Ambrosio Velasco, aspirante a ser designado como rector por la Junta de Gobierno de la UNAM, considera que uno de los problemas de la universidad es la desigualdad que hay en los ámbitos de la investigación, entre las facultades y las escuelas, así como en los niveles educativos.
Con más de 50 años como universitario, primero como alumno, luego como docente y posteriormente como investigador, el exdirector de la Facultad de Filosofía y Letras explica parte del tamaño del problema.
“Tenemos una desigualdad entre los recursos y capacidades por un lado de los institutos y centros de investigación y por otro lado de las facultades y escuelas. También puede verse eso a nivel del bachillerato, en las preparatorias y los CCH, pues no tienen desde luego los mismos apoyos y recursos que las facultades.
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“Entonces lo que quiero dar es una idea de las desigualdades internas por disciplinas, por niveles, por subsistemas que hay dentro de la universidad y lo que tenemos que buscar es una mayor equidad, no desaparecer las fortalezas ni quitar las buenas condiciones que se tienen en los institutos pero sí mejorar las que están menos favorecidas”, expone, en entrevista con La Silla Rota.
Otro problema que se compromete a resolver es la dignificación de la labor de los profesores de asignatura, cuyas condiciones son inferiores a los de carrera, plantea.
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“Lo que tenemos que ver es cómo podemos mejorar las condiciones laborales, dignificar el trabajo de los profesores de asignatura que cargan con el grueso de la docencia, que a su vez representa la actividad más importante en términos numéricos en los presupuestales de la universidad”.
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Velasco, quien es investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas, se asume como un universitario que se identifica con los ideales del ex rector Pablo González Casanova.
Consultado sobre su propuesta para el combate a la violencia de género, reconoce que ha habido avances, pero detecta que un problema es que algunos de los trabajadores acusados de acoso, abuso o incluso violación no son remitidos por autoridades o el sindicato al Tribunal Universitario, lo que equivale a tener fuero.
“No está bien que tengamos fueros”, remarca.
Velasco, quien dirigió la FFyL luego de la huelga estudiantil de 1999, dice que haberla dirigido le da un plus, por el nivel de agitación que ahí se vive.
“Me da una experiencia y un aprendizaje muy grande y la Facultad de Filosofía y Letras es la más intensa, más activa y con problemas muy serios, como es la ocupación del auditorio Justo Sierra o Che Guevara. Yo lo llamo de las dos formas para ser incluyentes. Cuando fui director no había semestre en que no realizáramos una acción, diálogos, cartas, invitaciones, presencias en el Auditorio, invitación a los ocupas a proponerles que compartamos ese espacio, no desalojarlos.
“El uso de la fuerza pública siempre la descarto en la universidad. En una ocasión con el doctor Juan Ramón de la Fuente dijo que fue indispensable y necesario (en el 2000), pero como dijo él mismo en su momento, esto no debe repetirse y es responsabilidad de la comunidad”, recordó.
RETOMAR LA TRANSFORMACIÓN QUE INICIÓ GONZÁLEZ CASANOVA
Entrevistado en una oficina del Instituto de Investigaciones Filológicas, Ambrosio Velasco explica las razones que lo llevaron a buscar ser rector.
“Principalmente el participar e impulsar un proceso más democrático, más participativo, más abierto para la designación de rector. En segundo lugar proponer e impulsar una visión ampliamente compartida por la comunidad universitaria de la cual comprender y darme cuenta con base toda la experiencia que he tenido, de más de 46 años de académico y más de 50 desde que entré en la universidad; como estudiante qué tiene que ver con una transformación interna que inició González Casanova durante su rectorado en los dos años que el régimen lo toleró, pero terminó intolerante hacia su rectoría transformadora del país”.
Recuerda que González Casanova fue prácticamente obligado a renunciar por el gobierno de Luis Echeverría, luego de que dos personas ocuparon la rectoría y el entonces rector no quiso desalojarlos con la fuerza pública.
