ESPAÑA

El franquismo en 2025: entre la nostalgia, el desconocimiento y la polarización en España

El mundo dudaba del futuro es España tras la muerte del general Franco; en la actualidad se vive un “renacimiento” del franquismo por una ola neoconservadora

El fotógrafo Ángel Millán con su foto famosa de Francisco Franco a ataúd abiertoCréditos: EFE
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El 20 de noviembre de 1975 todos los españoles escucharon el famoso 'Franco ha muerto', una noticia que los periodistas llevaban semanas esperando mientras montaban guardia en el Hospital de La Paz de Madrid, y para la que la Agencia EFE tenía preparada una necrológica que nunca llegó a publicarse.

Sí se publicó, en cambio, la fotografía del cuerpo del dictador español dentro del ataúd descubierto durante su velatorio en el Palacio de El Pardo, en la que también aparecen su mujer, Carmen Polo de Franco, y su hija, la marquesa de Villaverde, y cuya autoría fue desconocida durante años, pero que finalmente se ha confirmado que fue tomada por el fotógrafo de EFE Ángel Millán.

Resurge el "Franquismo"

Cincuenta años después de la muerte del dictador Francisco Franco, que se cumplen el 20 de noviembre, la simbología franquista resurge en la sociedad española y casi dos de cada diez ciudadanos piensan que la actual democracia es peor o mucho peor que su dictadura, que inspiró a su vez películas y series de televisión.

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un organismo oficial, añade que el 21.3% de los españoles piensa que aquella etapa fue buena o muy buena para España, un porcentaje que no varía mucho cuando se pregunta a los más jóvenes, personas que no vivieron el franquismo y cuyos padres nacieron cuando el régimen moría.

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Para Luis García Tojar, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, el actual "renacimiento" del franquismo puede explicarse por dos factores: el empuje de la ola neoconservadora internacional y el "peaje" que pagó la Transición democrática, que implicó que la dictadura no fuera deslegitimada en su momento y que los franquistas no tuvieran conciencia de su derrota política.

Grupos ultras y también historiadores de derechas defienden en las redes una "historia alternativa" de la Guerra Civil (1936-1939) y la dictadura (1939-1975), y junto a ellos están también quienes simplemente quieren manifestar su oposición al 'statu quo', que es ahora el que exhuma a Franco u organiza actos para recordar su muerte.

Uno de los grandes defensores de la figura del dictador es la Fundación Francisco Franco, constituida apenas un año después de su fallecimiento y que cuenta en la actualidad con casi 1,500 afiliados.

La continuidad de esta organización está amenazada por el proceso que acaba de iniciar el Gobierno para pedir su extinción ante la justicia, al considerar que hace apología del franquismo, humilla a las víctimas y no persigue fines de interés general.

El poder de las redes

"Las redes sociales están blanqueando a Franco", coinciden varios educadores consultados por EFE, preocupados por el desconocimiento que tienen los jóvenes sobre la dictadura, y que reivindican una docencia rigurosa que permita reflexionar sobre ese periodo histórico con actitud crítica.

La polarización, afirma el director del área de colegios CEU, Raül Adames, surge también por los propios planteamientos: "Si se cargan mucho las tintas en una edad como la del adolescente y no se dan razones objetivas, se provoca esa radicalización".

El deber del Estado, según Emilio Silva, sociólogo y fundador de la plataforma Aulas con Memoria, "es sacar de la ignorancia a esos jóvenes". En segundo de Bachillerato (17-18 años) es obligatorio llegar a la Historia Contemporánea y antes, en cuarto de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) se imparte Geografía e Historia, pero sin precisar tanto los contenidos.

Para Carmina Gustrán, historiadora y comisionada para la Celebración de los 50 años de Libertad en España, el desconocimiento de la dictadura influye en la percepción que se tiene de esta: si en las casas no se habla del pasado reciente y tampoco se hace en las instituciones educativas, se deja la vía libre "a que el único canal por el que la juventud se informe sea a través de redes".

El cine es, sin embargo, otro canal en el que sigue presente su figura. Franco ha inspirado películas y series que retratan a un personaje siniestro, acomplejado y beligerante con lo intelectual, salvo en su afán de acercarse al séptimo arte, un empeño que le llevó a aparecer en una película de 1926 sobre el divorcio llamada 'La Malcasada' o a escribir el guion de 'Raza' (1942).

La última cinta inspirada en él es la recién estrenada 'La cena', de Manuel Gómez Pereira, en la que se cuenta un banquete imaginado en el Hotel Palace de Madrid preparado por republicanos para un joven Franco y sus generales.

La larga afición de Franco al cine como elemento propagandístico fue sustituida por la televisión en los años sesenta por el propio dictador y su mujer, Carmen Polo. La siguiente década, su muerte traería las primeras piezas audiovisuales elaboradas sobre él en libertad, un contenido que sin duda habría censurado.

