China y Rusia están en el ojo del huracán ya que la comunidad internacional vio como mala seña su reunión bilateral de sus presidentes Vladimir Putin y Xin Jinping, lo que se traduce como una alianza en el contexto de la invasión rusa a Ucrania y los anhelos de Pekín de anexar nuevamente a la isla rebelde Taiwán, en un momento en el que se alejan de occidente y retan a los aliados de Estados Unidos en la OTAN sobre marcar claramente sus intereses geopolíticos y de influencia en diversas zonas del mundo, como América Latina, incluido México.
Con sus propuestas para poner fin a la guerra en Ucrania, China busca contrarrestar las críticas de que apoya a Rusia y mostrar que respalda la paz, al tiempo que profundiza sus intercambios con Moscú, incluyendo el uso del yuan como alternativa al comercio en dólares.
En las reuniones mantenidas en Moscú, el presidente chino, Xi Jinping, logró que su homólogo ruso, Vladímir Putin, apoyase el ambiguo plan de paz chino "como base para un futuro arreglo del conflicto", aunque desde Occidente se recela de la propuesta.
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Estiman que Pekín no es imparcial porque no ha condenado la invasión rusa y critican que Xi aún no haya hablado con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aunque esa conversación podría tener lugar después de su viaje a Rusia.
Según los analistas chinos, en Occidente escuece que la relación sino-rusa se intensifique y deje cada vez más dividendos para Pekín, razón por la cual Xi quiso escenificar su lado más mediador.
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"Con su plan de paz, China intenta tomar una posición más equilibrada tras declarar el año pasado, justo antes de la guerra, que su amistad con Rusia no tenía limites", comenta a la prensa local el académico Pang Zhongying, de la Universidad de Sichuan.
Mientras, Wang Yiwei, de la Universidad del Pueblo, asegura que China está más que satisfecha de hacer negocios con Rusia pero reconoce que "afrontará cada vez más presión" como mediador conforme avance este año, duante el que se espera que Xi se reúna en Pekín con el presidente francés, Emmanuel Macron, y otros líderes europeos.
El experto cree que China quiere dar la imagen de potencia responsable pero "no lo tiene tan sencillo" para mediar como hizo recientemente entre Irán y Arabia Saudí.
"Hay una guerra en curso con enormes consecuencias. China es realista. No espera un alto el fuego instantáneo, sino un consenso que todas las partes puedan aceptar", indica.
Así, Xi y Putin acordaron "dar pasos que contribuyan a detener la escalada de las tensiones", aunque Washington puntualizó ayer que la manera de detenerlas es replegando los soldados rusos de Ucrania.
Y aunque el plan chino defiende "la integridad territorial de los países", no alude en ningún momento a la anexión rusa de cuatro regiones ucranianas o a la retirada de sus tropas. En cambio, sí pide el fin de las sanciones y que se tengan en cuenta "las preocupaciones de seguridad de Rusia" ante el avance de la OTAN.
"Ucrania pide a Rusia que le devuelva sus cuatro regiones y Crimea... ¿Alguien cree que Rusia va a aceptar eso? Ucrania tampoco aceptará que Rusia se quede con sus tierras. El resultado de la guerra aún no está claro y es imposible que China apueste por un lado. La propuesta china es abrir un marco para hablar", dice Wang.
Crecen intercambios China-Rusia
Al término de la visita, Xi apostilló que "hay cambios que no se han dado en cien años" y que él y Putin los están "liderando", en referencia a que su "sociedad estratégica" es, a ojos chinos, "un factor positivo para la estabilidad global" que se opone "a la confrontación de bloques" y al "unilateralismo".
Así, el periódico oficialista China Daily alaba hoy que ambos mandatarios expresaran su preocupación por el refuerzo de los lazos militares de la OTAN con los países de la región de Asia-Pacífico, una de las obsesiones de Pekín, mientras que el Diario del Pueblo celebra que los intercambios bilaterales sigan creciendo.
No en vano, los dos países acordaron construir el gasoducto "Fuerza de Siberia 2", con el que Moscú ha encontrado otra alternativa a las sanciones occidentales mientras Pekín sigue multiplicando sus importaciones energéticas.
En 2022, los suministros a través del gasoducto "Fuerza de Siberia" alcanzaron el récord de 15,500 millones de metros cúbicos, lo que representa un incremento del 49 % con respecto a 2021, y se espera que para 2025 la cifra alcance los 38,000 millones anuales.
Mientras, las importaciones chinas de crudo desde Rusia se dispararon un 23.8 % interanual en enero y febrero de 2023, según datos de las Aduanas chinas, en un momento en que el gigante asiático trata de revitalizar su economía tras levantar la estricta política de 'cero covid'.
"La energía será la piedra angular de la cooperación. Pekín tiene un gran apetito y es de esperar que dure mucho tiempo", comenta a China Daily el experto Luo Zuoxian.
Pero no es solo energía: la demanda china de productos agrícolas, madera, mariscos o fertilizantes químicos de Rusia aumenta junto con las importaciones rusas de productos electrónicos y electrodomésticos chinos, entre otros, comenta el experto Wei Jinshen al portal financiero chino YiCai.
Así, Pekín parece encantado con que el comercio bilateral pueda llegar este año a los 200,000 millones de dólares -un año antes de lo previsto- en un momento en que el propio Putin ha ofrecido su "apoyo" a las empresas chinas que deseen ocupar los nichos de las firmas occidentales que dejaron el país.
Putin abogó por incrementar el uso del yuan como una alternativa al comercio en dólares, en sintonía con los intentos de Pekín de internacionalizar su moneda, y apuntó a ampliar esta práctica a otros mercados, entre ellos Asia, África y Latinoamérica.