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Del púlpito al ring: el cura que evangeliza con llaves chinas

Desde el ring, conecta con las juventudes el párroco luchador Fuerza Divina, quien es pupilo del hidalguense Fray Tormenta, inspiración de la película “Nacho Libre”

Créditos: Jessica Manilla / LSR Hidalgo
Escrito en HIDALGO el

Tulancingo.— En la Parroquia de Santa Lucía, ubicada en la Diócesis de Azcapotzalco, un sacerdote no sólo predica la palabra de Dios, sino que también lucha por el bienestar de su comunidad bajo la máscara de Fuerza Divina, servidor de Dios que ha encontrado en el deporte una herramienta para evangelizar, inspirar y alejar a niños y jóvenes de las adicciones.

Desde niño, Fuerza Divina sintió fascinación por el pancracio; sin embargo, fue durante su formación como diácono cuando el legendario luchador también sacerdote oriundo de San Agustín Metzquititlán, Hidalgo, Fray Tormenta, lo invitó a entrenar integrándose a los “Cachorros de Fray Tormenta”, junto a Monaguillo y Potestad, reviviendo aquella pasión infantil que había quedado en pausa.

“La cosquilla inició a temprana edad, pero mis padres no me apoyaron en este deporte tan rudo, pero Dios tenía algo para mí y una vez que conocí al padre Tormenta, cuando yo era diácono me invitó a entrenar y me gustó muchísimo, entonces me preparé con varios profesores de lucha libre y he tomado este deporte como evangelizador para ayudar a nuevas generaciones”. 

Para el sacerdote, la lucha libre es la expresión de la batalla que se vive todos los días entre el bien y el mal, también arriba del encordado, donde tiene la posibilidad crear una conexión especial con la comunidad, enviando un mensaje de esperanza, disciplina y valores en cada encuentro.

Crédito: Jessica Manilla

“Estar arriba del ring va más allá de una lucha, ahí se muestra el esfuerzo, trabajo, el compromiso por alcanzar una meta, incluso un crecimiento espiritual y humano. Es luchar por lo que quieres, levantarte como lo hizo Jesús más de una vez con la cruz, en el ring como en la vida a veces una lucha se pierde, pero hay que levantarnos y continuar”.

El deporte, afirmó el luchador, tiene sus peculiaridades muchas veces con el apoyo de la afición con arengas como “¡Ni Judas!”, “¡Dale como Dios manda!” o “¡Son el diablo!” son una forma de comunicación directa con el representante de la iglesia, no obstante, esa figura no limita lesiones en este deporte de contacto.

“Este es un deporte de riesgo, algunos piensan que como uno es sacerdote no nos pegan o no suceden accidentes, pero siempre estamos expuestos y son marcas de guerra, así como hay amigos, arriba del entarimado debemos sacar nuestros recursos, también hay rivalidades, algunos no son católicos y buscan revancha de alguna manera, pero estamos preparados para ello”. 

Crédito: Jessica Manilla

Afirma que en cada lucha la audiencia vive una catarsis, son eventos en los que las personas acuden, dice, muchas veces sólo para ver cómo le pegan al padre o también a apoyarlo, pero es parte de lo que implica la cultura y deporte de la lucha libre en el país.

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“Mediante la lucha libre he podido evangelizar a más personas, generar empatía u cercanía con niños y jóvenes porque me consideran ‘chido’, encuentran confianza para pedir un consejo u orientación y por ello han dejado el alcohol, drogas, una vida de vicios y violencia, se incorporan a retiros a cambios para su vida gracias al deporte”.

Crédito: Jessica Manilla

El pupilo de Fray Tormenta

En México la iglesia y la lucha libre se unieron gracias a la labor del hidalguense Sergio Gutiérrez Benítez, mejor conocido como Fray Tormenta, sacerdote que fundó un orfanato en Texcoco, donde dio refugio a más de 200 niños y para solventar los gastos alternó su labor eclesiástica con el deporte espectáculo, además de inspirar a más jóvenes que siguieron su ejemplo y se nombran “Cachorros de Fray Tormenta”.