“Era la presión para que renunciara y don Pablo inició una transformación de la UNAM que se puso en marcha solo parcialmente y que es necesario retomar, adecuar e inclusive radicalizar y me gustaría retomar eso”, dice.
Sobre el legado de González Casanova, se refiere al uso de interdisciplinas en la enseñanza universitaria con la creación de los Colegios de Ciencias y Humanidades que eran de tres niveles, bachillerato, licenciatura y postgrado.
“Con la creación de las multidisciplinarias como las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales en Acatlán, Aragón, Iztacala en aquel entonces y también con la Universidad Abierta a distancia, esos tres grandes proyectos tienen que actualizarse y fortalecerse”, explica.
Además, propone un eje más que es la transdisciplina y da las diferencias entre esta última y la interdisciplina.
“La interdisciplina es la integración de disciplinas humanísticas científicas desde las ingenierías, del arte, de la creación artística para la comprensión y resolución de problemas, porque los problemas no tienen disciplina. Los problemas de la sociedad son complejos y tienen que ser abordados interdisciplinariamente, pero dado el carácter ya reconocido en nuestra Constitución de que México es una nación pluricultural, para responder a ese carácter y resolver o contribuir a la resolución de los problemas, debe ser tomando en cuenta ese carácter pluricultural.
“Tenemos que valorar no solo como objeto de estudio, sino como saberes, prácticas y culturas valiosas en sí mismas que tienen que estar dentro de la universidad. Esos conocimientos, esas tradiciones y la integración de saberes y conocimientos no académicos, de disciplinas académicas, sino propio de las comunidades indígenas que son saberes muy valiosos, hay que reconocerle su valor no solo como objeto de estudio, sino como fuente de conocimiento que debe ser integrada, cultivada y desarrollada en la misma universidad; a esto le llamamos transdisciplina”.
LA UNAM, NI MUY BIEN NI MUY MAL
-¿Cuál es su diagnóstico de la UNAM? Hay quien dice que aunque esté entre las 100 primeras en el mundo, está en crisis. Se habla de que hay una Casta dorada y que en cambio los docentes de asignatura la están pasando mal.
-Mucho de lo que me está diciendo es cierto, pero también hay que señalar las fortalezas, las contribuciones. Estar entre las 100 primeras del mundo no es fácil. Y se ha mejorado esta evaluación externa que se hace de la universidad y eso es una fortaleza que hay que reconocer. Tenemos que romper esta idea dicotómica, o está muy bien o está muy mal. No, hay cosas que están muy bien y pueden estar mejor y cosas que están mal y deben atenderse y resolverse.
Sin jerarquizar, ve que un problema es la desigualdad dentro de la UNAM entre disciplinas.
“Si usted ve el número de investigadores que hay en los institutos y centros que corresponden a la investigación científica, ahí están agrupados en la coordinación, son alrededor del doble o más que los institutos, de los investigadores, de los institutos y centros que están asociados a la coordinación y Humanidades. El subsistema de investigación de la UNAM está organizado en estas dos grandes coordinaciones, de Investigación Científica y de Humanidades, lo cual también no es del todo atinado, pero así está en la Ley Orgánica y no voy a proponer cambiar ahorita la Ley Orgánica. Lo que hay que hacer es una mayor equidad entre disciplinas.
“Ahora estamos hablando de las del sector con mejores recursos, no estoy diciendo que hay que quitarlos. Qué bueno que tengan estos recursos y estas instalaciones. Pero si usted va a las facultades, el subsistema de investigación tanto científica como humanística por un lado con las facultades y escuelas, es otra situación y condición de infraestructura, con menos recursos y apoyos.
“Por ejemplo aquí en el Instituto afortunadamente y eso es bueno, necesario y esto sucede en la mayoría de los institutos cada investigador tiene un cubículo, sencillo, pequeño, pero en las facultades la mayoría de los profesores de carrera, no se diga los de asignatura, no tienen. Las aulas son insuficientes, la infraestructura tiene que ser mejorada.
