La reciente decisión del gobierno cubano de dolarizar y aumentar drásticamente los precios del servicio de internet ha desatado una ola de descontento nacional, especialmente entre la juventud estudiantil, que califica la medida como un "apartheid digital". Esta escalada de precios, impuesta por ETECSA, la empresa estatal que monopoliza las telecomunicaciones en la isla, ha provocado un malestar que se suma a una profunda crisis económica marcada por apagones prolongados, escasez de alimentos y una devaluación de la moneda.
La conectividad, que desde 2018 se había vuelto más accesible y era una herramienta crucial para informarse, comunicarse con la diáspora y evadir el tedio de la vida cotidiana, ahora se percibe como un tesoro que está siendo arrebatado a la población. Según reporta The Wall Street Journal, el detonante de este movimiento fue la nueva política de precios de datos móviles anunciada a finales de mayo por ETECSA, que ha incrementado drásticamente los costos de conectividad.
Ante su "hambre de divisas", el gobierno limitó inicialmente a los cubanos a un paquete de datos mensual, exigiendo que los planes adicionales se paguen en dólares estadounidenses. Esta cantidad resulta inalcanzable para la mayoría de los cubanos, en particular para los estudiantes universitarios que ya enfrentan dificultades económicas.
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El periódico estadounidense describe esta situación como un "apartheid digital", convirtiendo el internet en un lujo en la isla.
Un paquete básico de 3 gigabytes puede costar 3,360 pesos (aproximadamente 9 dólares), mientras que el salario mínimo mensual en el país es de 2,100 pesos (unos 5 dólares). Para muchos, esto significa que tendrían que trabajar más de un mes solo para acceder a servicios básicos como Facebook, WhatsApp o Google.
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Incluso un paquete de 6 GB, que cuesta 360 pesos (aproximadamente 1 dólar en el mercado informal), es limitado, y recargas adicionales pueden ser diez veces más caras, equivalentes al salario mensual promedio.
La organización estudiantil y sus demandas
Los estudiantes de la Universidad de La Habana no tardaron en organizarse tras el anuncio de ETECSA. En facultades como Matemáticas y Ciencias de la Computación, convocaron una huelga académica. Utilizaron chats grupales para coordinar una respuesta unificada, con algunos llamando a paros y otros instando a funcionarios universitarios a apoyar su causa.
Como destaca The Wall Street Journal, algunos incluso se atrevieron a hablar con la prensa extranjera, algo casi insólito en Cuba.
Sus demandas, aunque no son "revolucionarias" en un sentido político tradicional, son inequívocamente claras: exigen la eliminación del esquema de precios basado en el dólar y la restauración del acceso equitativo a internet.
Estas protestas se extendieron a al menos cinco universidades del país, incluyendo Santiago de Cuba, Bayamo, Holguín y Santa Clara, con estudiantes de diversas facultades como Filosofía, Sociología, Letras, Ingeniería, Biología, Derecho y Medios Audiovisuales uniéndose al movimiento.
Aunque ETECSA ofreció una concesión de 6 GB adicionales para estudiantes, estos rechazaron la oferta por considerarla insuficiente, demandando acceso igualitario para todos los cubanos.
Más allá del acceso: la lucha por la libertad intelectual
Como lo subraya The Wall Street Journal, las protestas estudiantiles van más allá de una simple demanda por un internet más barato o el acceso a aplicaciones populares como WhatsApp, Google y Facebook. Fundamentalmente, son un clamor por la capacidad de "respirar intelectualmente", de pensar, cuestionar y hablar sin miedo.
A diferencia de la Cuba bajo Fidel Castro, donde se esperaba la recitación de lemas y la alabanza al Partido Comunista, la generación actual se niega a aceptar la exclusión, la censura y el castigo económico. Esta disidencia actual es particularmente significativa porque hace eco de las históricas protestas del 11 de julio de 2021, cuando decenas de miles de cubanos salieron a las calles exigiendo comida, electricidad, medicinas y libertad, y fueron reprimidos con violencia.
Los estudiantes buscan defender derechos fundamentales como el acceso a la información y la libertad académica, desafiando el control estatal sobre los servicios y la vida pública.
