La presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Mirjana Spoljaric, ha calificado la situación en la Franja de Gaza como "peor que un infierno en la Tierra".
En una entrevista con la cadena británica BBC, Spoljaric afirmó que el nivel de destrucción ha "sobrepasado cualquier estándar aceptable, legal, moral y humano", y que la humanidad "está fallando" al no detener el sufrimiento del pueblo gazatí.
Las voces que emergen de la Franja describen un panorama desolador, donde los palestinos han sido "despojados de su dignidad humana", lamenta.
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La cruda realidad humanitaria
La vida cotidiana en Gaza está marcada por humillaciones diarias. Una mujer palestina, por ejemplo, relató a la BBC la angustia de no tener leche maternizada para su hija, sin dinero para comprarla, mientras su marido desempleado ha perdido una pierna.
La falta de pan, harina, leche en polvo y medicinas es una queja común. Muchos habitantes se sienten como "esqueletos caminando por la tierra".
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La escasez de agua también es un problema crónico, con acceso limitado a agua potable y plantas desalinizadoras afectadas por la falta de combustible.
Ante esta situación, la agencia humanitaria de la ONU (OCHA) ha señalado que gran parte de los recursos hídricos se encuentran en zonas militarizadas o bajo órdenes de desplazamiento.
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El caos y la violencia en el reparto de ayuda
Desde el 27 de mayo, la distribución de ayuda humanitaria en Gaza ha sido gestionada principalmente por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), un grupo con contratistas estadounidenses que Israel ha puesto en lugar de los grupos humanitarios locales que antes trabajaban con la ONU.
Este cambio ocurrió después de casi tres meses de bloqueo casi total de ayuda, que llevó a los habitantes a un "riesgo grave de hambruna". Sin embargo, las entregas de la GHF han sido descritas como caóticas.
Mientras que antes la ONU y sus agencias distribuían ayuda en 400 puntos coordinados, la GHF solo ha instalado cuatro puntos, situados en zonas bajo control israelí.
Los palestinos se ven obligados a caminar entre 15 y 20 kilómetros para llegar a estos puntos, donde deben esperar en fila. Un portavoz de Unicef lo ha calificado de "un simulacro de ayuda".
El sistema funciona por orden de llegada, generando un caos peligroso. Las cajas de alimentos apiladas están rodeadas por vallas, y cuando las puertas se abren, la multitud se precipita, resultando en que muchos, especialmente los más lentos o débiles, se queden sin nada.
Un hombre describió su regreso a casa con el "corazón vacío, el espíritu destrozado" y sin comida ni agua para sus hijos después de esperar desde la madrugada. La ayuda distribuida por la GHF no es suficiente, y se sigue impidiendo que grandes organizaciones de confianza distribuyan volúmenes mayores.
Además del caos, se han reportado tiroteos casi diarios en las inmediaciones de los puntos de reparto de la GHF desde que comenzaron a operar.
Las autoridades gazatíes reportan decenas de muertes por disparos de las fuerzas de seguridad mientras la gente intentaba recoger comida. Israel afirma que sus tropas dispararon a personas sospechosas o hicieron disparos de advertencia, pero testigos contradicen estas afirmaciones, diciendo que "fueron recibidos a tiros".
Una niña relató a la BBC su desesperación al encontrar un centro de distribución cerrado un día.
Violencia y anarquía generalizadas
La carencia de ayuda también ha provocado peleas entre los propios palestinos por robar lo poco conseguido. Una enfermera del hospital de campaña de Al Mawasi trató a un hombre que fue golpeado con ladrillos para robarle la ayuda.
La situación de desgobierno ha llegado a tal punto que grupos criminales armados están asaltando los camiones de ayuda humanitaria.
Cientos de personas, incluyendo hombres armados, asaltaron un convoy del Programa Mundial de Alimentos cerca de la Ciudad de Gaza. Este incidente subraya el "deterioro de la situación de seguridad", donde el aparato policial y de seguridad de Hamás se ha desmoronado en gran medida.
Estas escenas de anarquía, violencia con armas de fuego y conflictos interfamiliares se han convertido en sucesos "casi diarios" en todo el territorio.
Hospitales desbordados y en peligro
Los pocos hospitales que siguen operativos en Gaza, como el de Al Mawasi, están al 100% de su capacidad. La enfermera Mandy Blackman describió cómo el hospital de campaña de Al Mawasi se vio desbordado por la cantidad de heridos y muertos tras un ataque cerca de un centro de distribución. La mayoría de las víctimas eran hombres, quienes suelen ir a recoger la ayuda.
El hospital quirúrgico de la Cruz Roja en Rafah también enfrenta una situación sin precedentes. El 3 de junio, el hospital de 60 camas recibió una afluencia masiva de 184 pacientes, de los cuales 19 murieron al llegar y otros 8 poco después por sus heridas. En su mayoría, eran heridos por armas de fuego, que intentaban llegar a un punto de distribución de asistencia.
Este fue el mayor número de víctimas de un solo incidente desde que el hospital de campaña se estableció hace poco más de un año. En el transcurso de una semana, el personal ha respondido a 5 incidentes con víctimas en masa.
El elevado número de pacientes superó ampliamente la disponibilidad de camas y casi excedió la capacidad de respuesta del personal. La magnitud y frecuencia sin precedentes de estos incidentes reflejan la "desgarradora realidad" que soporta la población civil.
No es posible reponer los insumos al ritmo necesario para atender un número tan elevado de víctimas, aumentando la presión sobre las existencias.
La presidenta del CICR, Mirjana Spoljaric, afirmó que "no hay ningún lugar seguro en Gaza", incluyendo el hospital de campaña del CICR, y no recuerda otra situación en la que hayan tenido que operar en medio de hostilidades.
Un llamamiento urgente a la acción
Ante esta crisis, el CICR reitera con urgencia su llamamiento a que se respete y proteja a las personas civiles. Spoljaric enfatiza que la población no debería estar expuesta a peligros al intentar acceder a la asistencia humanitaria.
Hoy más que nunca, es crucial que se permita y facilite el flujo rápido y sin trabas de socorros humanitarios hacia Gaza. Este llamado busca motivar a los estados a intervenir para detener la guerra, asegurar la liberación de los rehenes y mitigar el sufrimiento.
Las palabras de Spoljaric sirven como un recordatorio: "Si destruyen el camino hacia la paz para siempre, la región nunca encontrará seguridad. Pero se puede detener ahora. No es demasiado tarde".
VGB
