Vivir en la colonia Narvarte Oriente, en pleno corazón de la famosa Glorieta SCOP por lo que fue la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, en las intersecciones del Eje Central, Eje 4 Sur Xola y Avenida Universidad es para muchos capitalinos una zona ideal por la cercanía a bares, restaurantes, centros y plazas comerciales que le dan un toque clasemediero a esta zona del sur de la Ciudad, en la alcaldía Benito Juárez.
La Unidad Habitacional IMSS Narvarte, inaugurada en 1954, es el reflejo del concepto arquitectónico de la mitad del siglo XX con un estilo arquitectónico moderno y buscando la integración plástica, donde se incluyen Ciudad Universitaria, o la misma Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (Centro SCOP) que realizaron los arquitectos Carlos Lazo, Augusto Pérez Palacios y Raúl Cacho
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Dicha unidad habitacional fue ideada para dotar a los trabajadores de la dependencia de todas las comodidades para su ambiente laboral, reseña Francisco Esteban Alvarado Carrasco en su tesis “Habitar un edificio moderno: vida cotidiana en el Centro SCOP de la Ciudad de México”, registrada en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Cambios en el estilo de vida
Francisco Carbajal tiene 18 años de vivir en la Unidad Habitacional IMSS Narvarte y ha sido parte de los cambios que se han operado en el conjunto de 492 departamentos ubicados entre Avenida Universidad y Eje Central, en la alcaldía Benito Juárez.
Hace siete años la unidad vivía una situación crítica por los robos que había en sus pasillos y por la presencia de personas que tomaban alcohol, fumaban mariguana, pero también orinaban, defecaban o se dedicaban a molestar a los vecinos.
Otro problema es que había personas de diversas colonias quienes iban a dejar su basura en las orillas de la unidad o llevaban a pasear a sus perros para hacer sus necesidades.
Deciden enrejar unidad
Eso ya tenía cansados a los vecinos de la UH IMSS Narvarte, entonces decidieron enrejarla. “Yo soy miembro del Comité de Vigilancia y en reuniones que tuvimos entre el Comité y el administrador se habló de que había ya mucha delincuencia. Entonces que sería conveniente poner las rejas y por eso se colocaron. Mucha gente se negó, no querían”, recuerda Francisco.
Sin embargo, la decisión funcionó y la unidad volvió a tener sus pasillos limpios y por ahí caminan sólo vecinos y de fuera quienes llegan son los repartidores de garrafones de agua, o en la entrada hay unos vendedores de frutas y verduras frescas.
Hay robo de autopartes
Con el enrejado ya no se meten personas ajenas a la unidad, pero los problemas siguen en la parte de afuera, dice por separado el administrador de la Unidad, Héctor Lozano.
“En la parte de afuera de las rejas de la unidad donde estacionan su vehículo los vecinos, diario aparecen por ahí problemas de falta de espejos, tapones, antenas y todo tipo de accesorios”, agrega Lozano.
La unidad no cuenta con estacionamiento interior y en la calle tiene pocos lugares, que son muy codiciados. Hay una lucha descarnada por ellos e incluso además de los cajones de estacionamiento que hay afuera, no ha faltado el vivo que está a los lados y ya en plena banqueta haya dibujado una línea más, para tener un espacio más.
“La unidad se hizo hace más de 60 años y no tiene estacionamientos, como tal tiene muy pocos espacios asignados que usualmente son motivo no digamos de pleito, pero sí son muy codiciados esos lugares y en general en toda la colonia hay una escasez muy muy grande”, remarca otro vecino, César Pérez, que aclara que los servicios de Metrobús y Trolebús facilitan la vida a quienes carecen de auto.
Áreas verdes en deterioro
Recorrer los pasillos de la Unidad Habitacional IMSS Narvarte es encontrarse con fugas de agua debido a la antigua tubería que lleva el líquido a los 492 departamentos que ahí se alojan y que no se ha cambiado.