La reacción del régimen y la persistencia de los jóvenes
La respuesta del régimen no se hizo esperar. The Wall Street Journal informa que en cuestión de días, agentes de seguridad del estado aparecieron en el campus, y las aplicaciones de mensajería comenzaron a funcionar más lentamente. La universidad, por su parte, reafirmó su lealtad al Partido Comunista de Cuba. Aunque esta es "la misma estrategia que el régimen ha seguido durante décadas", esta vez, menos estudiantes retrocedieron.
Esto es un reflejo de una generación que se niega a la exclusión y la censura. Las autoridades han intentado aplacar las protestas con una campaña de intimidación en las universidades, incluyendo interrogatorios por parte de agentes vestidos de civil, amenazas de expulsión o prisión, y presión para que los estudiantes se disculpen públicamente en redes sociales.
La pérdida del miedo y el espejo de las autocracias
El miedo ha sido la herramienta más potente del régimen cubano durante décadas, silenciando incluso a los ciudadanos más íntegros. Sin embargo, como señala The Wall Street Journal, el miedo pierde su poder cuando la gente se da cuenta de que ya no tiene nada que perder, lo que da origen a actos de valentía pública. Esta dinámica no es exclusiva de Cuba; se está observando un patrón similar en otras autocracias del mundo.
En Irán, las jóvenes lideraron protestas masivas tras la muerte de Mahsa Amini en 2022; en China, los estudiantes levantaron páginas en blanco en desafío silencioso a la censura; y en Venezuela, los jóvenes llenaron las calles a medida que su país colapsaba. En Cuba, es de nuevo la juventud quien dice "basta".
La política de internet del régimen, que a menudo habla de "igualdad", revela su verdadera naturaleza como un "bozal digital". No se trata de acceso, sino de control, separando a quienes pueden permitirse hablar de quienes no. Este movimiento estudiantil representa un "despertar generacional" y una ruptura con la tradición de pasividad estudiantil impuesta desde la revolución de 1959.
La emigración masiva
Aunque algunos jóvenes cubanos protestan, muchos otros han optado por irse. Entre 2022 y 2023, más de un millón de cubanos abandonaron la isla, la mayoría con destino a Estados Unidos, lo que constituye la mayor ola de emigración en la historia moderna de Cuba. Si bien algunos eran disidentes políticos, la mayoría eran jóvenes comunes que simplemente habían "perdido la esperanza" y ya no creían que su futuro pudiera construirse en Cuba.
The Wall Street Journal afirma que esto representa el "veredicto más condenatorio" que cualquier régimen puede enfrentar. El régimen cubano aún controla las armas y las ondas, pero ha perdido algo mucho más poderoso: la imaginación de su juventud. Esta rebeldía, aunque a veces silenciosa, ya está en marcha, y es un desafío y un "espejo" para el mundo libre, recordando que la libertad no se concede, sino que se reclama, a menudo con un gran riesgo personal.
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¿Por qué es relevante el tema del encarecimiento del servicio de internet en Cuba?
El tema del encarecimiento del servicio de internet en Cuba es relevante por su impacto directo en el acceso a la información, la comunicación, la educación y la participación ciudadana en un contexto de restricciones políticas y económicas.
Desde enero de 2024, la empresa estatal ETECSA, único proveedor de servicios de telecomunicaciones en la isla, ha incrementado los precios de los paquetes de datos móviles y del servicio Nauta (internet por wifi y salas de navegación). Esto ha generado preocupación entre la población, especialmente en sectores con bajos ingresos, ya que el costo del internet supera en muchos casos el salario promedio mensual, dificultando su acceso regular.
En un país donde los medios de comunicación son mayoritariamente estatales y donde existen restricciones a la libertad de prensa, el acceso a internet es una vía clave para informarse de manera independiente, comunicarse con el exterior y ejercer el derecho a la libertad de expresión. El encarecimiento del servicio restringe ese derecho, especialmente para jóvenes, estudiantes, periodistas independientes y defensores de derechos humanos.
Además, el internet ha sido una herramienta fundamental para la organización de protestas sociales, como ocurrió durante las manifestaciones del 11 de julio de 2021 (11J), lo que ha generado preocupación sobre si el alza de precios responde también a intereses políticos de control y censura.
En el contexto actual de crisis económica, inflación y escasez generalizada, el aumento en las tarifas también acentúa la desigualdad digital entre quienes pueden pagar el servicio y quienes quedan excluidos.
En resumen, el encarecimiento del internet en Cuba no solo es un problema económico, sino también una cuestión de derechos humanos, libertad de expresión y justicia social.
VGB