Las dudas sobre el futuro de España en 1975

Cuando el 20 de noviembre de 1975 fallece Francisco Franco en una cama de un hospital público de Madrid en lo único que todo el mundo estaba de acuerdo era en que concluían 40 años de dictadura y en que España se enfrentaba a un futuro tan incierto como desafiante.

La prensa internacional siguió con interés la evolución de la larguísima agonía del jefe del Estado, en la que no faltaron turbias maniobras palaciegas, juegos de alta política, invocaciones taumatúrgicas imposibles y un desafío a la lógica de la ciencia médica; una sucesión de hechos que el entonces director del diario francés Le Figaro, Jean d’Ormeson, describió de modo implacable:

“Convocados por periodistas de todo el mundo, Shakespeare, Goya, El Greco y Kafka montaron guardia durante más de un mes, en una sombría vigilia, ante la interminable agonía del general Franco. Tras treinta y cinco días de suspense angustioso (...), el Generalísimo seguía siendo un muerto en vida, al que una formidable conspiración de ciencia y política le había prohibido morir”, escribió D’Ormeson en una crónica del 21 de noviembre de 1975.

“Franco, el cruzado”, tituló un artículo, publicado también ese día 21 en el diario francés Le Monde, su entonces editor, André Fontaine, quien señalaba que el dictador solía referirse a la guerra civil que lo llevó al poder como una “cruzada”, y que “atacó a sus adversarios con la misma brutalidad que los cruzados de la Edad Media empleaban contra los infieles”.

“Si alguna vez la piedad, el remordimiento o la duda se asomaron a este taciturno autócrata, de rostro inexpresivo (...), jamás lo demostró. Era el arquetipo del monstruo despiadado, convencido de que la moral política no tiene nada que ver con la moral en sí misma, y que la grandeza del Estado no solo permite, sino que exige, la crueldad”, destacaba Fontaine.

¿Y ahora qué?

¿Quién gobernará tras Franco?” se preguntaba el semanario alemán Der Spiegel el 23 de noviembre de 1975, día del entierro del dictador.

“Muchos españoles esperan que el sucesor designado por Franco, Juan Carlos, propicie un cambio de régimen; la oposición, aún ilegal, exige una ruptura democrática. Sin embargo, el aparato de poder creado por el Generalísimo, que permanece intacto, deja poco margen de maniobra al nuevo rey”, señalaba Der Spiegel.

“Tras Franco ¿deberá este frágil castillo de naipes ser preservado por «ministros» sin ideología política, que jamás han conocido la oposición, con responsabilidad colectiva y cuya única lealtad ha sido hacia un solo hombre? ¿A quién pueden recurrir ahora?”, se preguntaba el diario británico The Daily Telegraph.

En una crónica titulada “Franco, el dictador patriótico”, The Guardian consideraba que fue, sustancialmente, un hábil oportunista que supo estar en el sitio propicio en el momento oportuno.

El periódico italiano Corriere della Sera indicaba en la crónica de primera plana de su enviado especial a Madrid, Alberto Ronchey, que “el sistema pierde el carisma del ‘caudillaje’, pero no ha sido abatido por una guerra ni por acontecimientos revolucionarios, como ocurrió con el fascismo, ni tampoco por el repudio del Ejército, como ha ocurrido en Portugal con la caída del salazarismo”.

Subrayaba también que “podrá disolverse enseguida la corte personal de Franco (...), pero no la arquitectura del poder, desgastada pero aun capaz de una prolongada resistencia”.

 

 

“Tras Hitler, Mussolini y Salazar, Franco llegó al poder en la ola de fascismo que se extendió por la Europa capitalista en la década de 1930. En contra de los deseos de sus protectores en Berlín y Roma, el caudillo se negó a entrar en la Segunda Guerra Mundial del lado de las potencias del Eje. Esta ingratitud le ayudó a aferrarse al poder”, afirmaba el diario Pravda, órgano por entonces del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Asimismo, destacaba que “ahora lo inevitable ha sucedido. Esto significa que comenzará una feroz lucha política por el futuro de España”.

“España encara la era post Franco”, titulaba The Washington Post en un suelto en su portada del 21 de noviembre junto a una foto del futuro rey Juan Carlos I.

En dicha nota el diario estadounidense resaltaba que, una vez muerto el dictador, se abría de inmediato un debate político acerca del futuro de España.

Igualmente, The New York Times publicaba un pequeño suelto en la primera página de la edición del 21 de noviembre de 1975, en el que se hacía eco del testamento político de Franco y señalaba que España se preparaba para entrar en una nueva era bajo el reinado de Juan Carlos I.