Pese a contar con una enorme cisterna, ubicada entre ambos conjuntos de edificios en que se divide, el abasto de agua también ha comenzado a verse afectado en el IMSS Narvarte.
El agua no les ha faltado, pero llega en menor cantidad y los vecinos han decidido cuidar su consumo.
Además, han demostrado estar dispuestos a luchar por ella. El año pasado el Sistema de Aguas de la Ciudad de México intentó rehabilitar un pozo que se encuentra a unos pasos de la unidad, en la glorieta de Concepción Beistegui y Universidad, pero los vecinos se organizaron y se opusieron, temerosos de que les quitaran el agua a ellos para en su lugar abastecer a los edificios nuevos que aparecen como hongos en la demarcación. Ante su movilización el Sacmex decidió suspender el proyecto.
La escasez de agua y reducir el consumo de agua ha hecho que algunos jardines luzcan tristes, lamenta don Francisco.
“Desgraciadamente ahora con el problema del agua ha habido secas en los arbustos que de repente eran verdes y ahora se ven amarillos. Lógico es porque ya no tenemos el agua suficiente, o sea, si se resiente el tema”, explica Francisco.
Además, la tubería está expuesta al crecimiento de las raíces de los árboles, agrega Francisco.
“Los árboles son benéficos 100% pero tienen el problema de las raíces, que levantan losas y cosas pesadas, entonces hay esos inconvenientes en el piso y esperemos a ver si nos echan la mano –las autoridades- para poder arreglarlos. El otro inconveniente es que como ya es grande y viejita esta unidad, tenemos este problemas con las tuberías que ya están obsoletas y vencidas”.
Otro problema del que adolece la unidad es su propio mantenimiento, que incide precisamente en la atención de algunas fugas, pues la Brigada de Atención y Detección de fugas no necesariamente siempre acude, dice Lozano.
Como ocurrió con muchas unidades construidas a mediados del siglo pasado por el gobierno federal para sus trabajadores, debido a las crisis económicas de los 80, instituciones como el IMSS o el ISSSTE dejaron de hacerse cargo del mantenimiento y este quedó a cargo de los condóminos. Pero ahora no todos cooperan e incluso algunos creen que el IMSS todavía está a cargo, afirma el administrador. Y lo que se recauda con cuotas de 150 a 200 pesos al mes no siempre alcanza.
Gentrificación
César y Francisco llegaron a vivir a la Unidad IMSS Narvarte hace 18 años. Además de haberse mudado el mismo año, ambos ya sabían que querían quedarse ahí.
También han sido testigos en esos 18 años de los cambios que ha tenido esta unidad que inicialmente iba a albergar al Hospital General y que terminó dando cabida a 492 departamentos divididos en 41 edificios de seis pisos, cada uno con 12 departamentos.
Francisco y César coinciden en que el cambio más importante es el aumento en el costo de las rentas y la llegada de jóvenes que además hacen continúas mudanzas.
“Es otro tipo de gente alrededor, se han vendido o rentan sus departamentos y se han ido a otro lado, entonces ha llegado mucha gente nueva y como que no es muy satisfactorio porque como es bulliciosa, toman, hacen fiestas y ya no es como antes, que estaba más tranquilo, sobre todo para las personas de la tercera edad como yo que nos gusta la paz y la tranquilidad. Eso se ha perdido un poco”, dice con nostalgia Francisco, de 78 años.
Por su parte César, observa que como ocurre en distintas zonas céntricas de la ciudad, que cuentan con servicios y una nutrida red de transporte, en la unidad ha comenzado a sentirse los efectos de la venta y renta de inmuebles en la Narvarte, entonces ahí llega gente que es desplazada, en su mayoría jóvenes.
Aunque la población de personas de la tercera edad alcanza el 60%, en contraste hay un 40% integrado en su mayoría por jóvenes que se quedan temporalmente y han convertido a la unidad en una zona de paso, porque rentan un año y se van.
“Se ha movido mucho la unidad precisamente por eso, pero pues es lo que le da vida”, comenta César, de 30.
