La guerra en Ucrania se ha convertido en un laboratorio de innovación militar, impulsando el desarrollo y la adopción rápida de nuevas tecnologías. Entre las más destacadas se encuentran los drones FPV (First Person View), pequeños artefactos voladores teledirigidos que han proliferado a un ritmo frenético en el frente.
Sin embargo, el intenso uso de la guerra electrónica por ambos bandos, especialmente por parte de Ucrania para confundir sistemas de geolocalización y guiado, representaba un talón de Aquiles para los drones FPV convencionales controlados por radiofrecuencias.
La señal podía perderse si volaban bajo, detrás de obstáculos o encontraban un inhibidor. Se estima que hasta el 75% de las pérdidas de drones FPV se atribuían a estas interferencias.
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Ante este desafío, emergió una solución radical, sustituir la vulnerable señal de radio por un cable físico de fibra óptica. Esta tecnología, aunque conceptualmente propuesta hace décadas, ha encontrado un campo de pruebas a gran escala en Ucrania.
El objetivo principal de estos drones equipados con fibra óptica es evitar las interferencias electrónicas que neutralizan a los drones convencionales. Al estar directamente conectados a sus operadores mediante un cable, se vuelven inmunes a los bloqueos de señales de radio y la guerra electrónica.
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Tecnología guiada por cable
Estos drones vuelan guiados por un delgado cable de fibra óptica que se va desenrollando desde una bobina durante el vuelo. El cable, que puede extenderse por varios kilómetros, permite transmitir imágenes de video de alta calidad al piloto, incluso en zonas donde la señal de radio sería inestable.
A diferencia de los drones controlados por radio, estos no emiten señales que puedan ser detectadas prematuramente por el enemigo. Los filamentos suelen ser de vidrio o plástico transparente con buena resistencia.
Según fuentes especializadas en armamento táctico, están diseñados para soportar una tensión de entre 45 y 55 Newtons, equivalente a una resistencia de entre 4.5 y 5.5 kg. Aunque un cable puede enredarse con objetos, si el dron vuela a velocidad moderada, la fricción es mínima y es complicado que se rompa en vuelo.
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Rusia, pionera en la adopción masiva de estos drones
Rusia fue la primera en desplegar operativamente estos nuevos drones en la guerra de Ucrania. Comenzaron a usarse hace poco más de un año, inicialmente a pequeña escala y luego de forma masiva. Su impacto se hizo particularmente evidente durante la exitosa contraofensiva rusa en Kursk en marzo de 2025, y desde entonces su uso se ha extendido a la región oriental del país.
Rusia los emplea principalmente para el reconocimiento de alta precisión en zonas con defensas antiaéreas y para ataques dirigidos contra infraestructura militar ucraniana. También son cruciales para evadir los sistemas de contramedidas electrónicas de Ucrania, un aspecto resaltado por la claridad de las transmisiones en videos rusos de ataques exitosos.
Los rusos están acelerando su adopción, lo que se refleja en la creciente cantidad de pedidos a fabricantes chinos.Mientras que algunos fabricantes afirman no vender a países en conflicto, un operador ucraniano sugiere que los rusos los obtienen abiertamente desde China a través de plataformas como AliExpress o TEMu.
Además, se cree que Rusia tiene suficiente capacidad de producción propia para los componentes no relacionados con chips.
La ventaja táctica rusa
La capacidad de evadir las contramedidas electrónicas confiere a las fuerzas rusas una ventaja táctica indiscutible. Los drones de fibra óptica se han vuelto casi imposibles de interceptar por medios electrónicos. Esto permite que los pilotos rusos ejecuten maniobras más complejas y precisas, incluso en entornos densos como bosques.
Con ellos se pueden alcanzar lugares donde los drones de radio no llegan, como hangares, graneros o garajes, colándose por ventanas o rendijas para destruir objetivos. También pueden transportar cargas útiles, incluyendo explosivos y municiones, generalmente entre 1 y 5 kg.
