El 11 de junio de 1861, Benito Juárez fue declarado presidente constitucional de México por segunda vez. Juárez había iniciado su presidencia en enero de 1858 y enfrentó numerosos desafíos, incluyendo la Guerra de Reforma y la existencia de dos gobiernos simultáneos, el suyo y el de Félix María Zuloaga, apoyado por el clero.
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Durante su mandato, Juárez tuvo que trasladar su gobierno a distintas ciudades, incluyendo Guanajuato y Veracruz, debido a los conflictos. Las elecciones de 1861 se realizaron en dos jornadas, con primarias en junio y secundarias en julio, resultando en la reelección de Juárez para un periodo de cuatro años.
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El gobierno de Benito Juárez enfrentó graves problemas financieros, con un déficit mensual de 400,000 pesos. Para paliar la situación, se vendieron propiedades de la Iglesia, recaudando solo un millón de pesos. Esta falta de fondos llevó a la famosa declaración de Juárez: "Debo, no niego, pago, no tengo", provocando la intervención de España, Francia e Inglaterra.
Aunque los ingleses y españoles se retiraron tras negociaciones, los franceses, con el apoyo del Papa Pío IX y bajo el liderazgo de Napoleón III, continuaron con la invasión. A pesar de la victoria mexicana en la Batalla del 5 de mayo de 1862, los franceses lograron tomar la Ciudad de México en 1863, forzando a Juárez a trasladar su gobierno al norte del país.
Benito Juárez rechazó la oferta de Maximiliano de Habsburgo para unirse a su gobierno imperial, defendiendo la soberanía mexicana. A pesar de los desafíos, Juárez siguió siendo una figura clave en la defensa de la República hasta su muerte en 1872.
Entrada triunfal a la Ciudad de México
El 11 de enero de 1861, Benito Juárez hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México, marcando un momento crucial en la historia del país. Días antes, el ejército liberal había recuperado la capital, señalando el inminente fin de la Guerra de Reforma o Guerra de los Tres Años, un conflicto que enfrentó a liberales y conservadores por el futuro de la nación.
La Ciudad de México había estado bajo control de los conservadores, quienes buscaban anular la Constitución de 1857, mantener a Ignacio Comonfort en la presidencia, convocar a un Congreso extraordinario según el Plan de Tacubaya y fortalecer tanto a la Iglesia como al Ejército. En contraste, los liberales, liderados por Juárez, abogaban por una república representativa, federal y popular, y buscaban borrar las herencias coloniales, incluyendo la desamortización de los bienes del clero mediante las Leyes de Reforma.
La entrada de Juárez a la ciudad no solo representó una victoria militar sino también un triunfo ideológico para los liberales. Tras su llegada, Juárez convocó a nuevas elecciones, reafirmando su compromiso con los principios democráticos y la legalidad. El 15 de junio de 1861, Benito Juárez tomó posesión como presidente constitucional de la República, consolidando su liderazgo y el proyecto liberal en México.
Este evento no solo simbolizó el fin de una era de conflictos internos, sino que también sentó las bases para la modernización del país bajo un gobierno que buscaba la igualdad, la justicia y la separación entre la Iglesia y el Estado.