Eso ha causado un aumento en las rentas y en cinco años se han incrementado 100%, cuando por ley la renta debería crecer al ritmo de la inflación.
“Tenemos un vecino de arriba. Él rentaba, nos hicimos amigos con él y el dueño y nos llegaron a platicar cómo fue subiendo esta renta en unos cinco años y pasó de 5 mil pesos a 6 mil, luego a los casi 9 mil y 10 mil pesos a la fecha. Ahora no encuentras uno por menos de 10 mil pesos y es un poquito ese efecto lo que ha hecho el desplazamiento”, describe.
Faltan espacios de recreación
Otro problema que enfrenta la unidad es la falta de espacios de entretenimiento. Entre ambos edificios hay un predio con un gimnasio y que en su parte exterior tiene una cancha de baloncesto y un jardín. Pero los vecinos no pueden entrar. Desde el sismo de 2017 tiene sus puertas cerradas. De todos modos el acceso era restringido, porque el lugar pertenece a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.
Los vecinos sólo podían ingresar los domingos. Pero ahora ni eso. Al asomarse por arriba de los departamentos se ve el lugar cubierto de hojas acumuladas y la canasta de la cancha de baloncesto apenas es visible. Al asomarse por la puerta cerrada, sólo se ve a unos gatos que cuando no duermen o comen, son ariscos con quien quiere saludarlos.
Ahora que el gobierno federal y el local demolieron el Centro SCOP para construir el Centro Muralístico, César espera que también sea tomada en cuenta la rehabilitación del gimnasio.
“No sé si se está considerando el proyecto, sería la recuperación de estas áreas precisamente para el uso más público, un poquito más para los vecinos y que tengan espacios para traer a sus familias”, sugiere.
Lo que les gusta
Don Francisco, quien es débil visual, reconoce que le gusta la paz y la tranquilidad de la unidad.
“Que todo mundo casi nos conocemos para mí ha sido muy satisfactorio, el recibir ayuda de los mismos vecinos por mi discapacidad. Entonces me ayudan. Me guían y muchos beneficios obtengo yo de vivir aquí en la unidad. Con respecto a qué no me gusta de aquí de la unidad es el piso que tenemos desgraciadamente”, dice en referencia a algunos bordes en el piso.
César dice que algo que le gustaba de la Unidad es que tenía muy cerca los murales de Juan O’Gorman y de José Chávez Morado del Centro SCOP, tanto los que daban a la calle como los que se veían desde lejos.
“Personalmente me pegó cuando ya dejamos de ver los murales. Yo precisamente iba a la guardería justamente aquí adentro de la Secretaría y pues para mí era el paso de todos los días. Cuando los dejamos de ver, pues sí te pega un poquito el paso del tiempo, pero más allá de eso me ha gustado el proyecto que nos han mostrado de lo que es rescatar estos murales, el parque, que, pues ya va a estar abierto un poco más al público”, confía.
Incluso, recuerda que conoció el Centro SCOP por dentro.
“Era muy bonito”.
Don Francisco reconoce que también le gustaba el Centro SCOP, pero que de unos meses a la fecha ha sufrido por el ruido y el polvo que ha dejado la demolición.
“El ruido sí es molesto porque todo el día casi están tu-cu-tu-tú-pa-pa-pá y están levantando, están tirando y de repente entra no sé qué tipo de maquinaria y vivo yo en un piso alto en el quinto piso, de repente se me mueve el departamento a causa de esos camiones tan pesados que transitan aquí en los escombros”, se queja.
Por su parte, el administrador Héctor Lozano pide a las autoridades aprovechar este proceso de reestructura que se está llevando en la zona por el rescate de los murales del Centro SCOP, y que las autoridades vean y consideren a la unidad habitacional en los temas del sistema hidrosanitario que está bastante deteriorado, así como la red de luz eléctrica, con un cableado de una antigüedad de 70 años y que causa altibajos en energía, lo que daña en ocasiones a los equipos domésticos, concluye.