Los contingentes se alistaban para marchar con consignas a favor del reconocimiento a la diversidad sexual, era la tarde del primero de julio de 1980 y cerca de mil personas aplaudía para que comenzará la “Segunda Marcha del Orgullo Homosexual”.
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De acuerdo con la crónica “La Marcha Homosexual” de Mario Eduardo Rivas, que se publicó en el número 4 de la revista El Machete -dirigida por Roger Bartra-, la manifestación fue un rito de rebelión y liberación que partió del Monumento a la Revolución.
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Sin embargo, al asumir su identidad sexual, los asistentes corrieron el riesgo de ser fotografiados por fotoperiodistas que buscaban una imagen sensacionalista.
Algunos de los participantes escribieron consignas para pedir un alto a las razzias, también manifestaban su oposición a la criminalización a la homosexualidad y a quienes percibían la diversidad sexual como una enfermedad.
“Shakespeare, Wilde y Novo ya no podrán ir a la segunda marcha homosexual, peo tú sí. ¡Asiste!”, decía una de las pintas que se hicieron del lado oriente de la Calzada de Tlalpan.
Para manifestarse, la comunidad a favor de la diversidad sexual tuvo que esperar el permiso de las autoridades de la delegación Cuauhtémoc.
Ambiente festivo
La manifestación fue organizada por los colectivos FHAR, Lambda y Oikabeth, quienes hicieron una parada frente al edificio de Televisa para expresar su oposición a la desinformación que promovía sobre la homosexualidad.
Cuando intentaron realizar una pinta en una barda del Panteón Frances de la Piedad, 13 activistas fueron detenidos durante una hora por la policía.
Al poco tiempo de la intervención de las bardas, grupos homofóbicos comenzaron a escribir “Muera la homosexualidad” o “Mueran los putos” en bardas de Tlalpan.
A pesar de estos discursos de odio, Mario Eduardo Rivas escribió que la marcha se llevó a cabo con un ambiente festivo.
“Se pusieron a bailar los más osados, los menos temerosos. Gritos, silbidos, aplausos. En todo los rostros -policías curiosos, fotógrafos, reporteros, militantes, amigos, travestis, mujeres- asomaba la sonrisa”, escribió Mario Eduardo Rivas.
Un minuto de silencio
Cuando los contingentes llegaron al Hemiciclo a Juárez cerca de mil personas los esperaban en el camellón de la avenida Juárez y en las gradas que habían instalado.
En ese instante, un grupo de oradores manifestaron su apoyo a las mujeres, expresaron su posición a favor del derecho al aborto y en contra a las agresiones sexuales que padece el género femenino.
También demandaron derechos igualitarios para los homosexuales en el ámbito laboral, civil, político y exigieron una educación sexual.
“Se hizo un minuto de silencio por todos los muertos homosexuales víctimas de la violencia machista, que estremeció a la multitud”, recordó Mario Eduardo Rivas.
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