En 2024 se cumplieron 50 años del tumultuoso evento en Kinshasa, la capital de Zaire (hoy la República Democrática del Congo), en que el legendario Mohamed Alí enfrentó al campeón de peso completo George Foreman. En ese combate convergieron al mismo tiempo el deporte, la música, la cultura y la geopolítica.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
SÍGUENOS EN EL SHOWCASE DE LA SILLA ROTA DE GOOGLE NEWS
Te podría interesar
El combate se convirtió en el programa más visto en la historia de la televisión hasta ese momento, se calcula que 50 millones de personas pagaron por ver la transmisión. Decenas de periodistas hicieron la travesía de Estados Unidos y Europa hacia África para ver la pelea y el festival musical paralelo que reunió a grandes del soul y el blues como B.B. King y James Brown, con Miriam Makeba y Hugh Masekela, las estrellas de la música africana.
El condimento estuvo a cargo de Celia Cruz y la maravillosa orquesta Fania All Stars, que en esos momentos se abría paso como una nueva referencia en la escena musical del mundo. Quizá en ninguna otra ocasión la política, música y cultura africana tuvieron tantos reflectores.
Mobutu Sese Seko, el presidente de Zaire que llegó al poder luego de un golpe de Estado, pudo desplegar su oratoria nacionalista y de rechazo al colonialismo, sin que se advirtiera de la extendida corrupción y autoritarismo que caracterizaron a su gobierno.
Don King, el organizador del combate, se proyectó como un promotor de grandes ligas no sólo por concretar una de las peleas más esperadas de la historia sino también como alguien capaz de convencer a un presidente una joven nación de ser el anfitrión del festival y del duelo deportivo.
El origen
A fines de los 60, Mohamed Alí (cuyo nombre original era Cassius Clay) era el campeón unánime de peso completo y nadie dudaba en catalogarlo como el mejor boxeador de la historia. Comenzó a brillar en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1960 al ganar la medalla de oro y se coronó campeón del mundo en 1964 tras vencer a Sonny Liston.
El gigante desenfadado tuvo un enfrentamiento con el gobierno de Estados Unidos, que en 1966 lo declaró apto para unirse al Ejército, lo que probablemente desembocaría en su envío a Vietnam, país al que EU invadió en su cruzada anticomunista. El atleta se negó a integrarse a las fuerzas armadas y fue amenazado con una multa de 10 mil dólares y cinco años de cárcel.
Sus motivos para negarse estaban basados en su experiencia con el racismo existente en el sur de su país. “No tengo problemas con el Vietcong (la guerrilla que peleaba contra el ejército de Vietnam del Norte y sus asesores de EU). Ninguno de ellos me ha llamado negro (nigger, el término despectivo con el que los anglosajones se referían a los esclavos africanos)”, declaró.
Las advertencias no lo hicieron cambiar de opinión pero ante las eventuales repercusiones de un castigo de prisión, las autoridades golpearon a Alí donde más le dolía: cancelaron su licencia de boxeador cuando era el campeón y se encontraba en la cúspide de sus facultades.
Así, uno de los atletas más poderosos de la Tierra fue despojado de su título sin ser vencido en el cuadrilátero obligado a pasar los siguientes siete años entre el retiro obligado y las peleas con boxeadores que no estaban a su nivel, como la única manera de recuperar su cinturón de monarca.
Don King se hace una estrella
En 1974, Alí estaba en posibilidad de retar al campeón de peso completo George Foreman y entre todos los promotores uno tuvo la sagacidad de adelantarse, asegurar financiamiento para pagar cinco millones de dólares a los peleadores y garantizar un negocio redondo a los organizadores. Ese fue Don King.
El polémico King, conocido por su cabello erizado, su voz estridente, tenía problemas para organizar la pelea en Estados Unidos por las acusaciones en su contra por dirigir un sistema de apuestas ilegales y el asesinato de un hombre que trató de asaltar la casa en la que se hacían las apuestas.
King se asoció con el empresario Jerry Masucci, fundador de Fania Records, el sello que dio a conocer a los grandes de la salsa como Celia Cruz, Willie Colón, Rubén Blades, Héctor Lavoe, entre muchos otros, y convenció a Mobutu de albergar la pelea y el masivo festival musical.
Mobutu no quiso aportar dinero para el espectáculo, como lo pedía King, pero aceptó que en dos estadios, uno para el concierto, y otro para la pelea. Para el dictador fue una jugada perfecta porque pudo presentarse al mundo como otro de los revolucionarios africanos que habían peleado contra el colonialismo de las potencias europeas, en el caso de Zaire, contra Bélgica.
