Sobre la avenida Chapultepec, frente al deportivo de San Gregorio Atlapulco, se observa un montículo de troncos y pedazos de tabla que vecinos del pueblo originario y de otros aledaños han colocado ahí, como parte del cierre de la vialidad, en protesta por los abusos cometidos por elementos policiacos el 2 de diciembre pasado.
Este 8 de diciembre se cumplió una semana del cierre de esta vialidad y las avenidas México y Nuevo León, que a su vez son vitales para conectar a Xochimilco con Tulyehualco, Tlalpan y con Milpa Alta.
Aunque la inconformidad para hacer un bloqueo nació por obras del gobierno capitalino, las barricadas continúan porque aún no se castiga a los policías que presuntamente cometieron los abusos.
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El 3 de diciembre el gobierno capitalino admitió e incluso separó a dos funcionarios por el caso, mientras que a petición de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México realiza la investigación correspondiente.
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Los funcionarios separados fueron el director general de Concertación Política de la zona sur, Emigdio Tonatiuh Ávila Obispo y el director general de la Unidad de Policía Metropolitana Fuerza de Tarea, Luis Adrián Huerta Laguna.
Pese a ello, los habitantes quieren que haya sanciones penales y se de a conocer quién dio la orden de reprimir a los manifestantes.
“No vemos acciones penales al respecto, o no nos han hecho llegar la información de sanciones penales y lo que seguimos pidiendo, quién dio la orden”, dijo a La Silla Rota Hilda (cuyo nombre esta cambiado a petición de ella), una de las habitantes que participa en las asambleas informativas.
FUE POR OBRAS
El cierre comenzó por la inquietud entre los habitantes de San Gregorio Atlapulco por obras del Sistema de Aguas de la Ciudad de México para mejorar el drenaje, pero que generaron desconfianza porque los tubos, dicen los pobladores, son los que se usan para agua potable, un recurso que de por sí les llega por tandeo, pese a tener 14 pozos y estar en una zona chinampera.
Juan, uno de los entrevistados, recuerda que la noche del 1 de diciembre un grupo de personas hizo un pequeño bloqueo sobre avenida México, hicieron guardia ahí y el viernes 2 aparecieron unos policías que encapsularon a varios adultos mayores. No solo los encapsularon -algo que puede generar miedo en quien sufre de esa técnica de disuasión policiaca- sino que también les aventaban los escudos y les daban patadas.
Además, los elementos policíacos hicieron algunos daños en casas o autos, acusa.
Alguien se dio cuenta de eso y encendió un cohetón y se comenzó a correr la voz entre los habitantes de que estaban golpeando a unas personas. Algunos habitantes de la zona alta, arriba de la avenida México, otros de la zona baja y cercana al canal, aledaña a la avenida Chapultepec, acudieron al llamado.
Fue entonces que se acercaron a los policías desplegados, eran alrededor de 500, dice Joaquín -nombre cambiado a petición del entrevistado- quien estuvo presente ese día, y comenzaron a aventarles rocazos a los ex granaderos, que hicieron una valla para protegerse.
Desde entonces un tramo de las vialidades permanecen cerradas, y de pasar ahí autos y peseros, ahora pasa gente apresurada que como no puede seguir su trayecto, debe bajar del transporte público, caminar unos 500 metros y tomar otra unidad.
SOLIDARIDAD
Pero también la zona se ha convertido en un avispero de solidaridad, en un altavoz para expresar los presuntos abusos de las autoridades de la alcaldía y en un espacio para la protesta mediante elementos gráficos.
Precisamente enfrente de donde están apilados los troncos, en el camellón que separa las avenidas México y Chapultepec hay un grupo de señoras que instalaron ahí “la cocina”. Con anafres y ollas que ellas llevaron de sus casas o alguien prestó, con donativos de los pobladores de San Gregorio Atlapulco o de otros pueblos, hacen comida que está destinada para las guardias que vigilan las barricadas y para quienes organizan las asambleas, principalmente.
Pero si alguien ajeno al movimiento les pide comida, no se la niegan. El 7 de diciembre al mediodía había chiles y brocoli capeado, en la tarde un caldo de pollo acompañado para quien así lo deseara con salsa de chile chicuarote, nativo de ahí y orgullo de los habitantes de San Gregorio, apelativo por el que son conocidos y hasta una película con ese título fue estrenada en 2019. Un film de Gael García Bernal que no satisfizo a los habitantes de ahí.
En contraesquina de la cocina, al lado del deportivo, se encuentra una pequeña carpa, una bocina, una mesa donde se recopilan firmas para pedir detener las obras. Ahí se realizan las asambleas informativas sobre las reuniones que se han sostenido con el gobierno, sobre las repercusiones de las obras, o para decir que no se consultó al pueblo, sino a gente operadora cercana al alcalde José Carlos Acosta, que fue reelegido en 2021.
Quienes hablan en nombre del pueblo, lo hacen con algo de desconfianza hacia los medios de comunicación. Aclaran que en algunos casos, no todos, ha habido notas exageradas, como cuando se dijo que el pueblo estaba “enardecido” y había delitos.
Pero también ven con desconfianza a algunos personajes que en cuanto dan una entrevista, se acercan lentamente, como si tomaran fotos, pero que sólo lo hacen cuando ellos hablan, y al estar a un par de metros voltean la cabeza para dirigir su oreja hacia quien habla. Por eso les dicen orejas y creen que son enviados por gente del alcalde.
Uno de ellos, un hombre de pantalón, chamarra y gorra negros fue cuestionado sobre si era de ahí o cuál era su interés o si conocía la problemática de San Gregorio, pero no contestó y se fue.
El bloqueo se ha convertido también en un centro de reunión, donde se encuentran conocidos y a platicar.
Quienes están en las barricadas reconocen que las horas más difíciles son en la noche, por el frío que se siente, sobre todo en la madrugada. Pero dicen que no van a ceder hasta que castiguen a los policías y sometan a consulta las obras.
MRV