Entre los comercios y pasillos del mercado de La Merced existe un espacio dedicado a los niños e hijos de comerciantes para que, como lo dice su creador, “sigan siendo niños” en medio del trabajo y apoyo que brindan a sus padres; se llama Kerentá Merced.
Desde hace 10 años Kerentá recibe a los hijos de comerciantes de La Merced y también a cualquier niño para brindarles un espacio para tomar un taller, tener un espacio para leer o simplemente jugar.
“Nos dimos cuenta que los niños están expuestos a todos los estigmas, que no podemos decir que no existen, pero nuestra aportación al ser del barrio o comerciante de La Merced es regresarle lo que nos ha dado ¿cómo es regresarle algo a La Merced? Pues viendo a nuestras raíces que son nuestros niños, que encuentren la forma de expresarse”, explica el comerciante y creador de Kerentá, Raúl Mejía.
“La importancia de Kerentá es que ese niño conserve esa sonrisa de niño, que su infancia no pasé desapercibida porque el hecho de que nosotros somos comerciantes, nos volvemos parte de este ciclo de familia, porque si tu padre es comerciante ya naces comerciante, vas creciendo y te vas haciendo responsable del negocio familiar, no es malo, no es bueno, pero te vuelven un adulto pequeño”, es la reflexión que hace el vendedor y creador de Kerentá.
Fue así que el vendedor de comida habilitó su local dentro de la nave mayor y el primer espacio de Kerentá fue la parte de arriba de la taquería ‘El pollo feliz’.
Los hijos de comerciantes entraban a Kerentá Merced, cuyo significado es ‘niño de la Merced’, para tomar un taller con los voluntarios o simplemente para estar, lejos del ambiente tradicional del mercado.
“Hacemos diversos talleres, como puede ser teatro, pintura, títeres, cartonería y más; esto es para nosotros una forma para poder entablar una comunicación con los niños, a través de, es una forma de decir o preguntarles ¿qué sientes? ¿Qué pasa?”
Con el tiempo, Kerentá comenzó a recibir no sólo a los hijos de comerciantes sino a cualquier niño que quisiera conocer el espacio, pero también, debieron mudarse a un espacio más pequeño por uno de los incendios que ocurrieron en el mercado y la posterior venta del local que albergaba la taquería y el área cultural.
Actualmente los talleres se dan en una de las oficinas de la administración de la Nave Mayor, un lugar de menores dimensiones al original.
Al ser un espacio sin apoyos, Raúl debe realizar varias tareas además de atender su negocio, como lo es buscar a los talleristas y voluntarios para atender a los niños.
Uno de los talleristas voluntarios es Mauricio Linares, egresado de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que por las tardes imparte el taller de pintura.
“Simplemente el hecho de venir a trabajar a un espacio como la Merced es algo muy diferente, contrastante y pues yo encantado”, dice el profesor de pintura.
Tras 10 años de labores en el mercado de La Merced, la gente de Kerentá se dice decidida a continuar dando refugio a niños, a pesar de las dificultades para mantener el centro en funciones.
VGB