-¿Como le afecta a la UNAM?
-A pesar de estas diferencias, la UNAM ha hecho cada vez más con menos pero sí, ya llegó el momento en que se necesitan atender prioritariamente las entidades y los programas de docencia, no desviar, sin descuidar la investigación, sino por el contrario, integrando cooperativamente al subsistema de investigación con las facultades y escuelas. Y ahí mismo promover la investigación porque no solo es una desigualdad, también es una separación y no es recomendable y esa separación entre investigación en Humanidades e investigación en Ciencias no es recomendable.
“Se trata de establecer relaciones de cooperación en todo el sistema y también relaciones de cooperación entre facultades, escuelas, institutos, pero desde luego necesitamos mejorar las condiciones laborales de infraestructura de facultades y escuelas”.
DIGNIFICAR A LOS DOCENTES
Otro rubro de la desigualdad se da a nivel docente y el investigador lo describe.
“En promedio el 70 por ciento de las asignaturas que se imparten en la universidad está a cargo de profesores de asignatura y solo el resto a cargo de profesores de carrera y de técnicos académicos. Claro, en algunas facultades como Filosofía y Letras el porcentaje llega a ser el 80 por ciento, los salarios de los profesores de asignatura y las condiciones laborales son muy inferiores a los profesores de carrera.
“No estoy diciendo lo más mínimo que nos recorten. Yo soy investigador de carrera, fui profesor de carrera y fui antes profesor de asignatura. No estoy diciendo y eso sería absolutamente en contra de la legislación laboral y de los derechos laborales de los profesores investigadores de carrera rebajarles los derechos que tienen. Ahí hay un tema que es el del presupuesto, porque además un gran porcentaje se va a salarios, la inmensa mayoría”.
Plantea que haya un manejo óptimo del presupuesto en atención a las necesidades más urgentes, como puede ser las desigualdades que observa, así como a los profesores de asignatura, y dignificar el trabajo de estos últimos.
“Por ejemplo dándoles estabilidad laboral. La mayoría de los profesores no tiene la asignatura definitiva”, reconoce.
“Los de asignatura pueden tener clases un semestre y al siguiente habría que ver si se los dan, los reducen la carga. Desde luego hay derechos laborales, entonces tenemos que ver como la universidad garantiza los derechos laborales de los profesores, pero con un criterio académico, de justicia y de equidad”.
NO A LOS FUEROS
-¿Cómo atendería el tema de la violencia de género, los casos de denuncias sobre abusos, acosos?
-Es un problema grave y hay que atenderlo prioritariamente y con urgencia. Déjeme decirlo, se ha estado atendiendo. Ha sido una prioridad del doctor Enrique Graue el atender los problemas de violencia contra las mujeres y los programas que favorezcan una mayor igualdad, pero hay que reforzarlos, hay que aumentarlos muy específicamente, tenemos que promover una mayor solidaridad entre la comunidad.
“Cuando fui director de la Facultad de Filosofía y Letras y sabíamos que teníamos muy pocas posibilidades, cero intervención de la policía externa y está bien que no haya. Dónde tenemos que poner el énfasis en la seguridad es en la misma comunidad. Hacíamos campañas de solidaridad para la comunidad, para que nos cuidemos todos y que si veamos algún riesgo cualquier profesor, cualquier alumno actuamos, no se está haciendo”, lamenta.
Considera necesario que se desarrollen más cursos y talleres de sensibilidad respecto a la violencia de género, sea verbal, física o de cualquier tipo porque muchas veces en el comportamiento o en el hablar se pueden cometer acciones, no intencionales, pero que pueden ser ofensivas.
