A siete años, muchos recordamos el sismo del 19 de septiembre de 2017, el más catastrófico en México en 32 años, solo superado por el de 1985, ya que las víctimas mortales y las pérdidas económicas fueron de una magnitud sin precedentes para nuestra generación.
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Este sismo, ocurrido a las 13:14 horas con una magnitud de 7.1, reabrió una vieja herida en la capital al dejar un saldo de 369 muertos, la mayoría en la Ciudad de México. De esas víctimas, 228 fallecieron en la ciudad, incluyendo 49 personas en el derrumbe del edificio Álvaro Obregón 286, en la alcaldía Cuauhtémoc.
Horas antes del desastre, ciudadanos de todo el país participaban en un simulacro para conmemorar a las víctimas del terremoto de 1985 cuando fueron sorprendidos por el sismo. El fenómeno provocó el colapso del edificio Coquimbo 911, ubicado en la colonia Lindavista, alcaldía Gustavo A. Madero, y de varios otros edificios y viviendas, dejando a miles de familias sin hogar.
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El terremoto también colapsó el edificio situado en la esquina de Emiliano Zapata y Prolongación Petén, en la colonia Santa Cruz de la capital. Este edificio de seis pisos quedó en ruinas, convertido en una montaña de escombros, tierra y miedo.
Vecinos del edificio 1C del Multifamiliar Tlalpan, observaron cómo el sismo de 7.1 grados convertía sus hogares en escombros, dejando una enorme nube de polvo a su paso. En el lugar, se recuperaron nueve cuerpos entre los escombros del edificio, mientras que 18 vecinos fueron rescatados.
En respuesta, diversos grupos civiles y miles de capitalinos salieron a las calles para ayudar a los heridos, realizar labores de rescate y apoyar en centros de salud, ofreciendo alimentos, asistencia y refugio a los afectados. Muchas personas cavaron con sus propias manos e improvisaron brigadas de rescate en los sitios más afectados, utilizando cualquier objeto disponible para escarbar entre los escombros y tratar de salvar a los heridos.
Lo anterior, sin olvidar que durante el terremoto, se produjo un fallo en las comunicaciones y un daño en los sistemas de energía eléctrica. Las primeras horas se caracterizaron por la dependencia de los servicios de internet, que, paradójicamente, seguían funcionando, por lo que se usaron las redes sociales para organizarse y emitir avisos sobre las víctimas y los fallecidos.
Un mes después, el 2 de octubre de 2017, se contabilizó un total de 228 muertos en la Ciudad de México, 69 personas rescatadas con vida de los escombros y 38 edificaciones derrumbadas, de acuerdo con información de la Agencia de Protección Sanitaria de la Ciudad de México.
El epicentro se ubicó en los límites de Puebla y Morelos, a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan y a 120 kilómetros de la Ciudad de México, y el fenómeno afectó varios estados, incluyendo Chiapas, Ciudad de México, Guerrero, México, Morelos, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala.
Sin embargo, aún no se dispone de un registro completo de los heridos; mientras algunos no sobrevivieron para contar su experiencia y otros todavía luchan por recuperar su patrimonio.