En esos años en que Estados Unidos y la Unión Soviética disputaban la supremacía geopolítica, cualquier nación que se independizaba era un terreno apetitoso para las potencias. EU optó por apoyar a Mobutu para evitar que Zaire se sumara a los países bajo la influencia de la URSS como Angola y ese respaldo permitió a Sese Seko mantenerse en el poder hasta entrados los años 90.
Mobutu era el prototipo de dictador con un discurso nacionalista que ocultaba sus abusos. El escritor Noman Mailer, quien convivió con Alí y su séquito para escribir el relato “The Fight” (The Combat) ironizó sobre esa retórica en un pasaje de su texto.
Con Alí se encontraba Big Black, el gigantesco músico que tocaba un tambor durante las prácticas. Un reportero británico le preguntó cómo se llamaba su tambor y él respondió que era una conga, pero el reportero escribió Congo (el antiguo nombre del país cuando era una posesión belga). El censor que revisaba los escritos de los enviados corrigió la palabra porque estaba prohibido usar el nombre colonial y los sustituyó por Zaire, el nombre que adoptó el país tras su independencia.
“Ahora Big Black puede decirle a quien lo entreviste que toca los Zaires”, escribió Mailer.
El ritmo regresa a su raíz
Cuando se corrió la voz de que King organizaba la pelea junto con Masucci, el jazzista sudafricano Hugh Masekela, famoso por ser un activista en contra del régimen racista de su país, se acercó con el promotor para presentarle la idea de hacer un festival que mostrar al mundo el poder de la música africana al lado de grandes exponentes de la música afroestadounidense.
Masekela y el promotor Stewart Levine contrataron a la cantante sudafricana Miriam Makeba y el jazzista camerunés Manu Dibango para encabezar el cartel. Desde Estados Unidos se unieron otros pesos pesados, James Brown, el emblema del Poder Negro desde que dio a conocer la retadora frase “Dilo fuerte. Soy negro y estoy orgulloso”, el enorme blusista B.B. King, las Pointer Sisters, las Sisters Sledge, Bill Withers y los Spinners.
“En pleno proceso de descolonización y reivindicación de las culturas y tradiciones africanas frente al eurocentrismo colonial, el gobierno dictatorial de Mobutu Sese Seko concibió Zaire ’74 como el primer macro festival que integrase la música africana y afroamericana en un mismo evento a lo largo de tres días”, escribió el investigador Brais Outes León.
El toque especial fue la participación de la Fania All Stars, la orquesta que fundó el flautista dominicano Johnny Pacheco formada por virtuosos solistas, estrellas en su instrumento de manera individual, como Colón, Larry Harlow, Ray Barreto y Yomo Toro.
Para el público africano la llegada de los Fania All Stars representó el reencuentro con la música cubana, cuyos discos se oían en esas latitudes antes de la Revolución que llevó a Fidel Castro al poder, pero que se interrumpió a partir de ese hecho.
Para el resto de los artistas, estadounidenses y latinos hermanados por la tradición de la música africana, el festival de tres días significó volver a la raíz de su arte, como se escucha decir a James Brown en el premiado documental “When we where kings”.
El legado del Rumble in the jungle
A 50 años del combate que devolvió a Alí a la cúspide del deporte y la celebridad, algunos de los aspectos más destacados del festival y la pelea han quedado en el olvido.
Zaire cambió su nombre por República Democrática del Congo tras el golpe militar que destituyó a Mobutu y luego se involucró en un sangriento conflicto con el vecino país de Ruanda, que ha provocado millones de muertes desde 1996.
Alí retuvo su campeonato por cuatro años más, hasta que fue destronado sorpresivamente por Leon Spinks y se retiró en 1981, a los 39 años de edad.
La Fania All Stars, sus cantantes y solistas, tomó por asalto la escena musical y generó una legión de admiradores y críticas entusiastas en toda América, Europa y África, en donde aún se recuerdan las vibrantes notas de voz de Celia Cruz cantando “Quimbara” para inaugurar el festival de 1974.
Para los aficionados a la salsa, el soul, el blues, y las andanzas de personajes estrambóticos como Alí y Don King, hay una serie de obras que podrían ser de interés.
El documental “When we were kings” dirigido por Leon Gast recibió un premio Oscar en 1997 por su exploración de las relaciones entre los afroamericanos y el continente africano durante la época del Poder Negro, tanto a nivel de la cultura popular como en la política.
El documental puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=32o4XMFT_eM
Otro documento visual impresionante es “Soul Power”, documental estrenado en 2009 con grabaciones tanto de los conciertos como de lo que sucedió tras bambalinas, durante el viaje y los ensayos.
En un punto se ve a B.B. King sentado en el avión mientras observa maravillado cómo Yomo Toro y Celia Cruz improvisan. El documental puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=koCIfTiqCsA&t=4946s