Minutos antes de las ocho de la mañana del 25 de enero, un mensaje entró al celular de Hilario Osorio Hernández. -Cuídense donde quiera que anden-, le indicó su madre al joven de 27 años, refiriéndose a él y a Saúl Montalvo Martínez, de 25 años, quienes se encontraban en la Central de Abasto (CEDA), en la Alcaldía Iztapalapa, consumiendo bebidas alcohólicas después trabajar. Alrededor de las 10 de la mañana familiares recibieron la noticia de la muerte de ambos jóvenes.
Hilario y Saúl comenzaron a trabajar desde los trece años en el área de elotes de la Central de Abasto. Eran conocidos y estimados por comerciantes del mercado, quienes los vieron crecer, esforzarse y ganarse el pan de cada día.
Te podría interesar
“Desde niños les gustó el dinero y abandonaron los estudios”, refiere Raymundo, familiar de Hilario.
Como la mayoría de trabajadores del centro mayoritario, Hilario y Saúl trabajaban durante la madrugada de lunes a viernes. Ese 25 de enero decidieron quedarse un rato más para platicar y divertirse, sin saber que sería la última vez que estarían en el mercado que los vio crecer.
“Lo más seguro para mí es que los drogaron o los evenenaron y les dio un paro cardíaco”, relata Raymundo, quien, a ratos, rompe en llanto al recordar a su sobrino.
“Ellos tenían sueños y aspiraciones como cualquier otro joven, duele mucho lo que pasó y esperamos que las autoridades de la Central esclarezcan el caso, que nos dejen acceder a las cámaras de seguridad”.
Hilario y Saúl, lo que se conoce de su muerte
Alrededor de las nueve de la mañana del 25 de enero, los jóvenes alertaron a un conocido, quien se presume estaba acompañándolos, que se sentían mal. Ambos fueron trasladados en un vehículo hasta el Área Federal de la Central de Abasto para ser atendidos; sin embargo, cuando paramédicos llegaron al lugar los diagnosticaron sin signos vitales.
El 27 de enero, familiares, amigos y comerciantes de la CEDA le dieron el último adiós a Hilario y Saúl en el Panteón Jardines del Oriente, ubicado en Nezahualcóyotl, Estado de México.
“De un momento a otro les arrebataron la vida, los dos dejaron hijos pequeñitos y ahorita nos va a tocar lidiar con las autoridades de la Central de Abasto. Esperemos que esta situación no pase desapercibida, como la mayoría de delitos que ocurren en este mercado”.
Reportes de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito refieren que la Central de Abasto concentra la mayor parte de delitos por narcomenudeo en Iztapalapa. En la zona se identifican altos niveles de consumo de alcohol y drogas, además de que la zona presenta altos índices de marginación social debido a la concentración poblacional que existe en Unidades Habitacionales como Real del Moral y Tezontle.
“La concentración delictiva colinda con la alcaldía Iztacalco, lo cual podría dificultar la persecución del delito al ser un territorio distinto al del mando de los elementos de la policía que operan en Iztapalapa”.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), entre 2016 y 2020, los delitos reportados por portación de arma de fuego en la zona aumentaron un 76 por ciento. Respecto a la portación de armas prohibidas, se indica que hubo una disminución del 75 por ciento entre 2016 y 2018.
La UNODC señala que la persecución de los delitos en flagrancia, cometidos en el perímetro colindante con la Alcaldía Iztacalco, que comprende la Central de Abasto, podría dificultarse al ser un territorio distinto al de los elementos de la policía que operan en Iztapalapa. Además de que la escasa presencia de estaciones de policía dificulta la rapidez de reacción.