PACHUCA.- Daniel Cortés Ávila va por su quinto internamiento en un centro conocido comúnmente como anexo, ya que es un consumidor de cristal y del que asegura es solo destrucción, problemas y malas experiencias como tocar fondo o incluso maltratar a sus familiares, entre ellos su esposa, pero en Soldados de Cristo tiene nuevos pensamientos enfocados en la religión que le ayudan a su rehabilitación y espera recuperarse, aunque todavía le quedan algunos meses, pero manda un mensaje a jóvenes que como él ingieren sustancias nocivas.
En entrevista para LSR Hidalgo con el permiso de los administradores del centro de internamiento, el joven comienza su testimonio con vergüenza, pues recuerda, aunque sin justificarse, que su andar en las adicciones comenzó desde los 12 años, cuando sus padres lo incitaban a probar alcohol con la creencia que “quitarle esa curiosidad por la bebida para que más adelante en su adultez no lo hiciera (embriagarse) con sus amigos”, pero fue una normalización que le afectó.
El consejo paternal no le sirvió, pues en su lugar tomó la cotidianidad de ingerir bebidas embriagantes con frecuencia y a veces ocultándose de sus progenitores hasta que prácticamente se hizo una adicción que no hizo más que crecer y nuevamente impulsada por la normalidad a las sustancias, o el desconocimiento, ya que al seguir la tradición familiar de ser operador de transporte recibió otro consejo que era usar cocaína para rendir en los viajes y no dormirse al volante.
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“En el núcleo familiar era muy común que se les diera una cerveza a los niños, no lo veía mal la familia, entonces normalizaban lo que es el consumo del alcohol… Después, en el medio en el que yo radico es muy común el uso de las pastillas para no dormir, los famosos pericos (cocaína), pues la mayoría de la gente de mi pueblo se dedica al transporte y yo también estuve en el transporte y en ese medio se normalizaba otro consumo, pero ahora de los pericos como se les llama.”
Del alcohol y cocaína al cristal que destruye y se hace lo que sea por una dosis, pero con consecuencias negativas
Daniel Cortés Ávila sostiene firmemente una biblia en sus manos mientras recuerda lo que cataloga un oscuro pasado de destrucción, pero rodeado de otros compañeros como él y quienes lo guían en su recuperación puede hablar con fluidez y asevera que tras el alcohol y cocaína pasó al cristal y no dudó en aseverar que es muy diferente el consumo de la metanfetamina, pues destruye poco a poco, daños que lamenta no quedaron en él, sino que en familiares.
“Yo cuando consumía el cristal me aislaba totalmente del mundo, me aislaba de mi familia —¿Dirías que le hiciste daño y cómo?— Claro que sí, uno daña bastante a la familia y para vergüenza mía principalmente dañé bastante a mi esposa, pero igual a mi papá y mamá... A ellos les quité y les quita uno la tranquilidad, daña uno esa confianza que había en nosotros, les quita ese sueño… Pero dice la palabra de Dios en Filipenses 4-13 ‘todo lo puedo en Cristo que me fortalece’ y ellos han visto el cambio, la obra del Señor Jesucristo… Se han dado cuenta de mi cambio, de cómo la palabra de Dios obra.”
Con precaución para no detonar más sentimientos encontrados tras lo anterior, pues se le escucha la voz entre cortada y con ánimo de abrazar a su familia, se le pregunta al joven qué es lo que hacía para financiar su consumo, incluso si llegó a robar, y si sintió la dependencia en su cuerpo, ante lo cual a lo primero aceptó ser un “ratón de casa” como se le conoce en el mundo del cristal a quienes sustraen todo tipo de pertenencias, incluso las que parecieran no tener valor, para costear su adicción.
Todo al interior de su vivienda era un potencial pase a una nueva dosis que le hiciera estar en calma otra vez y no solo la sala, cocina, baños y hasta patio fueron víctimas de saqueo, sino las habitaciones de sus padres, hermana y hasta la de su esposa, pues en medio de alucinaciones y delirios de persecución que experimentó llegó a conocer una pareja con quien contrajo matrimonio y la destrucción de Daniel Cortés Ávila llegó hasta ella, pero con amor y esperanza pudo soportar la turbulencia.
Respecto a la otra parte del cuestionamiento, el hombre, quien luce más repuesto, limpio sobre todo y alimentado, aunque rapado y con zapatos tipo tenis debido a la política del centro donde ya lleva casi medio año, responde que pasó de ingerir medio gramo hasta una media de seis hasta los nueve gramos de cristal cuando sentía que necesitaba estar ausente; para conseguir esa cantidad, dijo que basta con conocer a personas en el mismo mundo quienes le acercaban dosis a menor precio, pero más raciones.
Pues nuevamente esforzando la memoria de un pasado que, si bien no quiere ocultar, sino más bien estar en paz y superar la vergüenza, refiere que cuando inició con el cristal pagaba 200 pesos por gramo, pero cuando la sustancia que a propósito puede durar de cuatro a cinco horas en organismos resistentes, en él ese tiempo se redujo, pero lo solventó a encontrar producto de solo 30 pesos el gramo que le permitieron satisfacer la dependencia, pero con un costo: ver la vida gris y hasta ya ni “disfrutar” lo que se metía.
