ESCUELA MILITARIZADA

Castigo para corregir indisciplinas, la promesa de las escuelas militarizadas

Tras la muerte de Erick Terán en una academia militarizada, expertos advierten que el castigo físico no corrige conductas y que los problemas de disciplina suelen tener raíz familiar

Créditos: Fernanda Rangel | LSR
Escrito en METRÓPOLI el

La mayoría de los jóvenes que son inscritos en escuelas militarizadas que prometen una educación porque sus padres buscan una formación con disciplina férrea que se identifica con las prácticas del ejército.

En algunos otros casos los tutores usan la escuela militarizada como “un castigo” que imponga en sus hijos tolerancia cero, disciplina rígida y hasta corregirlos con base en castigos físicos.

“Personalmente no la recomiendo”, dijo la investigadora en educación Irma Villalpando, pedagoga con más de 30 años de experiencia, sobre la educación militarizada que basa sus enseñanzas en el miedo y castigos físicos para regular la conducta de adolescentes con problemas de disciplina.

Las academias militarizadas como la Ollin Cuauhtémoc cobraron relevancia después de que el estudiante Erick Terán Torbellín, de 13 años, quien murió a causa de los golpes que recibió durante un campamento de la escuela.

Sobre los castigos físicos como el que presuntamente sufrió Erick, Villalpando explicó que no funcionan para modelar la conducta y que lastiman a los jóvenes más allá de moretones, además les arrebata lo que más necesitan: afecto y escucha.

“Los seres humanos necesitamos afecto, necesitamos escucha, necesitamos comprensión. Es lo que necesitamos para ser mejores personas”, reflexionó Irma Villalpando, pedagoga con más de tres décadas de experiencia.

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La especialista incluso dijo que ella no podía pensar en ningún pedagogo que en pleno siglo XXI defendiera los castigos físicos como una forma de apoyar el el aprendizaje de las juventudes.

Academias no resuelven problemas familiares

Cual sea el caso, Irma Villalpando considera que cuando hay problemas en la actitud de una niño o adolescente, este tiene raíces en las relaciones del núcleo familiar y que el o los conflictos habla del conjunto entero y no solo de un individuo.

“A menudo no es el chico, es la familia completa y requieren de terapia familiar para sanar a todos”, recalcó la pedagoga Villalpando.

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La madre de Erick Terán Torbellín dijo a La Silla Rota que inscribió a su hijo a la academia Ollin Cuauhtémoc porque desde los tres años Erick dijo que quería ser militar y tocar en la banda de guerra.

“Mi hijo amaba estar en la banda de guerra, él decía que quería tocar la corneta porque solo los ángeles sabían tocarla”, dijo.

Foto: Fernanda Rangel | LSR

Pese al deseo del niño, la academia Ollin no tiene relación alguna con el ejército, y pese a que su director, Juan Carlos Carrera Saavedra, se hace llamar “El capitán”, ni él ni su asistente, Angélica Cecilia Echeveste Jaimes, conocida como “La Teniente”, tienen grado militar ni han estado vinculados al mundo castrense.

La familia del niño que murió en el campamento en Cuautla creía que Erick estaría más cerca de ser un músico militar en banda de guerra si estudiaba en una secundaria que además de enseñar las materias básicas, manejaba su plantel con un enfoque militar.

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Pero jamás se imaginó que un castigo físico desproporcionado le causaría la muerte a su hijo, de hecho fue la primera y última vez que Erick fue golpeado por cometer un error a los ojos de “El Capitán”.