Esto les permite destruir blindados con cohetes PG7, o dañar infantería con cargas termobáricas o de fragmentación. La capacidad de carga influye en su alcance operativo. Si bien algunos modelos iniciales solo alcanzaban unos kilómetros, ahora son comunes los drones con 10-15 km de cable, y se buscan distancias mayores.
Un video ruso mostró una bobina de 50 kilómetros que pesa menos de 4 kilogramos, apta para drones más grandes. Los drones pueden alcanzar velocidades máximas de entre 60 y 120 km/h, aunque suelen usar altas velocidades solo antes del impacto.
Su bajo consumo de energía para mantener la comunicación por cable les permite incluso posarse y aguardar en emboscada durante horas.
Rusia ha mostrado un robot de orugas transportando un dron FPV de fibra, ampliando su alcance y tiempo de espera. Un modelo ruso notable es el Príncipe Vandal Novgorotski, que ha demostrado ser capaz de neutralizar tanques occidentales avanzados como los Leopard 2, Abrams y Challenger.
A pesar de que los soldados ucranianos han tenido que buscar nuevas defensas, como recubrir tanques o instalar redes, los drones con cable a menudo logran sortear estas barreras. Un operador ucraniano reconoció que el uso ruso de estos drones ha afectado ciertas zonas, concediendo a Rusia una ventaja en cantidad actualmente, aunque Ucrania también está produciendo y experimentando con ellos.
Miles de kilómetros de residuos plásticos
Sin embargo, cada misión exitosa de un dron de fibra óptica, sea ruso o ucraniano, deja tras de sí un costo oculto monumental: los kilómetros de cable de fibra óptica abandonados en el terreno. Estos cables no se recogen tras los impactos. El frente de cientos de kilómetros se está llenando de una gigantesca maraña de este residuo plástico, visible en campos, bosques y pueblos.
El problema es grave porque la fibra óptica utilizada está hecha de plástico derivado del petróleo que no se degrada fácilmente. Se estima que puede persistir en el medio ambiente por más de 600 años.
A medida que los cables se fragmentan, liberan microplásticos y sustancias tóxicas como los PFAS (llamados "químicos eternos"), que contaminan suelos y agua. Su resistencia a incendios, abrasión y radiación solar asegura que la contaminación persista mucho después de que finalice el conflicto.
Estos cables abandonados forman barreras peligrosas. Representan un grave riesgo de enredo para la fauna silvestre, incluyendo aves, murciélagos y mamíferos. Actúan como vallas que bloquean el movimiento de los animales y restringen su acceso a recursos. También son un peligro para niños y adultos. Además, obstaculizan operaciones agrícolas, de emergencia y labores de limpieza de minas.
Desafíos y evolución futura
A pesar de su eficacia, los drones de fibra óptica tienen limitaciones, como su alcance reducido comparado con algunos modelos inalámbricos y el riesgo de que el cable se enrede. No obstante, la tecnología continúa evolucionando.
Se está trabajando en la integración de sistemas de inteligencia artificial (IA) para automatizar el pilotaje y simplificar la labor del operador.
La visión por IA para el guiado final podría incluso, en cierta forma, llegar a sustituir la fibra óptica, permitiendo al dron corregir su rumbo y alcanzar el objetivo usando la imagen que ve, incluso si el enlace con el piloto se interrumpe.
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Balance final
La introducción y el uso masivo de drones de fibra óptica por parte de Rusia han marcado un punto de inflexión en la guerra en Ucrania. Han proporcionado una ventaja táctica significativa al superar las contramedidas electrónicas, redefiniendo la competitividad de los ejércitos en el dominio electromagnético.
Sin embargo, esta innovación militar trae consigo un grave problema ambiental: una contaminación invisible y a largo plazo, dejando un legado de miles de kilómetros de residuo plástico tóxico que persistirá en el medio ambiente por siglos.
Países como Estados Unidos, China y varias naciones europeas están desarrollando tecnologías similares, lo que subraya la necesidad urgente de evaluar y mitigar su impacto ambiental global antes de que esta forma de contaminación se extienda.
VGB