Desde los 15 años Daniel sabe de anexos y en Soldados de Cristo cree encontrar la respuesta; dice esto a sus familiares
Daniel Cortés Ávila no solo sabe desde temprana edad el consumo de alcohol y sustancias, que le dejaron un cuerpo delgado que todavía posee y trata de recuperar con alimentación y buenos pensamientos desde el interior, sino que desde los 15 años sabe que es estar en un centro de internamiento, comúnmente conocido como anexo, pues fue ingresado por sus padres para dejar la bebida y llegó hasta la clínica Ser en el estado de Puebla, donde estuvo cinco semanas en tratamiento.
Para paliar los efectos del alcohol en un cuerpo tan joven, prácticamente un niño, los administradores creyeron conveniente administrarle medicamentos psiquiátricos y terapias psicológicas, pero a más de 12 años de distancia el ahora adulto cree que no le sirvió y no sería la única experiencia fallida, pues luego en Fundación Santa Lucía igual en Puebla tuvo tres ingresos, pero ya por el cristal, el primero duró tres meses y 11 días, el segundo de un mes y el tercero de cinco semanas.
El quinto intento, que hace en Soldados de Cristo en Hidalgo y que es con un enfoque cristiano, llegó cuando tocó fondo, es decir, se salió de su trabajo para ir a casa donde estaba su esposa y frente a ella, motivado por una pregunta de ella de “qué le ocurría”, el joven comenzó a arañarse el cuello y decía que ya no sabía qué es lo que quería, pero en realidad tenía una gran cantidad de dosis de cristal que fue porque ya no se saciaba e incluso fue más allá al aseverar que no disfrutaba el consumo.
“Ya estaría en un hospital psiquiátrico o ya estaría muerto… Dije ya no, ya es un declive en el cual yo ya no podía estar ni con mi pareja… Me aislaba de todo el mundo, ya no encontraba esa sensación de alegría que me daba el consumo, si no que ya era pura tristeza, amargura, todo soledad…Veía gris en mi vida... Pero aquí pude encontrar la palabra de nuestro Señor Jesucristo que me ha curado y le diría a mi esposa, papá, madre y hermana que el Señor me ha restaurado por su gracia y el viejo hombre ha cambiado.”
Este es el camino cuando salga, sabe que habrá pruebas, pero las superará; da mensaje a quienes como él consumen
Para cerrar la entrevista, salen dos preguntas que se enfocan en cuál es su camino cuando salga de Soldados de Cristo, pues en ese centro ubicado en la parte sureste del estado de Hidalgo lo ha arropado desde hace cinco meses y seis días en los que ha estado a salvo, pues es vigilado por los administradores y además de las pláticas grupales recibe apoyo de sus compañeros, al menos dos docenas quienes están en su misma situación, pero sabe que afuera es distinto y dependerá de su fortaleza y su nueva fe.
“—¿Dirías que te ha servido este nuevo enteramiento? Se le pregunta— Yo declaro en el nombre de Jesús que el Señor hizo la obra, porque él que fue la ayuda, mi salvación… Ha sido un proceso con aflicciones, tribulaciones y pruebas, pero lleno de gozo… Allá afuera es un nuevo comienzo en el que estoy firme con Cristo y declarando que me ha sanado, sé que van a venir pruebas y el enemigo me va a querer tentar, pero lo primero que tengo que hacer es congregarme en una iglesia que hablen de la sana doctrina y leer la palabra todos los días, estar en oración, estar en ayuno, también, es lo que fortalece… Esa es mi arma para combatir esto de la adicción.”
Luego, y de manera apresurada porque para dar su testimonio se le alejó de sus labores diarias en el centro que son ayudar en la cocina a preparar alimentos para comer en grupo, o bien, luego limpiar los trastes o hasta ayudar en mantenimiento, Daniel Cortés Ávila se dirige a quienes como él desde temprana edad consumieron ya sea bebidas alcohólicas o sustancias que reitera otra vez son la destrucción e igual habla hacia los padres, pues son una defensa para evitar adiciones como la que combate.
“Yo le diría en este momento al joven fortalécete en Cristo y no consumas drogas, solo te trae destrucción y es el mismo Diablo, en especial el cristal. Yo por él tuve paranoia, alucinaciones, delirios de persecución y te puedo dar por testimonio que son demonios… Yo le diría ‘hermanito en el amor de Cristo deja el consumo, porque va a traer destrucción a ti y tu familia’… Es una destrucción total en tus neuronas, organismo y corazón. Te quita tu credibilidad y la sociedad te ve mal, te juzga y es normal, porque un drogadicto trae vergüenza.”
En Hidalgo, consumo de alcohol y drogas comienzan desde la adolescencia, en escuela secundaria
A propósito de lo que el testimonio narró, cifras de la Encuesta Nacional del Consumo de Drogas en Estudiantes de 2014 aseveró que los signos de adicción comienzan desde la adolescencia cuando se va a la escuela secundaria, pues el 37. 5 por ciento de los jóvenes a quienes se les pregonarlo sobre ingesta dijo que alguna vez lo probaron en el último año, con mayor porcentaje en hombres; en bachillerato la cifra subió a 79.9 puntos porcentuales e incluso se aceptaron signos de adicción.
En cuando a drogas ilegales, la misma herramienta estadística volvió a aseverar que en edad secundaria en el último año antes de la pregunta el 6.8 por ciento de alumnos dijo haber ingerido cualquier sustancia y en cuanto a estupefacientes ilegales fue del 5.5 y en controladas medicamente fue de solo 3 unidades porcentuales. Lo más utilizado fue la mariguana con 9.4, inhalables 6.3, cocaína 3.2, tranquilizantes 2.7; mientras que el crack, alucinógenos, anfetaminas, metanfetaminas y heroína se registraron cifras menores al 2.3 por ciento, lo que fue se señal de alarma.
cem
