En México, la desigualdad social sigue siendo una barrera significativa para el progreso y la movilidad social, según un informe reciente del Centro de Estudios Espinosa Yglesias a cargo de Raymundo M. Campos Vázquez. La investigación revela que tres de cada cuatro mexicanos nacidos en la pobreza enfrentan un futuro limitado, con escasas oportunidades para ascender en la escala social.
Según el estudio, esta profunda disparidad es palpable en diversos aspectos de la sociedad mexicana, desde el lugar de nacimiento hasta el color de la piel, factores que influirán significativamente en las posibilidades de una persona de salir de la pobreza. La investigación destaca que el 54% de las personas blancas en México ganan salarios superiores a sus contrapartes morenas, poniendo de manifiesto la prevalencia de la discriminación racial en la estructura socioeconómica del país.
Además, la discriminación no se limita al color de la piel. La investigación señala que existe discriminación por obesidad en el ámbito laboral, afectando principalmente a las mujeres. Esta forma de discriminación reduce aún más las oportunidades de empleo y perpetúa la desigualdad de género en el mercado laboral.
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Las mujeres en México enfrentan barreras adicionales. Según el estudio, el 55% de las mujeres no tienen trabajo remunerado y, de las que sí lo tienen, el 23% ganan menos que los hombres. La desigualdad de género se agrava para las mujeres indígenas, de las cuales el 80% vive en la pobreza. Estas cifras resaltan la necesidad urgente de abordar las desigualdades de género y raza para fomentar una sociedad más equitativa.
El informe también destaca la desigualdad regional como un impedimento para el desarrollo económico inclusivo. Existen notables diferencias en las tasas de pobreza y desarrollo entre las distintas regiones del país, con el sur de México mostrando tasas de crecimiento más lentas en comparación con otras áreas. La desigualdad en la infraestructura, la educación y la salud entre las regiones perpetúa este ciclo de disparidad y limita las oportunidades de movilidad social.
Además, el estudio señala que la movilidad social en México está intrínsecamente vinculada al estatus socioeconómico de la familia y el lugar de nacimiento. La entidad federativa en la que una persona nace juega un papel fundamental en sus posibilidades de movilidad social, y aquellos nacidos en el norte del país tienen más posibilidades de mejorar su estatus socioeconómico en la niñez y la adultez.
Los hallazgos de Raymundo M. Campos Vázquez sugieren que la intervención estatal es la forma más eficaz y necesaria para abordar y reducir la desigualdad. Además, menciona que la implementación de políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades y el desarrollo inclusivo es esencial para romper el ciclo de la desigualdad y fomentar un crecimiento más sostenible y estable.
Una de los hallazgos menciona que la desigualdad también tiene un impacto negativo en la cohesión social, el altruismo y la solidaridad, lo que resulta en mayores niveles de ansiedad, estrés y desconfianza en la sociedad. Además, menciona que en un país donde el pecado original es la desigualdad, con una larga historia de sociedades estratificadas, la búsqueda de soluciones efectivas se vuelve aún más imperativa.
La investigación concluye que, aunque la población en general está interesada en disminuir la desigualdad, aún queda un largo camino por recorrer para lograr un estado fuerte con una burocracia capaz. De igual forma menciona que la baja recaudación ha sido un obstáculo para la implementación de políticas efectivas, y la diversidad social en el territorio mexicano ha complicado aún más la adaptación a las instituciones.
DJC