EXILIO NICARAGÜENSE

"No sé qué es peor, si vivir en el exilio o en la cárcel": Juan Lorenzo Holman, nicaragüense

Juan Lorenzo Holman, quien a mediados de febrero cumplió un año fuera de su país, narra en exclusiva para La Silla Rota, su experiencia como exiliado nicaragüense bajo el régimen autoritario de Daniel Ortega

Entrevista de La Silla Rota a Juan Lorenzo Holman
Entrevista de La Silla Rota a Juan Lorenzo HolmanCréditos: Especial
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Juan Lorenzo Holman es nicaragüense. En Nicaragua nació, creció, estudió, se casó, tiene dos hijas. Fue administrador de empresas y gerente general del diario La Prensa, pero en su país de nacimiento no hay ningún registro de su existencia. La dictadura encabezada por Daniel Ortega lo “borró”, no existe ningún registro de su existencia.

Holman es uno de los 222 nicaragüenses quienes en febrero de 2023 fueron subidos a un avión y expulsados de por vida de la patria que los vio nacer. Se trata de periodistas, políticos opositores al régimen de Daniel Ortega, académicos, escritores, entre otros, acusados de traición a la patria y quienes desde ese momento perdieron absolutamente todo lo que tenían en su país.

“Al expulsarnos nos quitaron nuestra nacionalidad, pero eso solo en el papel. Yo sigo siendo nicaragüense, es decir, no porque me lo diga el dictador, no significa que voy a dejar de ser nicaragüense.

“Pero el quitarle la nacionalidad a una persona es un crimen de lesa humanidad. Borran todo registro público de nuestra existencia en Nicaragua. Es decir, en Nicaragua no existo, no existe ningún registro, ni civil: nunca nací, mis hijas no tienen padre, mi esposa nunca se casó. No existo”

Carlos Fernando, Pedro Joaquín, Cristina y Juan Sebastián Chamorro, primos de Juan Lorenzo Holman, reunidos después de su liberación; todos fueron acusados y encarcelados, menos Carlos, quien logró huir.

 

“La de Daniel Ortega es una dictadura asesina“, asegura Juan Lorenzo Holman

Juan Lorenzo Holman explica en exclusiva a La Silla Rota que aunque no es periodista, su rol como parte fundamental del proceso informativo lo colocó en la mira del gobierno nicaragüense y por ello no duda en calificarla de “dictadura asesina” que se mueve por la perversidad.

“Buscarle alguna lógica al comportamiento de ellos es imposible, porque lo mueve la perversidad. Uno tiene que ser de la misma mentalidad de ellos, tiene que ser perverso; por lo tanto está difícil que alguien lo entienda, porque el odio y la perversidad son lo que mueve al régimen ante todo y contra todo".

Durante más de un año antes de su expulsión de Nicaragua, el sobrino político de la expresidenta Violeta Chamorro fue acusado de lavado de dinero y apresado por el régimen de Daniel Ortega. Pasó encarcelado más de 500 días, luego de un juicio lleno de irregularidades, donde no se respetó el debido proceso. Tras ese lapso fue exiliado.

"El exilio es bien duro. A veces no sé qué es más duro, si el exilio o la cárcel. Estoy libre, pero no hay una libertad plena. Además de eso, al expulsarnos, nos quitaron nuestra nacionalidad. Es un crimen de lesa humanidad".

Holman comparte cómo vivir en el exilio implica enfrentar dificultades económicas, legales y emocionales.

“El exilio es muy duro. Nos toca afrontar una serie de dificultades. Aparte de las dificultades económicas, están las dificultades de índole legal, de tu estatus legal en donde estás,  ya ni se diga las afectaciones de índole emocional”

“Hay gente que sus familiares han muerto en Nicaragua y ellos no han podido tener la oportunidad de decirles adiós. Es una cosa que a mí me duele muchísimo saber. Mi madre tiene 97 años y saber que probablemente nunca, nunca más la voy a volver a abrazar”.

En la entrevista critica la indiferencia de la comunidad internacional con respecto a lo que pasa en Nicaragua. Señala la falta de acciones concretas y la impunidad que permite a líderes como Daniel Ortega perpetuar sus abusos.

Y advierte, incluso, cómo otros gobiernos en la región, al percibir que si el régimen dictatorial de su país no recibe sanciones, pueden ver en la impunidad una oportunidad para consolidar sus propios regímenes autoritarios.