Niños equipados con cámaras amateur usan muros y patios de una casona dentro del barrio de Tepito para buscar inspiración para sus fotografías. Son alumnos del curso de fotografía dentro del llamado ‘barrio bravo’; son los Fotografitos de Tepito.
Como un proyecto para la comunidad del barrio bravo y acercar la cultura a los niños, los Fotografitos de Tepito llevan más de 10 años llevando la fotografía a niños de la zona y otras colonias.
“Es un proyecto para la comunidad infantil, sobre todo del barrio de Tepito y está diseñada para enseñarles el ámbito fotográfico, la dinámica fotográfica profesionalmente a los niños. También que les sirva como manera de expresión y ampliarles su panorama a los niños, enfocarlos en un tema de oficio por medio de la fotografía”, explica la maestra de los menores, Iedani García.
Han pasado varias generaciones de fotógrafos por las aulas de Espacio Cultural Tepito, donde se alberga a los Fotografitos de Tepito. Algunos de sus alumnos han continuado en la fotografía y otros simplemente encontraron en las clases, una opción para conocer este oficio y alejarse de las cosas negativas de Tepito.
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La primera generación de los Fotografitos nació como una ayuda para los niños víctimas del crimen cometido contra 13 personas en el Bar Heaven, en la Zona Rosa en el año 2013.
“Desde el incidente que hubo del Bar Heaven hubo la necesidad de que nosotros vimos que los niños que salían afectados de los familiares que fueron sustraídos, y los niños estaban siendo un poco olvidados, ellos tenían un necesidad de expresarse, de entender el mundo, qué estaba pasando, tenían una violencia, tenían que ser enfocados (…) y fue esta onda de darles la cámara al niño y que vaya descubriendo el mundo desde una mirilla y vaya expresándose también”.
Fue el comienzo de la escuela para foto, un camino algo sinuoso por las dificultades que una escuela independiente puede tener: falta de cámaras para todos los alumnos, materiales para revelar y niños venidos de ambientes violentos.
Fue así que se podía ver a los niños y su maestra caminando por calles del Barrio Bravo, a veces 15 alumnos y una sola cámara.
“Hacíamos equipitos, una tenía una cámara y retrataba a todos los demás, se la iba pasando. Además esta dinámica no sólo es de foto sino de convivencia”, dice la maestra Iedani.
Uno de los niños que actualmente toma el curso en la vieja casona de Tepito, es Derek, quien aprende cosas de fotografía mientras su mamá vende comida afuera de la estación del metro Tepito. Y una vez terminada la venta, pasa por su pequeño para volver a casa.
Derek no recuerda cuánto tiempo lleva en la escuela de los Fotografitos de Tepito, pero disfruta su tiempo en los cursos del Espacio Cultural Tepito.
“Una amiga que vende tamales aquí en el barrio me dijo que me metiera aquí porque es muy buena, y por eso mi mamá me metió y ya conocí a los profesores”, dice el pequeño de 9 años.
Los Fotografitos de Tepito han logrado que personas radicadas en el extranjero compren parte de sus fotos y sean expuestas en Nueva York.
No hay un número exacto de cuántas generaciones de alumnos han pasado por esta particular escuela, pero sus profesores aseguran que continuarán para evitar que los niños del barrio de otros lugares “sobre todo los inspiramos para eso, para no estar pululando en la vagancia y en la maldad”.