Crédito: Jessica Manilla

“Somos pocos los sacerdotes que luchamos, el primero y más representativo fue Fray Tormenta que está en Texcoco, también reconozco al Padre Eclesiástico que está en Tlacomulco, el Padre Potestad que radica en Querétaro y su servidor Fuerza Divina en Ciudad de México; a través de la escuela de lucha en la Parroquia de Santa Lucía me he acercado seminaristas, niños y jóvenes de todas las edades, pero como es una disciplina que implica mucho compromiso a veces no continúan”.

Crédito: Jessica Manilla

Explicó que dentro en el sacerdocio no hay impedimentos para ejercer actividades como el deporte, las artes u otras actividades formativas o de recreación, únicamente es atender los compromisos de la iglesia atendiendo el voto de obediencia.

“La vida y la fuerza humana tiene límites, podemos llegar a cansarnos o llegar incluso a odiar lo que dijimos amar, y mi mensaje es ir a Cristo Jesús, él es el camino correcto hacia la verdad y vida, porque la fuerza que viene de Dios nos levanta y nos brinda una nueva oportunidad de volver al camino correcto”.

Crédito: Jessica Manilla

Fray Tormenta y El Santo: Iconos de la lucha libre con raíces hidalguenses

El estado de Hidalgo ha sido cuna de grandes figuras en diversos ámbitos, y la lucha libre no es la excepción. Dos nombres legendarios, Fray Tormenta y El Santo, comparten el orgullo de haber surgido de esta tierra, llevando su identidad y valores al escenario nacional e internacional.

Fray Tormenta: El luchador con hábito

Sergio Gutiérrez Benítez, mejor conocido como Fray Tormenta, nació el 29 de diciembre de 1945 en San Agustín Metzquititlán, Hidalgo. Este singular luchador no solo se destacó por su destreza en el ring, sino por su extraordinaria historia de vida. Ordenado como sacerdote católico, decidió incursionar en la lucha libre para recaudar fondos destinados a un orfanato que él mismo fundó y dirigió.

Durante más de 20 años, Fray Tormenta compitió en el cuadrilátero portando una máscara que simbolizaba su doble vocación: ser un protector en la vida real y un guerrero en el ring. Su historia inspiró la película Nacho Libre (2006), protagonizada por Jack Black, y se convirtió en un ejemplo de lucha y sacrificio en beneficio de los más necesitados.

Aunque ya retirado, Fray Tormenta continúa como sacerdote y es una figura de respeto y admiración tanto en el ámbito deportivo como religioso. Su legado perdura, recordando al mundo el profundo impacto que una persona puede tener al unir pasión y servicio.

El Santo: El Enmascarado de Plata

Rodolfo Guzmán Huerta, conocido universalmente como El Santo, nació el 23 de septiembre de 1917 en Tulancingo, Hidalgo. Desde su debut en 1942, se convirtió en una de las máximas leyendas de la lucha libre mexicana. Su característico traje plateado y su enigmática máscara lo distinguieron no solo en los cuadriláteros, sino también en la industria del cine y el cómic, donde protagonizó más de 50 películas y marcó un antes y un después en la cultura popular mexicana.

El Santo no solo fue un luchador; fue un símbolo de justicia y heroísmo para generaciones. Aunque desarrolló gran parte de su carrera en la Ciudad de México, Tulancingo mantiene un estrecho vínculo con su figura, siendo sede del Museo del Santo, un espacio dedicado a preservar su historia y contribuciones. Su impacto trascendió fronteras, consolidándolo como un ícono mundial.

El orgullo hidalguense

Ambos personajes, aunque con trayectorias distintas, comparten el origen hidalguense que marcó su identidad y valores. Mientras Fray Tormenta personifica el sacrificio y el altruismo, El Santo representa el ideal heroico y la lucha por la justicia. Juntos, son un recordatorio del talento y la grandeza que emergen del estado de Hidalgo, llevándolo con orgullo al escenario global.