A inicios de los años 80, Fernando Valenzuela, un joven zurdo nacido en Sonora, México, protagonizó uno de los capítulos más insólitos del deporte estadounidense: la “Fernandomanía”. Con apenas 20 años, el lanzador debutó en Grandes Ligas con los Dodgers de Los Ángeles, ganando partidos y corazones de la comunidad latina. Fue algo más grande que béisbol: un fenómeno cultural.
Como revela el documental “30 for 30: Fernando Nation” de ESPN, antes de Valenzuela, los Dodgers eran un equipo profundamente impopular entre la comunidad mexicana.
Su estadio, el Dodger Stadium, fue construido sobre los restos del vecindario de Chávez Ravine, donde cientos de familias mexicano-estadounidenses fueron desalojadas por la fuerza en los años 50.
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Lo que prometía ser un complejo de viviendas se convirtió, gracias a maniobras políticas, en el estadio de los Dodgers. La herida perduró.
Pero Fernando Valenzuela lo cambió todo: con cada lanzamiento, resignificó al equipo. Por primera vez, miles de latinos ondeaban banderas mexicanas en las gradas, se abrieron transmisiones en español, y el béisbol se volvió un puente cultural. Los Dodgers se convirtieron en "el equipo de los latinos".
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Junio de 2025: ICE vuelve a sembrar el miedo
Décadas después de esa reconciliación histórica, el vínculo se puso a prueba como nunca. A inicios de junio de 2025, agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) comenzaron a patrullar calles de Los Ángeles en camionetas sin identificación. La orden: detener personas en situación irregular o simplemente con apariencia de ser indocumentadas. Los blancos principales: personas de origen latino y habla hispana.
“Mi miedo y paranoia se dispararon al 1000%”, relató Vladimir De Jesús Santos, hijo de inmigrantes salvadoreños y fan de los Dodgers, citado por The New York Times.
La comunidad se replegó. Iglesias vacías, parques desiertos, gente dejando de asistir al trabajo por miedo. El arzobispo José Gómez y la alcaldesa Karen Bass denunciaron las redadas por sembrar terror en barrios latinos.
El silencio de los Dodgers: ¿complicidad o miedo político?
Frente a este escenario, los Dodgers —históricamente aliados de la comunidad latina— permanecieron callados. Ni una mención en redes sociales, ni un comunicado que reconociera el impacto en su base de aficionados más leal.
La indignación creció, en especial porque el equipo había visitado la Casa Blanca del presidente Donald Trump dos meses antes. Para muchos, su silencio fue una traición.
“El equipo que representaba a los migrantes, ahora no tiene palabras para ellos”, escribió un columnista local.
Un gesto tímido, una respuesta insuficiente
El 18 de junio, los Dodgers filtraron a medios que prepararían un gesto de apoyo. Pero al día siguiente ocurrió algo insólito: una caravana de camionetas sin marcas oficiales intentó ingresar sin orden judicial al Dodger Stadium para presuntamente procesar migrantes detenidos.
La seguridad del estadio les negó la entrada. Los vehículos permanecieron más de tres horas estacionados, atrayendo a manifestantes, periodistas y vecinos.
El 20 de junio, el equipo anunció una donación de un millón de dólares para apoyar a familias afectadas por las deportaciones. Pero el comunicado evitó mencionar a ICE, migración o redadas. Solo habló de “eventos recientes en la región”.
“Ese millón hubiera sido genial en 1990”, criticó un fan. “Hoy, parece que los Dodgers ya no entienden a su gente”.
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Boicot, murales borrados y presión comunitaria
La respuesta de la comunidad fue contundente. De Jesús Santos llamó a boicotear la Noche de la Herencia Salvadoreña. En Boyle Heights, el restaurantero Guillermo Piñon anunció que reemplazaría un mural con leyendas de los Dodgers por otro con líderes latinos que sí han defendido a la comunidad.
Muchos exigían una postura clara:
“¿Están los Dodgers con nosotros? ¿Dónde están?”, se volvió el grito constante en protestas y redes.
Desde adentro: jugadores latinos también alzan la voz
Incluso dentro del equipo, jugadores latinos se sintieron incómodos. El venezolano Miguel Rojas, infielder del equipo, reconoció que compartía los temores de los fans:
“Yo también soy inmigrante. Y cuando salgo del estadio, temo por mi familia”.
Este tipo de declaraciones reflejaron una fractura emocional dentro de un club que siempre se proyectó como un modelo de diversidad.
Una demanda desde la derecha: ¿castigo por hablar?
Lejos de resolver el conflicto, el donativo de los Dodgers provocó otra tormenta: America First Legal, grupo conservador fundado por Stephen Miller, demandó al equipo por “discriminación ilegal” bajo el pretexto de políticas de diversidad e inclusión.
El exsenador Kevin de León calificó la demanda como un intento de “chantaje político” desde la órbita de Trump para intimidar a entidades que no se alinean con su agenda.
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¿Qué queda del legado de Fernando?
A pesar del conflicto, los Dodgers rompieron récord de asistencia, superando los cuatro millones de espectadores esa temporada. La lealtad no desapareció, pero el sentimiento de traición persiste.
Fernando Valenzuela unió a dos mundos. Hoy, el equipo que él ayudó a transformar enfrenta una elección: defender a quienes lo convirtieron en símbolo o perderlos en el silencio.
VGB
