Los murales de artistas como Juan O’Gorman y José Chávez Morado, que durante años ataviaron el complejo arquitectónico Centro SCOP, se encuentran salvaguardados al 100%, asegura la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SITC). Esto, a pesar de que los edificios en donde estaban montados tuvieron que ser demolidos, tras verse seriamente afectados tras los sismos de 1985 y 2017.
Así lo pudo constatar La Silla Rota durante un recorrido realizado del predio ubicado en la colonia Narvarte de la Ciudad de México. Los murales están protegidos por estructuras de embalaje en la explanada del inmueble y en bodegas instaladas dentro de dicho predio.
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“Los chilangos y todos los mexicanos pueden estar seguros de que su patrimonio artístico está seguro y concentrado aquí, en el predio de lo que fue el Centro Scop”, afirma la restauradora Liliana Olvera, de CAV Diseño e Ingeniería, empresa responsable del complejo proceso de retiro de los murales de los edificios dañados.
El retiro de los murales fue realizado casi en su totalidad por ingeniería mexicana y para ello se necesitó de la intervención de más de 500 ingenieros, soldadores, estructuristas, operadores y demás personal que desde julio de 2023 han retirado las 13 obras monumentales de adornaron durante varias décadas los cuatro edificios que albergaban a la extinta Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP).
Para realizar el retiro de los murales, la Secretaría de Infraestructura sostiene que contaron con la aprobación de los familiares de los muralistas y que en múltiples ocasiones sostuvieron reuniones con ellos. Asimismo, afirman, platicaron con los hijos del arquitecto Carlos Lazo (quien diseñó la arquitectura del Centro Scop) y estuvieron de acuerdo en sustituir los edificios dañados con nueva infraestructura que pueda albergar los invaluables murales.
En total, se retiraron 5 mil metros cuadrados de obra muralista de gran tamaño, algo que, según la restauradora Olvera es algo que no se había hecho en América Latina, incluso en el mundo y que solo puede ser comparado con la reubicación del templo de Ramsés II o templo Mayor de Abu Simbel.
“Lo más importante era que los murales no se dañaran. Pareciera que los murales son muy resistentes al ser de piedra; sin embargo, las teselas (pequeñas piezas de piedra) son muy frágiles y con vibraciones o un mal manejo se desprenden de manera fácil. Lo que se hizo fue una demolición controlada. El objetivo fue que los murales no se afectaran y sintieran lo menos posible las vibraciones generadas por el proceso de demolición, porque es un proceso fuerte, hay que desbaratar los muros”, describe.
Retirar los murales conllevo una planeación de más de tres años, ya que se tuvo que pensar en una forma de retirar los murales en una sola pieza y los murales restituidos tras el sismo de 1985 sin perder su orden en el que fueron colocados.
Sobre la demolición de los edificios, la empresa Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes dice que cuenta con dos dictámenes que confirmaban el riesgo de colapso de todos los edificios del Centro SCOP, lo que ponía en riesgo el patrimonio histórico y artístico ahí albergado.
“Tras muchos análisis, dictamines y mesas de diálogo se llegó a la conclusión de que los edificios ya no eran seguros. La función de las oficinas eran ser espacios de trabajo y si tú ya no puedes ofrecerle a la gente un espacio seguro para que venga a trabajar, ya no sirve. Había demasiados problemas en el suelo, los edificios ya habían sido reestructurados en dos ocasiones y yo creo que plantear una tercera renivelación y una tercera reestructuración hubiera sido hasta negligente”, sentencia la restauradora Olvera.