“La gente está inconforme y es por la desinformación. Nos han aventado agua, nos tocan con el claxon pero vamos a seguir en la lucha porque el Poder Judicial también es pueblo y también tenemos derecho a ser escuchados”, expresa y se dice listo para la marcha del domingo 1 de septiembre que comenzará a las 9am y partirá del Ángel de la Independencia y llegará al Senado.
Trabajo laborioso
Al final de la entrevista, Alán muestra una manualidad muy apreciada en los juzgados, que aunque paulatinamente va de salida en algunos, sobre todo donde se practican juicios orales, aún se practica.
Se trata del cosido de expedientes. No sólo es meterle la aguja a decenas o centenas de páginas, sino es tenerlas ordenadas, foliadas, con un nudo que no se suelte pese a que se le manipule a menudo, pero que sea fácil de desamarrar cuando se requiera.
Para hacerlo se requiere una aguja, hilo grueso, tijeras, sellos y mucha habilidad. Dice que en su caso él llega a amarrar hasta 50 expedientes al día.
“Se lleva un orden el coser un expediente. Nos guiamos mucho por la fecha, el número de expediente que coincida con la cédula que se va a costurar o con una notificación que va a llevar. Tenemos una foliadora donde también se enumeran las hojas para no perder ese control”.
“La fuerza del hilo conlleva que el expediente no se desbarate, no se abra, o sea las hojas. No es así solo apretar por apretar. Y de antemano, la estética que lleve el expediente es importante para que el litigante cuando venga y lo pida, pueda ver algo ordenado y profesional”, concluye.