CRÓNICA

Metrobús Hidalgo: “¿Qué pecado cometí, ‘Dios Padre’?”

Las salidas de la estación del Metro Hidalgo vomitan y vomitan gente hacia todas direcciones, gente que lo único que quiere es llegar pronto a su destino; y yo, mientras mi sueño se hace realidad, vuelvo a mi pesadilla

Créditos: Arturo Jiménez
Escrito en METRÓPOLI el

Son las 08:05 y salgo del Metro Hidalgo en Línea 3. Vengo desde la estación División del Norte y el avance fue fluido; sin embargo, me encuentro con que tomar el Metrobús sobre Paseo de la Reforma vuelve a ser un infierno. Siempre lo es.

De hacer 35 o 45 minutos de mi casa a la oficina, pasó a ser un trayecto de entre una hora y 20 minutos, en promedio. Una locura. Ahora sé lo que se siente la gente que vive en el Estado de México (Ecatepec, Neza o Chimalhuacán) y viajar todos los días hacia la Ciudad de México.

Y la culpa es por el cierre parcial de la Línea 1 del Metro de la Ciudad de México, de las estaciones Salto del Agua a Observatorio. Sueño en el día en que se reabra ese tramo y pueda transbordar en la estación del Metro Balderas y bajar en Sevilla.

Pero mientras mi sueño se hace realidad, vuelvo a mi rutina matutina. Las postales del Metrobús en Paseo de la Reforma nos hacen soñar con estar en Londres y sus históricos autobuses de dos pisos. Reconozco que no los conozco, ni conozco esas ciudades británicas. En la Ciudad de México que estos vehículos tengan aire acondicionado se agradece, no estamos acostumbrados a estos lujos. 

“¿Qué pecado cometí, ‘Dios Padre’?”, suelto en el grupo de Whatsapp de la redacción. Un compañero responde: “Irle al Cruz Azul”, y sí, ha sido una pesada cruz, pero el Metrobús Hidalgo en Paseo de la Reforma es mi pesadilla. La fila bordea la Iglesia de San Hipólito, el camellón de la estación es insuficiente para las salidas de la estación del Metro que vomitan y vomitan gente hacia todas direcciones, gente que como yo que sólo quiere llegar pronto a su destino.

Acotación: tomé “prestada” o me apropié la frase “Dios Padre” tras una junta laboral, me considero ateo.

Y es que hoy hubo retraso para abordar; ayer también y antier ni se diga. Así todas las semanas. Ya probé otras rutas con pésimo resultado, por eso repito: “¿qué pecado cometí, ‘Dios Padre’?”.

Me urge llegar antes de las 9:00 de la mañana, horario “Godín” del que siempre renegué y me sentí orgulloso de no haberlo tenido en 25 años de experiencia laboral.

A las 8:07am espeté:

“Esta chingadera de transporte es imposible… Cada vez salgo más temprano y es la misma chingadera”, me quejé por Whatsapp con mi interlocutor, con fotos de la evidencia de mi penitencia por algún “pecado que cometí”.

“Toma en cuenta. Por el paso de peregrinos en las inmediaciones de La Villa”, leo en un tuit. Han sugerido que pague la Ecobici, que me compre un scooter eléctrico; yo le sigo diciendo “patín del diablo”, pero me he resistido a las dos opciones... estoico.

La gente se pelea porque no respeta la fila, se mete y los policías de la estación del Metrobús Hidalgo no ponen orden, sólo buscan agilizar la entrada de pasajeros a los autobuses de dos pisos. Y, como en cualquier punto del transporte público de la Ciudad de México, los citadinos siempre estamos expuestos a imprevistos, choques, descomposturas, accidentes y muerte.

Me enteré que una mujer murió la mañana de este jueves en la estación Indios Verdes de la Línea 1 del Metrobús. Una mujer de 52 años, quien había acudido a la Clínica 24 de Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), acompañada de su hijo.

La mujer, identificada como Alejandra, sufrió problemas respiratorios cuando se encontraba al interior de la estación y, tras recibir primeros auxilios, perdió la vida. Eso complicó la operación en la Línea 1 que corre por Avenida de los Insurgentes. El triste suceso también afectó la Línea 7.

“Precauciones encontrará alta afluencia de usuarios en línea 7 del MB por persona fallecida en metrobus Indios verdes línea 1”, se lee en un tuit. Dedazos, sintaxis y ortografía no son de mi autoría.

Así es mi realidad matutina en el transporte en la zona centro de la Ciudad de México, como la de miles de personas que a diario salen a ganarse el pan y la sal todos los días. La realidad nocturna en el transporte público también tiene su historia, pero esa, esa es otra historia.