“Pero a nivel de quienes son ya acusados de cometer, una cosa es la prevención y otra es ya el procesamiento de las personas que cometen actos de violencia en general o de transgresión de la normatividad universitaria en general, pero particularmente en los casos de violencia de género y aquí sí tenemos que hacer cambios de fondo, ¿por qué?
“La instancia que establece el Estatuto General de UNAM para las personas, sean estos estudiantes, trabajadores, administrativos o académicos, es el Tribunal Universitario, pero por contrato colectivo ni los académicos, ni los trabajadores administrativos somos remitidos en caso de que cometamos alguna transgresión, violación a la normativa universitaria”, explica.
“Por contrato no se nos remite al tribunal, es el titular de la dependencia, hay ciertas orientaciones pero se deja una gran discrecionalidad en una sola persona”, dice, en relación a que son los jefes quienes deciden si los casos van al tribunal.
Reconoce que sí hay casos y trasgresiones.
“Lo que no está bien de todos los sectores de la universidad es que tengamos fueros. Es como si fuéramos en el siglo 19, el Ejército, la Iglesia, que no somos juzgados en este caso ni siquiera por una autoridad especial, sino por el titular de la dependencia”, dice.
-¿Entonces pugnaría por cambiar esto?
-Podemos muy bien llegar a un acuerdo con los sindicatos, tanto de trabajadores administrativos como de académicos para decir ‘oigan, tenemos que respetar la legislación universitaria’ y si el Estatuto de la UNAM dice que todos tenemos que ser remitidos de tal manera que vamos a modificar el contrato colectivo para que se cumpla ese asunto y todos contribuyamos a disminuir la violencia de género.
ABRIR EL PROCESO
-Hay gente que propone que sea la comunidad la que elija al nuevo rector, otros piden que participen sólo los órganos colegiados y unos ven bien que sólo sea la Junta. Lo que parece haber es coincidencia es que es un proceso muy opaco, ¿qué piensa de este proceso?
-Usted mencionó unos piensan que debe seguir la Junta, otros piensan que la comunidad universitaria en su conjunto, otros piensan que los órganos colegiados, yo pienso que los tres,
-¿Cómo sería?
-Tanto en la comunidad universitaria, que se tome más en serio y se reglamente el proceso de auscultación que va dirigida hoy en día a toda la comunidad universitaria, entonces sí en la legislación actual la normatividad actual contempla la participación de toda la comunidad universitaria en los procesos de auscultación, es necesario darles mayor peso a esos procesos de auscultación, mayor claridad, mayor confiabilidad a los procesos. No es que desconfíe de la Junta de Gobierno, no, lo que tenemos que hacer es hacer los procesos más confiables, transparentes, legítimos, reglamentando los procesos.
“Por ejemplo dentro del marco legal que existe hoy, sin cambiarlo por ejemplo en este Instituto, en la Facultad de Filosofía y Letras y en otras muchas dependencias lo que se utiliza en los procesos de auscultación por parte de la Junta por parte del rector, en primera instancia para formar las ternas y después por parte de la Junta de Gobierno es que los que aspiremos a ser directores o en este caso rectores presentemos nuestros proyectos ante la comunidad universitaria, de hecho lo estoy haciendo, pero si se organizara de una manera más institucional sería mejor”.
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Propone que se reglamente y se hagan más transparentes los criterios y argumentos tanto del Rector para formar las ternas como de la Junta de Gobierno al hacer los nombramientos de directores que hacen de distintos institutos, facultades y escuelas.
“Que se diga a ver, por qué tales y tales son los integrantes de la terna, por qué de esta terna resultó electa esta persona. Hay un principio básico en la vida universitaria, que todas las decisiones deben de estar académicamente fundamentadas.
-¿Eso nunca se sabe?
-A veces sí dan información, por ejemplo en la designación del doctor Graue sí hubo comunicados que explicaban cómo iban las rutas, pero eso debe ser mucho más claro. A todos conviene desde la Junta de Gobierno, hasta toda la universidad y es un proceso de rendimiento de cuentas no solo de transparencia, sino también de rendir cuentas a la comunidad, que es parte de un proceso de democratización.
