Villa de Carbón, Méx.- En el Estado de México se siembra y cosecha maíz en unas 500 mil hectáreas de 104 municipios de esta entidad mexiquense, siendo la región norte una de las más productivas de este grano para consumo humano, en sus diversas variedades, y forrajero, para la alimentación de ganado y otros animales de granja.
Ahí, la señora Isabel González, quien se dedica a sembrar maíz en su parcela con su familia, explica que, cuando tuvieron que dejar de usar fertilizantes químicos por orden federal, su producción bajó. Aunque hoy vende su maíz bajo la etiqueta de “orgánico”, depende del temporal y de la cosecha de otros productos para sobrevivir todo el año.
De acuerdo con un estudio de la Secretaría del Campo del Estado de México, titulado Primeros lugares en producción agrícola en el Estado de México, en la entidad se producen anualmente 1 millón 796 mil toneladas de granos de maíz, para consumo humano, siendo los municipios de Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca y San Felipe del Progreso producen las que en conjunto producen el 17.8%.
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Mientras que, de maíz forrajero, la entidad mexiquense produce 1 millón 139 mil 363 toneladas, donde el 35.5% se cultivan en Zumpango, Polotitlán y Nextlalpan.
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De la región norte del Estado de México, de los municipios productores de granos de maíz, destacan además Jilotepec, Chapa de Mota, Jiquipilco, Temoaya, Morelos, Atlacomulco y Villa del Carbón.
Particularmente, Villa del Carbón transformó su producción predominante desde el siglo XVII este municipio, a partir fue un importante productor de carbón vegetal, actividad que dio su nombre de Villa del Carbón.
Este municipio limita al norte con el Estado de Hidalgo y Jilotepec, al sur con Jiquipilco y Nicolás Romero y Tepotzotlán y al oeste con Morelos y Chapa de Mota. Tiene una extensión de 320.51 kilómetros cuadrados y cuenta con 64 comunidades, de las cuales, en la mayoría, su principal actividad productiva y económica es la agropecuaria, y el cultivo de maíz y forrajes.
La vida sin fertilizantes químicos
Con la finalidad de lograr una mejor y mayor producción de maíz, como en otros municipios de la zona, se apoyaban en productos químicos como herbicidas y fungicidas, además de otros implementos que –se supone– enriquecían las tierras para mejorar la calidad de los cultivos.
Doña “Chabelita”, como le dicen de cariño, se ha dedicado a cultivar maíz blanco desde hace décadas en esa zona del Estado de México.
“Mis abuelos y ahora mis padres y hermanos se dedican al cultivo y sí usaban los agroquímicos, hasta que fue prohibido su uso por el gobierno federal, por el contenido cancerígeno contenido en los granos comestibles”.
Ahora, ella y sus hermanos tratan de abrir los surcos conforme a lo establecido en los ciclos agrícolas y esperar los tiempos para la siembra.
“Se espera la temporada de lluvias, que ahora en estos tiempos es imprecisa, ya las cabañuelas no son tan certeras como antes. Por allí a finales de marzo y abril se está preparando la siembra y si todo sale bien los primeros retoños vendrían con las lluvias constantes”.
Doña Isabel señala que, en el municipio, “prácticamente el uso de químicos fue suspendido a petición del gobierno municipal y con base en la recomendación del Gobierno de México”.
Dijo que todo eso fue acatado por los campesinos de la localidad e incluso las aportaciones que las autoridades federales y estatales les hacían de agroquímicos fue suspendida de manera definitiva.
“Procuramos usar abono orgánico de las vacas, caballos o borregos, para enriquecer la tierra, creemos que es más sano y libre de sustancias que pueden considerarse dañinas para las personas al consumir maíz”, explicó doña Chabelita.
El daño de los agroquímicos
Un estudio publicado en la Gaceta de la UNAM, 27 de noviembre de 2020, da por hecho algunos de los plaguicidas prohibidos causan mutaciones en ADN y son impulsores del estrés oxidativo en las personas.
El artículo añade que plaguicidas que en otros países permanecen prohibidos por causan problemas a la salud y en el ambiente, como el DDT, la atrazina, el bromuro de metilo y el glifosato, en México está autorizado en su uso para controlar enfermedades y plagas en los cultivos.
En el mismo artículo se describe que “que la lista es larga. Son 140 los agroquímicos prohibidos”. En el caso del uso de aspersores existe una normatividad que no es respetada. “Las aspersiones llegan a distancias inimaginables”. Como están al aire libre, contaminan los cuerpos de agua que alimentan la red potable en esa región
“No sólo es grave la contaminación de mantos freáticos superficiales, sino también la de zonas habitadas, por su mínima cercanía con las áreas de cultivo. En fechas recientes hubo intoxicaciones agudas en un kínder”.
Destaca que en poblados donde se llegó a usar aspersores como avionetas con agroquímicos, hay tendencia en la salud de las personas, no solo en afectaciones en vías respiratorias, sino también el incremento en caso de cáncer o alergias.
Volvió el temporal… y el estiércol
Al dejar de usar los agroquímicos, herbicidas y demás productos, muchos de ellos fabricados por la empresa Monsanto, volvieron a los cultivos habituales, “acá nosotros tenemos los cultivos de temporal y mis vecinos de riego, la diferencia entre uno y otro es que los primeros dependen totalmente de las lluvias y los segundos son una inversión más certera porque se llega a cultivar hasta dos veces al año, sin riesgo”.
“Claro siempre va a ser mejor, de mayor productividad y rendimiento, el terreno de riego. En el de temporal si no llueve en tiempo, no hay brotes del maíz y por lo tanto es pérdida para nosotros”.
Destacó la importancia del uso la “gallinaza” o las heces fecales de los borregos, vacas y caballos en los cultivos de maíz, que calificó como un abono natural que dan a la tierra nutrientes para seguir produciendo.
“Es una alternativa más sana, más limpia y menos dañina que las sustancias químicas que antes se usaban y que incluso luego supimos que no sólo causaba daño a quienes consumían el producto, sino también a quienes lo sembraban”.
Doña Chabelita que en una parcela de una hectárea y tres cuartos se llega a producir hasta cuatro toneladas de maíz, o cuando se produce avena se llegan a sacar hasta 300 pacas.
“En una parcela se invierte unos 5 costales de maíz, aparte 2 o 3 toneladas de abono. Y recuperas de 2 a 3 toneladas de maíz y aparte una ganancia extra que es el zacate, y allí es realmente donde obtienes una beneficio libre y fructífero por el zacate”.