Pachuca.– Cada mañana, Carlos Valdez inicia su jornada antes de las siete. Vive en los fraccionamientos del sur de Pachuca y, aunque su trabajo está a poco más de nueve kilómetros, el trayecto en Tuzobús puede extenderse hasta una hora. De regreso, la historia empeora; los tiempos de espera se duplican y puede llegar a casa hasta las ocho de la noche.
“El de ida es un poco más fluido, pero de regreso luego es el problema porque puedes pasar hasta 20, 30 minutos esperando en la estación a que pase un autobús de regreso… esto a mí me genera molestia, andar un poco de malas, estar estresado porque aparte vas todo amontonado”, relató a La Silla Rota Hidalgo.
Como Carlos, miles de pachuqueños enfrentan cada día los retrasos, el sobrecupo y la falta de mantenimiento en el sistema de transporte público subsidiado por el gobierno estatal, inaugurado el 16 de agosto de 2015. El Tuzobús, que prometía modernizar la movilidad, hoy es para muchos una fuente cotidiana de estrés.
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Ansiedad, agresiones y largas esperas
Abril, otra usuaria frecuente del sistema, ha vivido ataques de ansiedad por los tiempos de espera. Asegura que los amontonamientos y la falta de rutas disponibles convierten los trayectos en una experiencia agotadora.
Carlos coincide: “Sí veo a gente muy acalorada, gente que se pone un poco agresiva, que apenas, pues es normal que haya contacto, así de que te empujen o que te den con la mochila del otro o así, pero hay gente que se enoja muy rápido y reacciona de forma violenta, se empiezan a gritar, se empujan y así”, recordó sobre algunos de los episodios que ha presenciado.
Los trayectos, que en automóvil podrían durar apenas 16 minutos, se cuadruplican en transporte público. Este desgaste cotidiano genera, según usuarios y especialistas, un efecto acumulativo en la salud mental y emocional de la población trabajadora.
Más autos, más tráfico: el efecto dominó
Cansado de los retrasos, Carlos ha considerado comprar un vehículo para trasladarse. Sin embargo, el costo de la gasolina, las inundaciones y el tráfico lo detienen. “Podría ser contraproducente”, reconoce.
Y no es el único. De acuerdo con el colectivo Revolución Urbana, desde que el Tuzobús se inauguró en la ciudad, muchas personas decidieron comprar un vehículo para evitar ser de los afectados por la “mala planificación” del sistema de transporte, lo que generó un gran incrementó de unidades en las calles y por consiguiente tráfico denso en las principales vialidades de la capital hidalguense, asegura Luis Licona, integrante de la organización.
“La tasa de motorización de Pachuca ahora mismo está en 217.5 por cada mil habitantes. Eso es un número muy alto con respecto a lo que teníamos antes, pero también en cuanto al promedio nacional”, explicó Luis Licona, integrante de la asociación y experto en movilidad.
Hoy, diez años después de su inauguración, el Tuzobús sigue siendo una pieza clave —y problemática— de la movilidad hidalguense; una muestra clara de cómo las promesas de modernización pueden convertirse, con el tiempo, en una rutina de cansancio, estrés y amontonamientos.
En Pachuca, 70% de la gente no tiene coche
Carlos y Abril son dos de las miles de personas que se mueven por Pachuca sin automóvil. Como ellos, el 70 por ciento de la población usa transporte público, bicicleta o simplemente camina, según estimaciones de la agrupación Revolución Urbana.
A pesar de esto, las políticas de movilidad y obras públicas en la capital hidalguense siguen enfocadas en beneficiar a los automovilistas, que representan apenas el 20 por ciento de los habitantes.
“El resto de las personas se mueven en autobús, en combis, en Tuzobús, caminando y también hay un porcentaje que lo hace en bicicleta. Es muy complicado moverse en la ciudad debido a este enfoque en el automóvil, en el que las autoridades piensan que todo el mundo se mueve en coche”, explicó Luis Licona.
El activista señaló que, bajo esa lógica, el Gobierno local ha descuidado el transporte público, limitándose a otorgar concesiones “sin ninguna clase de planeación o regulación”, que responden más a intereses privados que a las necesidades reales de la población pachuqueña.
“Es válido que quieran hacer su negocio, pero eso nos cuesta a todos los pachuqueños, porque tenemos un servicio público deficiente. Eso afecta nuestra movilidad y genera otros problemas en la ciudad”.
El Tuzobús, una “vacuna” que no funcionó
El sistema de Tuzobús fue concebido como una “vacuna” frente al uso excesivo del transporte privado. Sin embargo, su implementación deficiente terminó generando el efecto contrario: un aumento del parque vehicular y un mayor caos vial.
“El Tuzobús nació con muchísimos problemas que no le permitieron ser un buen servicio para la ciudad. Por eso, quienes tuvieron la posibilidad optaron por comprarse un auto y dejar de usarlo. Eso nos trajo más tráfico y otros problemas que antes no teníamos”, explicó Luis Licona.
El activista señaló que las rutas del sistema “no responden a una lógica funcional para las personas”, pues los autobuses tardan demasiado en pasar, suelen ir saturados y el servicio sólo cubre del centro a la zona sur.
Ante ello, Revolución Urbana propone replantear el trazo de las rutas, incorporar a especialistas en movilidad y realizar una inversión seria que permita atender la falta de unidades y mejorar la cobertura.
“Si tenemos un transporte público deficiente, las personas buscarán otras opciones. Quien pueda, comprará un auto, y eso aumenta el tráfico, la contaminación y los tiempos de traslado”, advirtió Licona.
Además, resaltó que esta situación también impacta en la calidad de vida. “Todo eso se refleja en la molestia diaria, en los gritos, pleitos y discusiones entre conductores. Esa tensión constante también genera un clima de violencia en la ciudad”, apuntó.
Licona recordó que, aunque los baches son una de las principales quejas ciudadanas, el enfoque de la movilidad debe ser mucho más amplio, considerando a quienes no usan auto.
“Solo el 20 por ciento de los pachuqueños se mueve en coche. No tenemos que acostumbrarnos a vivir mal. Debemos exigir mejores condiciones para todos: banquetas seguras, pasos peatonales visibles, rampas y calles que sean realmente para las personas”, concluyó.
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