-Díganos este proceso tiene la participación de varias mujeres, ¿recuerda usted haber visto tantas mujeres queriendo ser rectora? ¿Está ya lista la UNAM para tener una mujer que la dirija?
-La Universidad siempre ha estado lista para tener una mujer. No ha sido una mujer pues quizás por la inequidad en general no solo en la UNAM sino en toda la sociedad que hay. Esto no quiere decir que la siguiente persona que ocupe la rectoría debe ser mujer. Lo que digo es que qué bueno que ahora haya varias mujeres participando. En otras ocasiones ha habido excelentes mujeres. Voy a mencionar las que recuerdo, estuvo la doctora Angélica Cuéllar que era la de Ciencias Políticas, excelente académica.
“De ninguna manera estoy diciendo que debió quedar ella, seguro sus razones tuvo la Junta de Gobierno para designar al doctor Graue que ha hecho un papel muy digno como rector defendiendo la autonomía y haciendo más con menos. Anteriormente, tanto con la designación del doctor José Narro participó la doctora Rosaura Ruiz, excelente candidata.
“Todavía recuerdo anteriormente cuando fue electo el doctor Francisco Barnes, fíjese hasta dónde me estoy remontando, participó la doctora Juliana González y todas ellas han sido excelentes candidatas y desde luego pero la universidad está lista”.
23 AÑOS DE OCUPADO EL JUSTO SIERRA
-¿Cómo le fue con los ocupas del auditorio Che Guevara o Justo Sierra en esos ocho años y llevan ya muchos desde el año 2000, llevan 23 años?
-Ese es uno de los problemas más serios que hay que enfrentar y resolver y no hay otra más que la participación ya no solo de toda la comunidad de la Facultad, sino de toda la comunidad universitaria y participación, ¿como? pues convenciendo a los ocupas de que ese espacio lo reclamamos para todos.
-¿Nunca se detectó que fuera gente externa?
-Yo creo que si hay. Yo no tengo los diagnósticos, esos los tuvieron las instancias de seguridad de la UNAM cuando yo fui director y no me las compartió pero no digo que el rector, las instancias de seguridad, pero seguramente sí hay elementos externos y esa ocupación entre otras cosas tiene sentido para quienes ocupan o quiénes están detrás de la ocupación de representar una espada de Damocles para la universidad. Y no debemos de caer en la tentación de una solución que implique el uso de la fuerza pública. Tenemos que resolverlo a través del diálogo y la fuerza en el sentido de cohesión, de demanda, todos tenemos derecho a utilizar ese gran auditorio.
-¿Déjeme preguntarle algo, de cuando dirigió la FFyL, en el Che Guevara o Justo Sierra, se menciona mucho la venta de drogas?
-Es un asunto fundamental de las instancias centrales y han hecho grandes esfuerzos. Hubo detenciones y procesamientos de traficantes cuando yo fui director. Desde luego no me correspondían a mí esos procesos, pero ha habido un constante esfuerzo de la Rectoría y de las instancias de seguridad legales.
-Finalmente el tema de las cuotas, ¿está ya conjurado el fantasma del aumento de cuotas?
-Debe de estar conjurado porque la educación pública y gratuita es un derecho y entonces imponer cuotas forzosas obligatorias va en contra de ese derecho humano. Desde luego se pueden promover, como lo hizo el doctor Juan Ramón de la Fuente, cuotas voluntarias y mostró que se juntaba más con este tipo de cuotas que con el reglamento de cuotas que había propuesto el anterior rector Barnés.
“Desde luego que debemos también promover esa solidaridad en la comunidad que quienes pueden aportar voluntariamente, pero el derecho a la educación gratuita es algo fundamental, es más tenemos que aumentar la matrícula. Actualmente para la licenciatura prácticamente es uno de cada 10”.
DJC