La propaganda del movimiento estudiantil de 1968 representó una vía para extender propuestas, reclamos y demandas de los estudiantes. Los panfletos que inundaron las calles de México en ese momento contenían mensajes en defensa de la autonomía universitaria y pronunciamientos contra las fuerzas represivas del Estado representadas principalmente por el Ejército y cuerpos de granaderos que se apoderaron de las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Expedientes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), consultados por La Silla Rota, muestran que los libelos que circularon ese año concentraban leyendas como las siguientes:
“Compañeros, defendamos la autonomía de nuestra universidad. ¡Los soldados y granaderos no deben entrar a nuestra casa de estudios. Evitemos pretextos, corramos de nuestras filas a traidores y agitadores que aparentando dirigirnos, violan también nuestra autonomía planteando situaciones peligrosas para nuestra libertad y propiciando las agresiones a nuestra casa de estudios”.
Previo a la masacre del 2 de octubre, los estudiantes advertían en los espacios académicos no caer en la provocación de los cuerpos policiales:
“¡Cuidado con los provocadores! Quieren no una, sino varias pequeñas manifestaciones para que la policía nos capture fácilmente!. Los provocadores en acción quieren desatar la guerrilla política para que la policía agreda a todos los compañeros. ¡No pongamos en peligro la autonomía!”, señala otro panfleto.
Tras el conflicto estudiantil suscitado el 26 de julio de 1968, entre estudiantes y grupos porriles de la Vocacional 5 y 2 del IPN, y los de la Preparatoria Isaac Ochoterena, la presencia de granaderos se intensificó en los espacios académicos. La comunidad estudiantil empezó entonces a acumular un sentimiento de hartazgo y repulsión hacia esta ocupación injustificada y hacia la represión cometida por parte del Estado.
En los panfletos quedó de manifiesto este agudo rechazo a los cuerpos de seguridad:
“Hubo violencia solo cuando la policía la inició. Una manifestación sin policía es una manifestación pacífica”.
“La escuela vocacional 7 fue pisoteada por las sucias y asquerosas botas de granaderos y soldados, que sin causa alguna penetraron en nuestra casa de estudios golpeando y tratando como a los peores delincuentes a compañeros que se encontraban en nuestra escuela.
En volante destaca la imagen de un policía diciendo:
“Pa’ matar a un estudiante nosotros usamos Remington y en la prueba 223 damos en el blamco, moreno o prieto”.
El eco comunista y la figura del “Che” Guevara acentuada tras el triunfo de la Revolución en 1959, también formaba parte de la esencia propagandística del movimiento. Un panfleto señala:
“Vale más la vida de un ser humano que todas las riquezas materiales del mundo. Che Guevara”.
Otros mensajes hacían un llamado a la ciudadanía a encauzarse en el movimiento estudiantil:
“¡Hermano, empleado! Tu verdad, tus intereses peligran, da tu voto de apoyo al estudiantado. ¡Libertad de expresión!”.
La Gráfica del 68 se enfrentó al aparato mediático estatal y a su discurso oficial, sin embargo, demostró ser un efectivo medio de comunicación y denuncia con un gran poder de convocatoria.
El artista Jorge Pérez Vega refirió en una entrevista la importancia que tuvo la difusión propagandística del movimiento estudiantil de 1968:
“¿Sabes?, las brigadas eran la vida del Movimiento. La gente iba a las manifestaciones por las brigadas. ¿Por qué seguía toda la gente a los estudiantes? Por las brigadas, porque antes habíamos “volanteado” en los camiones, los trolebuses, los mercados, los grandes almacenes, los talleres, las esquinas en las que hacíamos mítines relámpago y nos peleábamos hechos la mocha apenas olíamos un granadero... ¡Jijos, como me acuerdo yo de las brigadas!”.